El pasado lunes, 4 de marzo, se cumplieron cuatro años desde la confirmación del primer positivo de covid-19 en Galicia: un hombre llegado desde Madrid para una entrevista de trabajo en Inditex que estuvo varios días aislado en el Complexo Hospitalario Universitario da Coruña (Chuac). Al día siguiente se confirmaba el segundo caso en una mujer en el Álvaro Cunqueiro de Vigo. Diez días más tarde empezaba el confinamiento.
Desde entonces, las cifras de contagiados por el SARS-CoV-2 no dejaron de subir y tampoco lo hacen ahora, hasta contabilizarse de manera oficial 723.915 casos desde el inicio de la pandemia y hasta este viernes, 8 de marzo.
Esto supone que, al menos, uno de cada cuatro gallegos atravesaron la enfermedad. Pero seguramente estas cifras sean superiores, teniendo en cuenta que con el tiempo se generalizaron los test domésticos y no todas las infecciones llegan a conocimiento del Servizo Galego de Saúde (Sergas).
Tampoco debe olvidarse el listado de 4.211 personas que fallecieron en Galicia bien diagnosticadas de covid o bien directamente por la enfermedad. La primera víctima se confirmaba el sábado 14 de marzo de 2020: una mujer de 92 años que estaba ingresada en el Hospital Povisa, en Vigo.
Al frente de aquella Área Sanitaria estaba entonces Julio García Comesaña, ahora conselleiro de Sanidade en funciones, cuando en septiembre de 2020 sustituyó a Jesús Vázquez Almuiña. En una entrevista con Europa Press por los cuatro años de la pandemia, García Comesaña la recuerda como un episodio «impactante» y «muy importante» en el que la población «empezó a pensar» que algo así podía ocurrir.
A Galicia el SARS-CoV-2 llegó un poco después que a Madrid o Barcelona, lo que permitió al Sergas «anticiparse». En este sentido, el conselleiro en funciones asegura que esta crisis «fue una constatación» de que el sistema sanitario, aunque tiene margen «de mejora», era «muy fuerte».
«Afortunadamente, el número de las personas que pasaron la enfermedad grave fue menor y los que fallecieron, siendo una lástima, pues también fue un número más pequeño de lo que podíamos pensar en su momento», reconoce García Comesaña, que eleva su agradecimiento a todos los sectores sociales y económicos.
Eso sí, el titular sanitario de la Xunta no se atreve a poner una nota de su gestión y, aunque no da una cifra, sí le pondría «una de las más altas» calificaciones a la sanidad gallega.
«UNA NORMALIDAD POR MUCHOS AÑOS»
¿Hemos aprendido a convivir con el virus? A día de hoy, hay 126 casos activos de covid, de los cuales 31 están hospitalizados, dos de ellos en la UCI. Son cifras muy escasas en comparación a los momentos más crudos de la pandemia pero que, «probablemente, serán una normalidad por muchos años», advierte el conselleiro.
Pero esta experiencia impactó en los sistemas sanitarios de manera que ahora estos están «más engrasados» ante una alerta similar. Además, supuso un avance en los métodos diagnósticos, también de la gripe.
«Ahora todo el mundo sabe lo que es una PCR y hacemos muchas más. Antes, los pacientes ingresaban por gripe sin un diagnóstico microbiológico. Hoy eso es impensable, los pacientes entran por la puerta de urgencias y les hacemos todo tipo de pruebas», explica García Comesaña.
También conceptos como ‘ola’ y ‘pico de contagios’ se importaron a la gripe, igual que no resulta tan extraño ver personas con mascarilla por la calle o hacerse un test casero antes de una cena de Navidad.
La conciencia frente a la vacunación es otra herencia de la covid. En este sentido, García Comesaña desliza que la inmunización contra la covid se mantendrá en paralelo a la de la gripe en próximas campañas, incluso con «una única vacuna» que servirá para ambos virus y para la que ya hay proyectos en desarrollo.
COVID PERSISTENTE
Por otra parte, el Sergas tiene unidades interdisciplinares poscovid en las siete áreas sanitarias que en 2023 pasaron 4.800 consultas a personas que habían pasado la infección. De ellas, «algunos» casos, confirma el conselleiro, se diagnosticaron de covid persistente al presentar síntomas meses o, incluso, años después de haberse curado.
Precisamente, para visibilizar, reivindicar su situación y prestar asistencia a pacientes y familiares, nació en enero la Asociación Galega de Covid Persistente (Asgacop). Su presidenta, Isabel Quintana, es una enfermera que se contagió de coronavirus en abril de 2020 y desde entonces vive con 10 pastillas diarias y una larga lista de síntomas –como tos, dolores musculares, taquicardias y olvidos, entre otros– que la han llevado a una incapacidad.
«De ser esposa, enfermera y madre, ahora soy una mujer que intenta ser madre competente de dos personas que han pasado su adolescencia con una persona enferma en su casa», resume su presidenta, que reconoce todavía estar atravesando «un duelo por la Isabel del 2019».
Asgacop se constituyó por varios motivos: visibilizar esta enfermedad, mejorar su reconocimiento y tratamiento, y que los afectados «no se sientan solos». Y es que una de las cuestiones que piden a las administraciones es un registro oficial de pacientes de covid persistente: «Queremos saber cuántos somos y en qué circunstancias estamos».
Las estimaciones oficiosas, según la asociación, hablan de que un 4% de la población gallega o el 10% de las personas que pasaron el coronavirus tienen covid persistente, lo que supondría casi 100.000 personas en Galicia.
En lo que respecta al Sergas, Quintana ensalza la labor de la unidad interdisciplinar poscovid del Área Sanitaria de Ourense, porque es «la que está dando la mejor atención» a los afectados al estar dotada de médicos internistas, una enfermera y un psicólogo que «colabora estrechamente» con ellos.
Es un equipo que pone de ejemplo para el resto de áreas sanitarias gallegas, donde esto –sostiene– no ocurre. Una de las consecuencias es que los diagnósticos de covid persistente no reflejan la realidad o que muchos de los afectados sean «derivados a otras unidades» para ser tratados.
Sin embargo, preguntado al respecto por Europa Press, el conselleiro de Sanidade en funciones no detecta estas diferencias porque «en principio la estructura de las unidades es homogénea» en todas las áreas, porque fue una orden única de la Consellería. Por tanto, García Comesaña reduce estas posibles deficiencias a «un tema de percepción».
CONTRATOS DE EMERGENCIA
Otro de los episodios que marcaron la pandemia fue la compra de material sanitario por procedimientos de emergencia, es decir, a través de adjudicaciones ‘a dedo’ y sin publicidad. Este asunto ha vuelto, cuatro años más tarde, a la actualidad a raíz del conocido como ‘caso Koldo’ que ha saltado en el Gobierno central y que ha salpicado a otras autonomías.
El conselleiro de Sanidade, en la línea del presidente, Alfonso Rueda, ha defendido la «transparencia» de los contratos en Galicia y se ha remitido a la fiscalización del Consello de Contas en su informe publicado el pasado julio: «Dice claramente que no hay ningún reparo en la legalidad».
«En la contratación del Gobierno de España, la Fiscalía y Audiencia Nacional detectaron indicios de blanqueo de capitales, cohecho y tráfico de influencias», contrapone García Comesaña, que acusa al BNG de «hacer un papelón» al solicitar una auditoría para el Sergas.
«Hay tantos indicios de irregularidades en los contratos de emergencia hechos por la Xunta como en los de gobiernos del BNG y del PSOE en ayuntamientos y diputaciones, es decir, ninguno», zanja el conselleiro.
Asimismo, defiende los controles de calidad realizados a las mercancías y asegura que «curiosamente» el «único» material sanitario defectuoso que llegó a Galicia y que hubo que retirar «lo compró el Ministerio de Sanidad».