El 65 por ciento de las lesiones medulares se producen por caídas, porcentaje que aumenta hasta el 80 por ciento en el caso de las personas mayores de 75 años, y el 23 por ciento por accidentes de tráfico, situándose la edad media de los pacientes en los 56 años.
Estos datos se han dado a conocer en el marco de las 17º Jornadas Nacionales de Actualización para Médicos Rehabilitadores, organizadas por Esteve, avaladas por la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) y cuyo objetivo ha sido hacer una puesta al día sobre aspectos de vanguardia en rehabilitación.
Según los expertos, hay dos perfiles de pacientes con lesión medular: el menor de 45 años, cuya causa más frecuente son los accidentes de tráfico; y el mayor de 45 años, cuya causa más frecuente son las caídas. «El porcentaje de lesionados medulares por accidentes de tráfico y laborales ha disminuido en la última década desde el 44 por ciento al 23 por ciento, mientras que las caídas se han incrementado hasta constituir el 65 por ciento de las causas de lesión medular», ha comentado el jefe del Servicio de Rehabilitación del área sanitaria de Ourense, Verín e O Barco de Valdeorras, Xoán Miguéns.
Asimismo, durante el encuentro se ha puesto de manifiesto que lo habitual en la consulta de rehabilitación es que el 85 por ciento de los pacientes lleguen con dolor y en su control los especialistas siempre tienen en mente la perspectiva de la funcionalidad, es decir, controlar el dolor para mejorar la funcionalidad y la independencia de los pacientes.
«En el caso de las lesiones medulares, nuestra prioridad es el tratamiento analgésico, porque estos pacientes cuando llegan al centro hospitalario tienen dolor cada vez que respiran. Luego, cuando la lesión se estabiliza, aparecen dolores de tipo neuropático, que son terribles y tremendamente retadores», ha recalcado el doctor Miguéns.
OSTEOPOROSIS
Además de los procesos asociados a la propia lesión, al igual que en otras circunstancias donde se padece dolor de forma crónica, el sistema de transmisión de este al cerebro también se modifica, transmitiéndolo con mucha más intensidad, incluso sin que exista un estímulo permanente que lo cause (es lo que se conoce como sensibilización central).
Por otra parte, la osteoporosis es otra complicación frecuente en lesionados medulares y, más concretamente, la osteoporosis neurogénica, la cual aparece a raíz de las lesiones sufridas en el sistema nervioso central (SNC). En estos pacientes se produce una alteración del control del calcio porque la pérdida de movilidad y el mal funcionamiento del SNC en el control del calcio acelera la pérdida de este mineral. Además, el metabolismo de la vitamina D también está alterado.
«La pérdida de masa ósea es del uno por ciento semanal en los primeros meses, estabilizándose al cabo de 1 o 2 años, pero siguiendo durante unos cuantos años más. Esto se traduce en una pérdida de masa ósea hasta del 50 por ciento durante el primer año, sobre todo en el cuello del fémur y en la tibia, y esta cifra supera el 75 por ciento en pacientes con lesión medular completa. Además, esta marcada pérdida de masa ósea conlleva un aumento de las fracturas por fragilidad del hueso, que padece 1 de cada 3 pacientes», han detallado los participantes en la jornada.
Finalmente, la segunda parte del encuentro se ha dedicado al taller práctico en infiltración guiada con ecografía, que responde a una demanda real en las consultas y que permite introducir técnicas menos habituales y más novedosas para tratar a los pacientes.
La principal ventaja de la guía ecográfica es que ofrece una mayor precisión y seguridad al visualizar la zona del organismo a tratar y también seleccionar el trayecto más corto y seguro hasta dicha zona. «Es una herramienta tan común en la consulta como el fonendoscopio y nos permite tanto diagnosticar el problema como tratarlo con seguridad y evaluar la respuesta al tratamiento que acabamos de administrar», ha explicado el doctor
También permite llevar a cabo técnicas que, de otro modo, no se podrían realizar como, por ejemplo, infiltraciones en zonas muy próximas a los pulmones o a una arteria importante o en un nervio tan pequeño que requiere visualizarse en la ecografía; así como técnicas analgésicas, como el bloqueo caudal o el bloqueo brilma en mujeres que han pasado por una cirugía de mama y que tienen un dolor persistente y mal tolerado.