El Grupo de Trabajo Internacional Orcas Atlánticas sitúa en 22 las interacciones de esta especie con veleros en la costa gallega desde el 10 de agosto, de las que «tan solo el 15% fueron con daños» a estas embarcaciones.
En un comunicado, señala que desde el mes de julio se registraron un total de 33 interacciones, entre las que están las 22 de Galicia, así como seis en el Estrecho de Gibraltar y cinco en la costa portuguesa. En el caso de las orcas detectadas en la costa gallega, destaca los avistamientos a lo largo de la costa, «algunos incluso en playas».
«Se desplazaron hasta el norte de Cabo Ortegal, regresando posteriormente al sur de Fisterra y, finalmente, volviendo al norte hacia Camariñas, siendo la última interacción registrada el 30 de septiembre», informa.
«Los barcos protagonistas de estas interacciones fueron inspeccionados para comprender mejor cómo ocurrieron las interacciones y qué tipo de contactos tuvieron lugar, limitándose casi exclusivamente al contacto con los timones», explica sobre los datos recabados.
UN TOTAL DE 46 CONTACTOS
En base a los mismos, precisa también que en Galicia, desde el 10 de agosto, se registraron 46 contactos de los que el 52% (24) fueron avistamientos y el 48% (22) interacciones con veleros. De ellos, el 13% no presentaron consecuencias para los barcos; el 20% fueron consecuencias leves que no impidieron la navegación y el 15% de los casos tuvieron «consecuencias de diversa consideración y que impedían la navegación».
«En ningún caso peligró la integridad de las personas por la actividad directa de las orcas, aunque se dieron algunas situaciones de riesgo al encontrarse con interacciones nocturnas y duraderas, brusquedad en el movimiento de la rueda del timón o giros de la embarcación, lo que angustió a las tripulaciones por el desconocimiento sobre las orcas y su comportamiento».
Sobre el mismo, no descartan que el origen pudiera estar «en un incidente aversivo que las orcas tuvieron con una embarcación, en la que la velocidad del barco pudo ser un componente crítico».
Sin embargo, reconocen que «dada la falta de evidencias tampoco se puede descartar que sea un comportamiento inducido por su propio interés y curiosidad, dado que al tocar partes móviles del barco pueden mover o llegar a detener un gran objeto en movimiento».