La Universidade de Vigo pone en servicio a partir desde este jueves cuatro salas de lactancia, dos en el campus de Pontevedra y otras tantas en el de Vigo, mientras prevé en los próximos días sumar una quinta en el campus ourensano.

El rector de la Universidade de Vigo, Manuel Reigosa, y la directora de la Unidad de Igualdad, Águeda Gómez, han participado este mediodía en la inauguración del espacio habilitado en la planta baja de la Escuela de Ingeniería Forestal. Este centro y la Facultad de Bellas Artes acogen las dos salas de lactancia habilitadas en el campus de Pontevedra.

Están dotadas de sillones y cojines para lactancia, un cambiador, nevera, microondas y dispensador de agua, y están destinadas a favorecer que las trabajadoras y estudiantes universitarias puedan continuar con la lactancia materna cuando se incorporen a su puesto, después del nacimiento de sus hijos.

El rector se ha referido a esta iniciativa como «un paso pequeñito, pero significativo». Señala que con estas cinco salas en los tres campus, la Universidad de Vigo se convierte en la primera de Galicia y en la cuarta de España –tras Murcia, Valencia y Sevilla– en habilitar unos espacios que tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS), como la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, recomiendan en empresas en las que trabajan más de 1.000 personas.

Manuel Reigosa cree que «es preciso que las mujeres encuentren su lugar profesional y todas las medidas que se puedan poner en marcha para favorecer la conciliación harán una sociedad más justa y feliz».

VIGO Y OURENSE

En Vigo, el edificio Filomena Dato y el Cinbio (Centro de Investigaciones Biomédicas) albergan las salas de lactancia y en el campus de Ourense la sala se situará en la Biblioteca Rosalía de Castro.

La directora de la Unidad de Igualdad indica que las salas están pensadas tanto para dar pecho como para extraer leche, y espera «acabar con la penosa experiencia de muchas trabajadoras de la universidad que tenían que ir a los baños, algo que producía muchas incomodidades, estrés y poca garantía de seguridad e higiene».

«Las instituciones ciegas al género invisibilizan las necesidades de las mujeres que parimos, menstruamos, damos de mamar, etcétera, por lo que estas salas en nuestra universidad rompen con un paradigma que le daba la espalda a la vida en su sentido más humano», asegura Águeda Gómez.