Josefa Charlín, que está siendo juzgada por la Audiencia Nacional (AN) junto a otros ocho miembros del clan de ‘los charlines’ por blanqueo de capitales derivados del tráfico de droga, ha aseverado este lunes que el dinero que ingresó en cuentas que abrió en Suiza en 2000 no provenía del narcotráfico sino de la venta de una cantera de granito en los 90, y ha recalcado que puso de apoderada a su hija, Noemí Outón, por si le pasaba algo a ella, para que pudiera reclamar esas cantidades.
De esta manera, y en respuesta a preguntas de su abogado –se ha negado a responder al fiscal– ha salido al paso de la acusación del Ministerio Público de abrir varias cuentas en Suiza, en el Banco Clariden Leu, para ingresar importantes cantidades de dinero proveniente del narcotráfico. Las nutrieron entre 2000 y 2010, y el objetivo era ocultar esos fondos al fisco español y a las autoridades que persiguen el blanqueo, señalaba en su escrito de acusación.
Esas tres cuentas se denominaron ‘Malla’ –1,3 millones de euros–, ‘Viauton’ –757.844 euros–, y ‘Blue’ –239.424 euros–, y Josefa Charlín ha apuntado que esas cantidades se trasladan desde el Citibank –de la cuenta nominada ‘Gaia’– por recomendación de su gestor de confianza.
En este sentido, ha insistido en que el origen de ese dinero proviene de cuentas abiertas en el 94 y ha aseverado que su hija, también acusada de blanqueo, no firmó nada. «Firmé yo todo, mi hija no firmó nada, la puse a mi hija por si me pasara algo, que pudiera reclamar ese dinero. Así me asesoraron», ha añadido.
Noemí Outón ha corroborado lo dicho por su madre, y es que ella no aperturó esas cuentas en 2000, que no firmó ningún documento, que no se desplazó a Suiza para ello y que no dio consentimiento para figurar como apoderada en las cuentas de Josefa Charlín.
LA DEPURADORA DE MARISCO
En el día de hoy también ha declarado la hermana de Josefa, Teresa Charlín, a quien la Fiscalía relaciona con una operación de blanqueo para la que se usó una depuradora de marisco. En concreto, Antidroga explicaba en su escrito que en mayo de 2008 se subastó por orden judicial esa planta y los terrenos adyacentes a la misma que habían pertenecido a Teresa Charlín y que a esa subasta asistió la hija de Teresa, Natalia Somoza –encausada– que se hizo con todo por 795.000 euros.
«Sin embargo fue consciente en todo momento de no ser más que un simple testaferro de su madre que era quien realmente ponía el dinero y adquiría para sí los bienes subastados», señalaba el fiscal para luego apuntar que la cantidad abonada provenía del narcotráfico.
Sumaba a esto que los terrenos adquiridos en subasta fueron finalmente adjudicados a una constructora para colocarlos a nombre de otro hombre de paja, Ramón Rodríguez Paz –también encausado–, «a pesar de continuar siendo en realidad de Teresa Charlín».
Teresa Charlín ha negado este lunes haber adquirido esos bienes, asegurando que lo hizo su hija Natalia porque ella tenía muchos problemas en esa época ya que le habían detectado un cáncer y se le habían muerto otras dos hijas. «Cuando hay que coger la depuradora estaba saliendo de la quimioterapia, con depresión grande y no tenía fuerzas suficientes», ha apuntado.
Así, dado que su hija ya estaba trabajando en marisco, decidió que ella iba a la subasta y así fue como se hizo con la depuradora con el dinero que obtuvo de la venta de propiedades más unos créditos que lograron hipotecando un piso. Ha apuntado, eso sí, que todo el dinero que se presentó en la subasta era de origen lícito y que ella se quedó con un 10 por ciento de la depuradora.
LA DEUDA CON EL CONSTRUCTOR
En cuanto al hecho de que el constructor Ramón Rodríguez Paz se hiciera finalmente con esa planta por una deuda previa existente, Teresa Charlín ha explicado que desconocían en el momento de la subasta ese extremo, que fue un error de los juzgados, y ha añadido que solventaron el problema abonando en metálico la deuda de 170.000 euros con dinero en ‘b’ obtenido de la compra venta de marisco procedente de Portugal.
Sobre su posible participación en la inversión del clan de 1,95 millones de dólares en una planta de elaboración y transformación de productos del mar en la ciudad china de Qingdao con el propósito de ocultar el origen ilícito de las cantidades procedentes de la droga, Teresa Charlín se ha querido desmarcar de la misma señalando que si fue en una ocasión a ese país asiático fue para hacer turismo.
Su hija, Natalia Somoza, que también ha declarado este lunes a preguntas de su abogado, ha corroborado en síntesis lo explicado por su madre, que compró la planta de marisco –Sochar– con ayuda de Teresa Charlín, que contaba con experiencia en el sector y su madre con el dinero y que nunca ha tenido vinculación previa con actividades ni de narcotráfico ni de blanqueo: «el apellido».
Del pago al constructor, ha reconocido que se le pagó con dinero en ‘b’, pero ha sostenido que el origen del mismo venía tanto de su empresa como de la de su madre. «En nuestro sector parte del marisco viene no declarado y la venta se hace también sin declarar, el 20 por ciento de la facturación», ha explicado.
Por su parte, el constructor ha confirmado que con ese acuerdo buscaba cobrar la deuda y que recibió una carta de pago con el dinero en metálico que puso a disposición de los servicios de administración de su empresa. Ha negado sin embargo conocer el origen de ese dinero recibido: «Yo no rechisté de donde procedía».
En esta segunda jornada también han comparecido ante el tribunal Melchor Charlín y Óscar Charlín. Si bien el primero se ha negado a responder tanto al fiscal como a las defensas, el segundo sí ha contestado a su abogado para señalar que tuvo relación con la empresa Orco Galaica, que se dedicaba a la compra y a la venta de productos, que tras salir de la cárcel regresó a ese negocio pero que finalmente decidió montarse por su cuenta.
En cuanto al hecho de que apareciera también en cuentas en Suiza, ha explicado que nunca suscribió nada, y que se enteró en el procedimiento penal de que aparece en las mismas.
CAMBIO DE ABOGADA
Este lunes también estaba previsto el interrogatorio de otro de los acusados, Santiago do Campo, si bien la defensa ha solicitado que se postergue un día su comparecencia ante el tribunal debido a un cambio de última hora en la dirección letrada por pérdida de confianza.
La Audiencia Nacional juzga desde finales de septiembre a parte del clan de los charlines por blanqueo de capitales derivados del tráfico de droga cometido en el seno de una organización delictiva. En total se sientan en el banquillo nueve miembros del clan, si bien el principal investigado en esta causa, el capo de la droga y patriarca de esa familia, Manuel Charlín, falleció en 2021 a los 89 años.
La Fiscalía Antidroga, en su escrito de acusación, recogido por Europa Press, solicita penas que van de los 5 a los 6 años de prisión para cada uno de los acusados, entre los que se encuentran hijos y nietos del capo, y multas que oscilan de los 10 a los 12 millones de euros para cada uno.
Interesa asimismo el decomiso definitivo en favor del Estado de la totalidad de los elementos patrimoniales que se usaron para posibilitar el blanqueo de dinero logrado por el narcotráfico, y en concreto se refiere a una depuradora de marisco en la Isla de Arosa (Pontevedra), varios pisos, trasteros y garajes en Vilanova de Arousa, fondos bloqueados en Suiza y cantidades equivalentes a lo invertido en China y que ascendería a casi 2 millones de euros.