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Crónica del procés: rabia, incredulidad, respeto, amor… Los sentimientos de los catalanes en Galicia

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La visión de catalanes que han pasado o están en Galicia ayudan a entender un poco más los acontecimientos de los últimos días. Bien sea porque han regresado a Cataluña o bien porque aún viviendo aquí, están pendientes de los acontecimientos de estos últimos tiempos. La reclamación de una vía democrática que solucione la cuestión está en boca de todos y todas. Con todo, entienden que la postura del Estado, de continuar así, puede dificultar la vía democrática de un nuevo referéndum.

Hablamos con tres catalanes para que nos cuenten como viven una situación que, para más de uno, pasa por vivir momentos hilarantes o desproporcionados en su día a día. Desde luego que quien vive en Galicia siente distanciamiento cuando no rechazo por el simple hecho de ser catalán. A pesar de todo, muestran optimismo frente a un futuro incierto a corto y medio plazo, pues o “el proceso soberanista es inevitable” o “la UE quiere que esto se resuelva” de manera democrática porque “quiere estabilidad”.

“AQUÍ APRENDÍ A USAR LA RETRANCA”

Susana Montesinos desciende de inmigrantes en Cataluña. Unos de Extremadura y otros de Alicante. “Soy hija de la inmersión lingüística” dice, y como profesora de catalán, vivió momentos de cierta hostilidad cuando comenzaba a dar aulas en barrios donde el “90% hablaba en castellano”. Sobre su primera impresión cuando vino a Galicia, están las reacciones al hecho de ser catalana como “algunas hostiles, tópicos que se repiten, tener que defenderte frente a ellos, mi entorno está ligado al movimiento independentista, por lo demás tuve que hacer mucha pedagogía”.

La pedagogía que aplicaba y sigue aplicando Susana se refiere sobre todo a “cuando hablabas de la independencia de Cataluña ya te vinculaban a Junts per Catalunya, a la derecha, y yo tenía que decirles que no era así”. En conexión con esto último, Susana remonta diez años atrás “esto lo movieron desde 2009 vecinos del Maresme, que son pueblos marineros muy pequeños y es un movimiento que va de abajo para arriba”. Incluso “tenía que explicar que no era nacionalista, soy independentista, lo mismo que quiero para el pueblo saharaui como para Galicia”. Y añade “aquí aprendí a usar la retranca”.

En líneas generales, para esta pedagoga, su primera impresión en Galicia fue “eso que se dice del auto-odio, eso me desgasta mucho, tengo una hija que nació aquí y quiero que se sienta orgullosa de ser catalana y gallega”. Acostumbrada a una sociedad donde los derechos se defienden de una manera más activa, señala que “ahora es un momento de mucho movimiento en las calles, yo estuve en la Praza do Toural en Santiago y casi no había gente joven, me da mucha pena, porque en mi país hay dos millones de personas en la calle y aquí no veo ese activismo”. La imagen de las manifestaciones son una señal de que “la violencia está institucionalizada, están alimentando ese odio y creando esa infamia mediante medios que pagamos todos”.

Sobre las soluciones posibles al momento que se vive en Cataluña, Susana cree que “esto no tiene solución fácil, hace falta mucha resiliencia, resistir, esto no va a ir más rápido”. Susana ve que incluso gente no ligada al soberanismo o independentismo catalán, siente la necesidad de una solución en las urnas. “Toda mi familia materna era de Extremadura y mi madre votó toda la vida a Izquierda Unida, e incluso ella me decía: es que esto no puede ser, es injusto”. Por eso finaliza diciendo que “esto va de democracia, esto se resuelve votando, la sentencia cayó como un golpe muy duro, veníamos de dos años de prisión preventiva, con personas como los Jordis, como si fueran asesinos, si eres de izquierdas no lo puedes permitir”.

“ESCUCHÉ A UNIONISTAS DECIR QUE LA INDEPENDENCIA ES IRREVERSIBLE”

Eduard Velasco vivió diez años en Galicia. “Quería vivir en Galicia y cuando vine el que sucedía en Cataluña volví para vivir allí”. Eduard decribe la atmósfera como “días difíciles para todos por lo que estamos viviendo, seguramente no me contactas en un momento de mucho optimismo”. Aun así “volví a Cataluña porque quería vivir este momento tan intenso y llegué en el momento álgido, tres semanas antes del uno de octubre (1-O, día del referendum de 2017)”

En el momento de su retorno a Cataluña, Eduard sintió que había “un pacto de silencio que fue bueno o conveniente para no hablar según que ambientes, como el laboral para mantener la cordialidad”. No obstante, ahora siente que hay un cambio, que las personas empiezan a hablar porque “ven que todo ha saltado por los aires y hablan desde la cordialidad e intercambio de posiciones”. El momento para Eduard “es tan duro que hay que tomar determinaciones que no pasan por el diálogo aunque también reclaman ese diálogo”.

Las posturas adoptadas por el Gobierno central son, para este filólogo “lamentable, hacer lo mismo que cuando sucedía lo de Euskadi, condenar la violencia, seguirles el juego de condenar la violencia e incluso cuando se condena, tampoco se hace nada”. El discurso también pasa por señalar la división mismo dentro de familias, a lo que Eduard responde que “ahora comenzamos a hablar del tema pero de una manera menos vehemente, desde la serenidad, como que llegó el momento de hablar”.

Las posturas varían, la sensación era que el nacionalismo catalán estaba girando a la derecha. Eduard dice sobre eso que “el nacionalismo no lleva la ninguna parte, hablamos de independentismo y soberanismo porque son multiculturales, multirraciales, son abiertos y plurilingües”. Esa apertura del soberanismo podría reforzarlo más con el paso del tiempo, cosa que llevaría a personas contrarias al proceso soberanista a decir que “el proceso de independencia es irreversible, incluso gente de los cuerpos de seguridad”. Por eso Eduard concluye que “Cataluña tendrá un estado propio, puede tardar, diez o veinte años, nunca se sabe”.

“El 1-O CAYERON MUCHAS MÁSCARAS EN EL ESTADO ESPAÑOL”

Andratx Badia estuvo trabajando cómo lector de catalán en la Universidad de Santiago. En 2017 “estuve en una mesa electoral durante el 1-O, participando en la defensa de un colegio electoral”. Para él fue un día “de triste recuerdo por la represión desproporcionada de la Policía Nacional y Guardia Civil”. Aun así también había sido un día en que “se sentía la complicidad de personas que no conocías de nada, para que se pudiera votar”.

Durante su estancia en Galicia, Andratx pudo salir del debate “más de partido, veía otras perspectivas”. Eso no evitó que tuviera que explicar muchas veces que “una cosa es lo que ves en los medios, el relato político de Madrid y otra es la gente de la calle”.

“Yo soy de los que piensa que esto va a acabar más temprano que tarde”. No por la buena intención del gobierno español “sino porque hay datos como la importancia de Cataluña como economía productiva para España y región económica europea”. Andratx siente que la UE quiere estabilidad y por eso habrá movimientos “desde instancias internacionales para que esto se resuelva, que habrá amnistía y con un referéndum, porque la única gramática que entiende Europa es la democracia”.

La actitud del Gobierno central antes y después del referendum del 1-O, dejó ver tanto para él como para muchos y muchas catalanas que “cayeron muchas máscaras del estado español, con la detención de jóvenes menores de veinte años sin acusaciones realmente probadas, la opinión pública en Europa presionará a sus gobiernos para que haya una solución”.

El referendum también demostró que la cuestión catalana no era tan conocida en el exterior como habían calculado desde posiciones soberanistas. Aun así, ese mismo día de la consulta, Andratx cuenta cómo “cuando la policía entraba en colegios electorales a primera notificación fue de un medio extranjero, The Guardian, esto está en la agenda internacional y tendrá repercusión”, concluye.

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