La familia de la viguesa Déborah Fernández-Cervera, cuyo cuerpo sin vida apareció en 2002 en una cuneta de O Rosal (Pontevedra) unos días después de su desaparición, ha vuelto a enterrar a la joven este miércoles, transcurrida una semana desde que se procedió a su exhumación para practicarle nuevas pruebas en busca de posibles indicios que arrojen luz sobre su muerte.
La exhumación de los restos de la joven tuvo lugar el pasado martes, 18 de mayo, en el cementerio de Pereiró, donde estuvieron presentes miembros de la familia, sus abogados y peritos de parte, así como forenses del Imelga y la secretaria del juzgado de instrucción de Tui.
En estos días, los restos de Déborah Fernández-Cervera han sido sometidos a diversas pruebas en busca de, entre otras pistas, posibles fracturas en algún hueso del cuerpo (en su día solo se radiografió el cadáver de cuello para arriba) o restos de ADN bajo las uñas.
En declaraciones a Europa Press, la familia de la joven ha confirmado que se han recogido restos biológicos del cuerpo, los cuales se están analizando. Ahora, se encuentran con «incertidumbre absoluta» y están «pendientes de resultados».
INVESTIGACIÓN
Déborah Fernández-Cervera desapareció en 2002, cuando tenía 21 años de edad, después de salir de su casa para hacer deporte por la zona viguesa de Samil. Su cadáver fue localizado varios días después, rodeado de pistas falsas, en una cuneta de O Rosal, y nunca hubo nadie detenido ni formalmente investigado por este crimen.
La familia ha denunciado en múltiples ocasiones que la investigación de esta causa ha sido una «chapuza en muchos aspectos» y ha pedido agilizar los trámites, dado que tan solo resta un año para que prescriba el caso y, por tanto, únicamente queda «un año esclarecer lo que pudo ocurrir».