El sindicato Labrego Galego ha pedido a la Xunta de Galicia que amplíe el plazo de las ayudas previstas para la reparación de los daños causados por los incendios, publicadas el pasado 30 de agosto y cuyo plazo finaliza el 30 de este mes, ante el fuego que afecta estos días al municipio de Pantón (Lugo).
Este fuego, iniciado la pasada semana y que obligó a decretar la situación dos, sigue activo y afecta, por el momento, a unas 2.000 hectáreas de terreno, parte de ellas en el ayuntamiento vecino de Sober.
En un comunicado, un viticultor del Sindicato Labrego vecino de Pantón, David Álvarez, califica que «desastre» la situación y denuncia la «mala organización» del disposición de extinción al asegurar que «los forestales» de la zona estaban en otro fuego. «No ardieron más casas ni más terrenos por la ayuda de los vecinos y vecinas que quedamos, sino ardía todo», sostiene.
Asimismo, este viticultor, que sostiene de que la superficie afectada puede ser mayor, considera que Galicia no está preparada para este tipo de incendios. «El fuego nos envolvió en nada, es una locura», señala para asegurar que las propias unidades de medios incidieron en la «falta de preparación que tiene el pueblo gallego ante estos fuegos».
Así las cosas, ha incidido en la necesidad de mejorar la coordinación de los medios, en la urgencia de delimitar franjas de seguridad y ha apelado a reformular los cultivos que se quieren ubicar en los montes. Además, ha propuesto instalar bocas de incendio en cada núcleo.
El SLG ha insistido en que la mejor política contra los incendios es la defensa del rural vigo y ha señalado que el paisaje mosaico tradicional –hecho de fincas, prados, frondosas autóctonas y ganado en extensivo– actuaba como un cortafuegos natural.
La organización agraria apunta que la desaparición de esta estructura, provocada por la despoblación y la apuesta por los monocultivos de eucalipto y pino, así como por la «reducción de las ayudas a las pequeñas granjas», creó un territorio continuo de «combustible perfecto para las llamas».
Por todo ello, exige una política forestal basada en la biodiversidad y en las frondosas autóctonas; la reducción del eucalipto y de especies pirófitas de una gran parte del territorio; así como la recuperación y apoyo al pastoreo extensivo y a la agricultura de proximidad como herramientas de gestión del territorio y de prevención del fuego.
También reclama ayudas públicas reales y suficientes; prevención todo el año; unas condiciones dignas para un servicio de extinción profesional; así como una protección real de la tierra y de las personas que viven en el rural.
CRÍTICAS A RUEDA
Por otra parte, la Sociedade Galega de Historia Natural ha calificado de «poco afortunadas» las declaraciones en las que el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, sobre la superficie de monte raso calcinada por los fuegos de agosto al considerar que «evidencian el escaso conocimiento del patrimonio natural» de Galicia y del valor ambiental del matorral. Unos «hábitats ignorados por el presidente que albergan una gran variedad de especies de flora y fauna endémicas o amenazadas», señala.
La entidad, asimismo ha acusado a la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, de anunciar ayudas desde los terrenos de un Tecor afectado sin hacer mención a los espacios protegidos, ni esbozar las primeras medidas de restauración de hábitats, entre otras cuestiones.
Además, crítica que Alfonso Rueda anunciase que se podrá llevar a cabo fuegos técnicos en Red Natura para reducir los riesgos de focos en el verano, además de elevar la superficie que se podrá desbrozar.
«Plantear estas actuaciones drásticas y genéricas, especialmente con el uso del fuego, en los pocos espacios protegidos gallegos en la época más crítica para las especies, es una propuesta irresponsable, contraria a los objetivos de conservación y vuelve a evidenciar el escaso interés por los espacios protegidos que son competencia de la Comunidad».
La Sociedade Galega de Historia Natural, que también critica la política de la Xunta con el lobo, define la actuación del Gobierno gallego como un «cúmulo de despropósitos desde el punto de vista ambiental» y propone hablar del departamento que dirige Ángeles Vázquez como la Consellería de «Cero Ambiente».