El recientemente proclamado Premio Pritzker (conocido como el Nobel de la arquitectura), David Chipperfield, ha hecho un llamamiento este miércoles en Santiago a «cambiar» la forma de entender la arquitectura, poniendo el foco en los espacios sociales que «construyen y fortalecen la comunidad». «Ya no podemos construir edificios sin tener en cuenta el medio ambiente y la comunidad».
El arquitecto ha ofrecido una rueda de prensa acompañado de Jorge Mira, responsable del programa ‘ConCiencia’ que, al amparo de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), acoge estancias de Premios Nobel o sus análogos en otros campos como las matemáticas o la arquitectura.
Es el caso de Chipperfield, que este año recibía el máximo galardón a nivel mundial en su campo, «un gran honor y una gran sorpresa», aunque «quizás algo exagerado compararlo con el Nobel», según ha bromeado, pasa gran parte de su tiempo en Corrubedo (A Coruña) desde hace años.
Preguntado por su valoración urbanística de Galicia, tierra que «tan bien conoce», ha destacado que el valor de Galicia es «universalmente conocida, la belleza de los paisajes y también la forma en que el paisaje es productivo».
«Pero creo que todos compartimos esa ansiedad sobre cómo la construcción de los edificios o de las infraestructuras en las últimas décadas no ha sido, digamos, lo más sensato respecto a los valores del paisaje», ha matizado.
Con todo, señala que no es un mal único de Galicia. «Todos los países han sufrido esto en los últimos años, con la escalada del desarrollo y la construcción. Y Galicia no es indiferente al resto de lugares, pero quizás el contraste de estas construcciones respecto a la belleza del paisaje, resulta más impactante, más incómodo», ha reconocido.
En esta línea, Chipperfield ha reflexionado sobre el progreso y cómo se entiende actualmente. «Es interesante. En los últimos 40 años ha sido difícil cuestionar el proceso. Cuando construyes una calle, eso es progreso. Es difícil estar en contra de eso. Pero ahora, por primera vez en mi vida, estoy empezando a cuestionarme la autoridad del progreso»
Así, el arquitecto británico ha comparado la reflexión que se está iniciando con la industria alimentaria y la necesidad de hacerla sostenible, «cómo se está volviendo a los orígenes», con la que debe iniciarse en el ámbito de la arquitectura. «En la arquitectura, en cuanto a sostenibilidad, lo mejor es siempre reutilizar y no construir», ha afirmado.
«Estamos en un momento muy interesante en el que podemos cuestionar el progreso. Y en este aspecto, Galicia quizás no está tan atrás. Quizás podamos enseñar algo. Si preguntamos si en Galicia la calidad de vida es buena, gran parte de la gente diría que sí. ¿Cómo es eso posible si la economía no es tan potente? Los anglosajones estamos obsesionados con que la felicidad la da el dinero y el consumismo. Quizás la actitud de los gallegos, más interesados en los aspectos más cotidianos de la vida, tenga algo que enseñarnos», ha considerado.
TALENTO GALLEGO
Por otra parte, Chipperfield ha subrayado el «enorme» talento existente entre los arquitectos gallegos, aunque «sin muchas oportunidades». «Es difícil ser arquitecto en cualquier sitio. Tenemos dos oportunidades: trabajar en inversión privada y otra de obras públicas. En Galicia, ninguno de estos sectores es fácil para encontrar trabajo», ha lamentado.
Para luchar contra eso, ha apuntado, trabaja también con el Colegio de Arquitectos de Galicia, en «cambiar la cultura». «Fortalecer la cultura de la arquitectura, no solo en defender las obras de arquitectos, sino los procesos, la planificación, la contratación y la ejecución de todos los contratos».
Para Chipperfield, este cambio de paradigma en arquitectura tiene que reforzar lo social y no tanto lo físico. «Un pueblo, además de ser algo físico, es también algo social. Tienes el hardware y el software, y esto último es lo más importante. El hardware se construye para el soft. Así que es un problema si la arquitectura se ve como una solución instantánea, que construyes un museo o un centro cultural y ya cambia todo», ha profundizado.
Ha incidido una vez más en que la arquitectura «puede fortalecer un tejido social, la actividad de una comunidad». Y como ejemplo «perfecto», ha puesto la Plaza de Abastos de Santiago, donde la «fantástica estructura» de la arquitectura alberga e impulsa la actividad social y comercial.
FUNDACIÓN RIA
David Chipperfield creó en 2017 la Fundación RIA (Fundación de Planificación Territorial Estratégica), una agencia independiente –como él mismo ha remarcado– y sin ánimo de lucro, con la que el arquitecto británico busca contribuir al análisis, la reflexión y la planificación territorial estratégica.
En eso está centrado ahora mismo de la mano de la fundación, «en las cosas entre edificios». «En restaurar importancia de los espacios públicos, cuestionar el dominio del tráfico en los espacios, fortalecer la conexión entre los distintos aspectos entre los entornos naturales y urbanos; en proteger y desarrollar», ha detallado.
Tal y como lo ha definido el propio Chipperfield, asesoran para «crear un concurso, en vez de participar en el concurso». «Es interesante ser arquitecto y no depender de un edificio», ha comentado.
Atienden peticiones de diversas administraciones y sectores, «sin clientes convencionales». «Quizás es un poco pretencioso por mi parte, pero para mí el cliente es la comunidad. Tratamos de iniciar cosas que puedan ayudar a proteger la calidad del entorno y fortalecer la identidad de los pueblos», ha indicado.
Ha confesado que cuando arrancaron con la fundación, se preguntaron si podrían asesorar en cuanto a lo que en Galicia se conoce como ‘feísmo’, aunque pronto se dieron cuenta de que el problema «no era tanto el edificio en sí, como el proceso por el que se toman las decisiones» que desembocan en esas construcciones.
También sobre esto, ha apelado a los jóvenes arquitectos a que sean «más comprometidos, más activistas» y a que hagan más preguntas. «Vemos por ahí un edificio y cuando preguntamos por qué lo han construido decimos no sé. Nos acostumbramos a esa respuesta, a no hacer más preguntas, a cuestionar», ha instado.
«Lo más importante no son los edificios, sí los espacios sociales, el espacio entre edificios, donde se juntan las personas. La identidad de un pueblo la da su espacio social común. Cuando dices ‘vamos a la calle’, esperas que haya gente en la calle porque vas a la calle social, no a la calle física. No vas a mirar el suelo o el aparcamiento. La calle representa a la comunidad», ha concluido.