El ourensano José Luis Fernández Rodríguez, profesor emérito de las Facultades de Filosofía y Eclesiástica de Filosofía, ha fallecido este lunes en Pamplona a los 88 años de edad.
Natural de Ourense (1935), fue el segundo decano de la Facultad Eclesiástica de Filosofía del centro académico, entre los años 1998 y 2004. Licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y doctor por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra con Premio Extraordinario, se incorporó al claustro de profesores del departamento de Historia de la Filosofía a principios de los años 70.
Poco después obtuvo por oposición la cátedra de Metafísica de la Universidad de Murcia y se reincorporó a la Universidad de Navarra como profesor ordinario de Historia de la Filosofía.
Director del departamento de Historia de la Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras desde 1991 hasta 1996, formó parte*del Consejo de Redacción y del Consejo Editorial de diversas revistas filosóficas. Después de haberse jubilado, desde 2005 hasta 2009, dirigió la Colección Iniciación Filosófica (EUNSA).
Según han informado desde la universidad en una nota, fue conocido sobre todo por sus escritos sobre el racionalismo francés, en particular sobre Descartes y Malebranche, además de sus estudios de Dios en los filósofos modernos.
El profesor de la Facultad Eclesiástica de Filosofía José Ángel García Cuadrado ha destacado su amistad con el profesor José Luis Fernández desde que era ayudante en la Sección de Filosofía. «Era una persona discreta, tranquila y muy entrañable; buen gallego que supo hacerse pronto con el carácter navarro. Como filósofo le gustaba ser concienzudo; cuidadoso y riguroso en su investigación», ha señalado.
De sus años de decano en la Facultad Eclesiástica de Filosofía, recuerda su «sentido de responsabilidad e interés por el futuro de la Facultad». «A los jóvenes profesores nos impulsaba a apuntar alto en nuestro trabajo, animándonos a trabajar con empeño y salir fuera para ampliar horizontes. Pero, sobre todo, recuerdo su dedicación a los alumnos; su interés, no solo por su formación académica, sino como personas. Era muy respetado y querido por los estudiantes que veían en él a un verdadero maestro de filosofía y de vida», ha apuntado.