El traslado de los restos de Rosalía de Castro al Panteón de Galegos Ilustres ha cumplido 130 años, una efeméride que ha sido conmemorada por la Fundación en honor a la escritora y por el Museo do Pobo Galego, instituciones que han reclamado «dignidad» ante el «abandono» que, según denuncian, padece el mausoleo en el que reposan Castelao, Domingo Fontán, Alfredo Brañas, Ramón Cabanillas o Francisco Asorei.
Los presidentes de la Fundación Rosalía de Castro, Anxo Angueira, y el Museo do Pobo Galego, Justo Beramendi, han sido los encargados de realizar una ofrenda ante la tumba que acoge los restos de Rosalía de Castro en el panteón del convento de San Domingos de Bonaval.
Durante el homenaje, Beramendi y Angueira han reivindicado la apertura al acceso público al mausoleo y que las administraciones pongan fin al «vacío normativo» en el que se encuentra para, de este modo, dotar de la «dignidad que se merece un monmento que es un símbolo de la identidad gallega».
Así, los representantes de la Fundación Rosalía y del Museo do Pobo Galegoa han reclamado el «desbloqueo» de la propuesta legislativa para el Panteón de Galicia, promovida por el propio museo y presentada ante el Parlamento autonómico por el Consello da Cultura Galega en el año 2011.
Este texto normativo, elaborado por una comisión compuesta por el Consello da Cultura Galega, la Real Academia Galega, el Museo do Pobo Galego y las fundaciones Rosalía de Castro, Alfredo Brañas y Castelao; propone articular el Panteón de Galicia como «una entidad de derecho público» para así hacer que desempeñe «un papel vivo y activo como un lugar de encuentro, de aprendizaje y de aliento del sentir de la comunidad de los gallegos de dentro y de fuera del país».
TRASLADO EN 1891
El 25 de mayo de 1891, casi seis años después de su fallecimiento, los restos de Rosalía de Castro fueron trasladados, tras el consentimiento de Manuel Murguía y la familia de la escritora, desde el cementerio de Adina, en Iria Flavia –Padrón (A Coruña)–, hasta la iglesia del convento de San Domingos de Bonaval.
Este hecho, impulsado por iniciativa de la Sociedad Económica de Amigos do País de Santiago, el ayuntamiento compostelano, la Asociación Rexionalista Galega y un grupo de estudiantes de Derecho, marcó el inicio del Pantón de Galegos Ilustres como un símbolo de la identidad gallega.
Más tarde, el cuerpo de Alfredo Brañas fue enterrado en el mismo lugar en el año 1906, también seis años después de la muerte del líder regionalista nacido en Carballo.
Casi 30 años después comenzó a celebrarse una misa «por las almas» de Rosalía y de Brañas, que se concibió como «una reunión de la religiosidad y del patriotismo gallego», según las crónicas de la revista Nós recuperadas por la Fundación Rosalía.
La Guerra Civil interrumpió estas ceremonias, recuperadas, en parte, por el Padrodado Rosalía de Castro, antecedente de la fundación con sede en la Casa da Matanza de Padrón.
Cada 25 de julio a partir de 1949, esta entidad organizaba una misa en honor a Rosalía en Bonaval que constituyó, para la fundación, el único acto de carácter galleguista y reivindicativo que fue tolerado por el régimen dictatorial de Francisco Franco.