El número de cazadores está disminuyendo según la Federación Gallega de Caza (FGC). Desde este organismo federativo lamentan la bajada del número de licencias para practicar lo que consideran un deporte y una manera de asentar población en el rural. La Federación remarca también el carácter social de cazar en Galicia, al revés que otras partes del estado. Estos dos puntos son cuestionados por las asociaciones animalistas como por ecologistas, porque consideran que la actividad cinegética no ayuda a la fijación de población en el rural además de que no genera ingresos suficientes como para tener apoyos oficiales.

MENOS CAZADORES

La merma de cazadores en Galicia va aparejada a la que se está dando en el resto del Estado. Una explicación es la baja densidad de población en medio rural, contexto donde se desarrollaba con mayor intensidad la caza por los vínculos entre las personas que vivían en aldeas y lugares con el entorno natural. Esto opina Javier Nogueira, presidente de la Federación Gallega de Caza. “La temporada de caza permanece abierta durante el otoño y el invierno, durante esas épocas la actividad cinegética puede ayudar o complementar la economía rural”.

Tanto la FGC como grupos de cazadores consultados para este reportaje, aseguran que la caza puede ser un elemento que ayude a evitar el vacío en el rural. El biólogo Xavier Vázquez Pumariño considera que esta actividad no ayuda a asentar población en el rural, “es de las pocas actividades que persisten cuando se vacía el rural, no tiene nada que ver”. Lo que detecta Pumariño es la existencia de un cuestionamento sobre la actividad cinegética, “fue una actividad de supervivencia y fue evolucionando hacia una actividad de ocio, por eso ahora busca un motivo para autojustificarse”.

La asociación animalista Libera!, por medio de su portavoz en Galicia, Rubén Pérez, afirma que para asentar gente en el rural “tiene que haber unas políticas públicas que permitan desarrollar actividades productivas o turísticas, que permitan la vuelta de personas a municipios casi despoboados”. La actividad cinegética como actividad de ocio no significa para Libera! “que ayude a fijar población, la mayor parte de las tiendas dedicadas a la caza están en ciudades o villas grandes”. Pérez también apunta que “el lobby de la caza argumenta este tipo de discursos para justificar su actividad. Para fijar población creemos que hay otros medios para hacerlo”.

La caza en Galicia se puede enmarcar dentro del que se llama «caza social», diferente de la que se hace en grandes extensiones en otras partes del Estado. “Poco tiene que ver con un modelo de caza comercial e intensivo” dice Martiño Nercellas miembro de Adega. “En unas áreas del rural puede ser un suplemento económico, pero con escasa incidencia”.

¿BENEFICIOS ECONÓMICOS?

Desde la FGC estiman que la cantidad de dinero que puede quedar en el rural por cazar es de diez millones de euros por año. “Esta actividad está muy distribuida socialmente en Galicia, los 40.000 cazadores que hay en nuestra comunidad están divididos en sociedades o cuadrillas por todos los ayuntamientos”.

Por otra parte, la inversión individual que se puede hacer, varía en función de la equipación que tenga el cazador. Según el “Estudio Socioeconómico sobre la caza y perfil del cazador en Galicia”, de la FGC, el gasto realizado puede ir de unos 400 euros a los 1.200 por año y persona. “Todo depende del que quieras y el tipo de caza, un rifle puede ir por los 1.000 euros, una escopeta puede llegar también a 1.000 euros, mas es un equipo que te puede durar toda la vida, botas desde 50 a 300 euros”.

“Que haya algún colectivo o persona que quiera practicarla, justificaría la existencia de la caza” dice Vázquez Pumariño”. Para este biólogo “es cierto que mueve dinero, pero el hecho de no cazar ofrece otras oportunidades económicas posiblemente mayores”. La referencia al turismo ecológico, observación de animales en estado salvaje y otras posibilidades.

“No, para nosotros no es ni un deporte, es una justificación del lobby procaza para recibir subvenciones” declara Rubén Pérez. “Realmente lo que quieren es recoger de todo para ver cuál de esos argumentos les sirve para justificarse”. Una polémica que recuerda el portavoz de Libera!, fueron las grandes batidas para cazar zorros en Galicia y que según Rubén Pérez también habrían recibido subvenciones públicas.

El argumento de que la caza es una actividad que puede redundar mucho en la economía rural es, para Martiño Nercellas, rotundamente falso. “Lo que haya dejado en estos años no ha supuesto un revulsivo para frenar la grave problemática del rural”. Nercellas indica que no está creando un discurso anti-caza, por eso matiza que “más allá del entretenimiento y diversión que se le supone, poco hay de una supuesta gestión de fauna o de revulsivo económico y dinamizador rural”.

PROLIFERACIÓN DE JABALÍ Y OTRAS ESPECIES

Los últimos años vieron aumentar las protestas y denuncias sobre ataques de jabalí a terrenos de cultivo o zorros rondando las villas y ciudades. La cuestión que apuntan algunas voces es que existen intereses en que solo proliferen algunas especies para la práctica cinegética. “Hay un aumento de especies de caza mayor porque el hábitat les es más favorable” dice Javier Nogueira. Por el contrario, especies de caza menor como aves, pierden sus lugares habituales de permanencia. “El jabalí por ejemplo, se acerca a zonas periurbanas porque tiene condiciones favorables como el alimento, y en el caso del corzo ocurre el mismo con la proliferación de pastos extensivos y cultivo de bosque de eucalipto como refugio”.

Otras voces consideran que se está tergiversando esta cuestión. “Las bases de referencia son que hay un número determinado de ejemplares de cada especie” dice Vázquez Pumariño. “Si creamos una línea temporal; siguiendo esa línea tenemos siempre un número más algo o un número menos algo”. ¿Puede haber ahora más jabalí y corzo que en 1950? “Puede haber, sí, mas por cuestión de cambios en el hábitat”.

Vázquez Pumariño señala la necesidad de ser cautos y de tener perspectiva sobre este asunto. “Siempre están manipulando a los medios, políticos hablando de que hay corzo, más respecto a cuando? Más jabalí, respecto a cuando? Más zorro respecto a cuando? Más zorro ya digo que no, eso tiene consencuencias sanitarias carísimas, no solo en dinero”.

Además del dicho, la presión que ejerce el ser humano sobre las especies de caza hace que estas se muevan a lugares donde se sienten seguros o no sienten tan cerca la presencia del cazador. Rubén Pérez apunta que la ley de Caza de Galicia redujo las franjas de seguridad. Esto, según Pérez, trajo que si las franjas están “a cien metros de las grandes vías, los animales al sentir el peligro hace que vemaos más jabalíes en entornos urbanos o hay más cultivo estropeado porque están presionando a estos animales”.

La idea de una proliferación de especies que están invadiendo espacios no habituales para ellas, son informaciones que “no se sustentarían con datos contrastados, sino con repetir y repetir de que hay muchos ejemplares ante una aparente población” dice Martiño Nercellas. Hablamos de especies integradas en poblaciones en medio y muy dinámicas, “con una serie de relaciones ecológicas, de su biología y etoloxia del comportamiento que se desprecia y se desconoce en esas valoraciones”. Lo riguroso, para Nercellas, sería contrastar esas informaciones con estudios técnicos que habrían respetado las metodologías propias de censo y estimaciones.

La caza por sí sola no es un factor que implique asentamiento o fijación de población en el medio rural. Aunque supone un movimiento económico en cierta medida destacable, las asociaciones mediomabientales y animalistas, apuntan al escaso o nulo factor económico de la caza en el rural. Y por último, sería necesario el estudio científico para poder estimar si el número de ejemplares de una o varias especies es superior al conveniente.