Los casos de infectados por la COVID-19 en la residencia de ancianos Orpea de Culleredo alcanzan la decena al haber dado positivo otro trabajador, con lo que son ocho usuarios y dos profesionales los afectados por el virus.
De ello informan a Europa Press fuentes de la empresa que gestiona esta residencia, Orpea, que asegura que estas diez personas se encuentran sin síntomas y que los protocolos se activaron porque uno de los usuarios presentaba unas décimas de fiebre.
La Xunta confirmó en la mañana de este lunes que el sábado tuvo conocimiento del positivo de uno de los trabajadores y que por ello todo el personal y los usuarios fueron sometidos a pruebas PCR.
De acuerdo con la información de la compañía, el domingo se tuvo conocimiento de que un segundo profesional estaba infectado y, también según Orpea, esta persona, como la primera empleada a la que se le detectó la COVID, tampoco era temporal ni de nueva incorporación para cubrir alguna baja o vacaciones.
CONFINADOS EN SUS HABITACIONES
Los usuarios de la residencia (en total son 130) están ahora confinados en sus habitaciones, «a la espera de que se terminen las PCR», según las fuentes de Orpea. El centro, además, está sectorizado por áreas (color rojo, naranja, amarillo y verde), en función de si tienen o no Coronavirus, si son o no sospechosos, si presentan o no síntomas.
En «la primera ola», este centro no registró ningún caso, por lo que se encuentra dentro de los denominados «centros blancos», destacan las fuentes de la empresa. De ahí que, resaltan, tenga «más riesgo de cara a una segunda ola», pues son «residentes que no han padecido la COVID y no tienen anticuerpos», por lo que hay «que prestar especial atención».
La compañía ha iniciado el rastreo para tratar de «identificar de dónde pudo venir el contagio», buscando «la trazabilidad y los contactos del entorno».
«Dentro de los test que se hacen a residentes y a trabajadores, los que más importancia tienen son los que han estado en contacto con los positivos. A partir de ahí se empieza a rastrear», explican estas fuentes.
Por último, y tras activar «todos los protocolos previstos» cuando saltaron «las alarmas», la residencia ha activado mecanismos como videoconferencias «para que no se corte la comunicación» entre residentes y familiares.