Peregrinar a Santiago en la actualidad dista mucho de los viajes repletos de peligros que, como relatan leyendas y romances antiguos, acechaban en los recodos de la rutas a los aventureros que se lanzaban al Camino.
De ello se encargan los casi 3.600 agentes de las fuerzas del orden que forman parte del dispositivo especial de seguridad articulado para este doble Xacobeo 21-22 a lo largo de las once comunidades autónomas por las que transcurren los 4.000 kilómetros que suman las vías de peregrinación a Compostela.
El operativo, coordinado desde la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior, cuenta con la participación de gran parte de las distintas unidades que forman los cuerpos de Guardia Civil, Policía Nacional y autonómica. Todo bajo un doble objetivo: velar por la seguridad de las personas y proteger el patrimonio cultural y artístico que conforman los Caminos de Santiago.
Así, los cuerpos se reparten sus ámbitos de actuación. Mientras que la seguridad en las ciudades y en la meta del Camino, Santiago, corresponde a la Policía Nacional –con el apoyo de la unidad adscrita a la Comunidad Autónoma–, la Guardia Civil se encarga de las rutas y los núcleos de población más pequeños.
Aunque los índices de criminalidad en las rutas jacobeas son «relativamente bajos», como reconocía el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, en la presentación del operativo hace un año; las fuerzas del orden patrullan senderos y tramos de las rutas, prestando mayor atención a zonas de concentración como finales de etapa, especialmente en los últimos kilómetros antes de Santiago.
Esta es la función que tienen las cuatro Oficinas Móviles de Atención al Peregrino (OMAP), creadas por la Guardia Civil en 2021. Se trata de unidades itinerantes del Instituto Armado que recorren las provincias españolas por las que discurren las rutas jacobeas y que, e su primera año de funcionamiento, llevaron a cabo unas 5.000 actuaciones a lo largo de 365 turnos de servicio.
En A Coruña, provincia meta del Camino, esta unidad de la Guardia Civil atiende principalmente la zona de mayor concentración de peregrinos: las dos últimas etapas y media del Camino Francés, que transcurren entre Melide, Arzúa y O Pino antes de alcanzar la capital gallega.
«Se trata de un servicio itinerante. Vamos a zonas donde se prevé que pueda haber masificación o a puntos estratégicos como un final de etapa, donde ofrecemos nuestro servicio de control y ayudamos a los peregrinos en lo que necesiten, sea presentar una denuncia, realizar una gestión o, incluso, recibir primeros auxilios», explica el agente Antonio Amor, miembro de la Oficina de Atención al Peregrino que estos días se desplegaba por el tramo entre Arzúa y Melide.
Su trabajo consiste principalmente en brindar información al peregrino y acercar los servicios de la Guardia Civil al propio Camino para que las interrupciones causadas por las eventualidades de la aventura no les resten mucho tiempo. En estas oficinas ambulantes pueden cursarse denuncias por hurtos o sustracciones, las incidencias delictivas más comunes entre los peregrinos junto con la pérdida de documentación.
Pero sus funciones van más allá de las tareas ordinariamente asociadas a las fuerzas del orden, como reflejan los datos facilitados a Europa Press por la Delegación del Gobierno. De las 5.000 actuaciones efectuadas en los 365 turnos realizados en la campaña de 2021, sólo 21 derivaron en diligencias por infracciones.
Así las cosas, los agentes de la OMAP se dedican principalmente a facilitar información a los peregrinos sobre los servicios en la zona, orientarlos en caso de resultar perdidos y ofrecerles ayuda si se encuentran lesionados o han sufrido algún percance mecánico.
«Es una atención directa que prestamos a los ciudadanos. Canalizamos todas estas eventualidades para que el peregrino se sienta protegido, especialmente a aquellos que van solos», relatan el agente Amor y su compañero Andrés Souza junto a la furgoneta que sirve de oficina de la OMAP, instalada en el puente de Ribadiso –a pocos kilómetros de Arzúa–, tras saludar a uno de los peregrinos que esta semana realizaban la ruta, el exministro de Defensa José Bono.
Todo este trabajo se lleva a cabo en colaboración y constante contacto con las patrullas de seguridad ciudadana de los puestos de zona, a los que se derivan los casos que revisten de mayor gravedad después de la «primera atención directa» que ejercen desde las unidades ambulantes.
APLICACIÓN ‘ALERTCOPS’
El uso de las nuevas tecnologías está desde hace años incorporado en el día a día de las fuerzas del orden. Desde hace un año, la aplicación ‘Alertcops’, desarrollada por el Ministerio del Interior, cuenta con una pestaña específica para el Camino de Santiago.
A través de esta herramienta, cualquier persona puede denunciar algún hecho del que haya sido testigo o, simplemente, pedir ayuda en caso de emergencia. La aplicación da la opción de que el usuario brinde su geoposición, lo que facilita su localización.
Esta posibilidad, como reconoce e agentes de la OMAP Andrés Souza, es de mucha utilidad en el Camino de Santiago, dadas las dificultades que, en ocasiones, entraña dar con el paradero de los peregrinos que piden ayuda, bien sea por el desconocimiento de la zona, los problemas para dar indicaciones útiles o la barrera del idioma.
COLABORACIÓN CON OTRAS FUERZAS
En un Camino cada vez más internacionalizado, facilitar la comunicación con los peregrinos de otros países es el principal objetivo de las colaboraciones que realizan las fuerzas del orden estatales con otros cuerpos de países como Francia, Portugal o Italia.
Después del parón obligado por la pandemia, el pasado verano regresó el programa de cooperación entre cuerpos de seguridad, que cada año trae a las comunidades por las que pasa el Camino a miembros de la Gendarmería francesa, la Guarda Nacional Republicana portuguesa o los Carabinieri italianos.
En 2021, fueron 27 los efectivos desplegados en el Camino Francés, en el que se estrenaron agentes procedentes de Brasil, Alemania y Reino Unido.
Las OMAP forman parte del despliegue especial para el Camino del Insituto Armado en las once comunidades por las que pasan las rutas. En total, son 10.500 los gurdia civiles que, directa o indirectamente, participan en el Plan de Seguridad Jacobea 2022.
Todo para hacer del Camino de Santiago una experiencia segura en la que los peregrinos, a pie, caballo, bicicleta o como elijan; se limiten a disfrutar del trayecto.