Preocupación e interceza entre ganaderos y vecinos del medio rural ante el inicio del curso. El sindicato Unións Agrarias y la Federación de Asociacións de Mulleres Rurais han advertido de que los protocolos de actuación de la administración para afrontar la pandemia, y en concreto para el retorno de la actividad escolar, no prevén la casuística y las particularidades de las localidades menos pobladas y los municipios situados en zonas tradicionalmente agrarias.
El principal temor de estas organizaciones radica en los pasos a seguir ante un posible positivo y para compaginar el cumplimiento de las medidas de aislamiento y la cuarentena con el cuidado de las explotaciones, de los animales e incluso a la hora de tratar el material y la leche ordeñada en sus granjas.
Según han explicado Roberto García y Rosa Arcos, representantes de UU.AA y de Fademur, el problema tiene varias vertientes debido a las características del medio rural, sobre todo por la dispersión y el envejecimiento poblacional.
El inicio del curso representa un riesgo «alto» para este tipo de municipios, han añadido, por la convivencia de población sensible y el escenario que podría acarrear para la totalidad de una misma localidad, en la que casi todos los núcleos familiares cuentan con escolares y con mayores y población envejecida conviviendo en el domicilio.
Más de 60.000 niños conviven a su vez con cerca de 300.000 mayores, en unos puntos dedicados sobre todo a actividades agrícolas y ganaderas. Asimismo, el transporte es mixto entre escolares y vecinos, lo que a su juicio añade otro factor de riesgo de contagio para los ciudadanos.
García ha incidido en la urgencia de aclarar y de abordar un protocolo para gestionar posibles casos y sus efectos en las explotaciones ganaderas, puesto que deja en una situación «casi imposible» a los encargados y vecinos.
«O incumplimos el aislamiento o el cuidado de la explotación», ha añadido, para insistir en la problemática de mantener estas medidas durante 15 días con el cumplimiento con estas tareas, sobre todo teniendo en cuenta las importantes sanciones como consecuencia de saltarse las cuarentenas. «Estamos a tiempo de buscar un protocolo que permita cumplir con las exigencias sanitarias, minimizar el riesgo en el rural», ha asegurado.
RIESGO «AGUDIZADO»
Rosa Arcos, de Fademur, ha señalado en que no se pueden aplicar los planes y protocolos previstos a núcleos urbanos y rurales en las mismas condiciones, debido a estas particularidades, puesto que el contacto estrecho está «todavía más agudizado» en las comarcas.
A su juicio, no tiene sentido que se aplique allí una ratio de 25 alumnos, cuando existen espacios suficientes para dividir los grupos. En este sentido, se debe facilitar «medios humanos» para mantener las aulas burbuja lo más reducida posible y «minimizar el impacto» que pueda tener un posible caso o positivo tanto en la población envejecida como en las explotaciones agrarias.
Si el virus entra en un colegio, ha explicado, se estaría afectando «potencialmente» al «cien por cien» de la población de ese municipio, lo que podría comprometer la tanto la situación económica, social y de servicios de estos núcleos rurales. «No es lo mismo cerrar un pequeño comercio en las ciudades que en el rural», ha advertido.
A ello ha unido la falta de medios sanitarios, que están «muy mermados» en el rural, como es el caso de la atención pediátrica.
FIJAR PROTOCOLOS
Estas organizaciones reclaman protocolos que aclaren y garanticen la «gestión y buen funcionamiento» de estos centros, además de garantizar «una enseñanza de calidad» al rural y medios de actuación ante un hipotético regreso a la educación telemática en zonas sin unas buenas condiciones de conectividad.
«Nos parece un contrasentido que fiemos todo a la suerte», ha lamentado García, quien ha reiterado la importancia de abordar estas circunstancias y establecer mecanismos de acción para «anticiparse al problema».