El proyecto ‘Historias de ida e volta’, del Consello da Cultura Galega, ha lanzado un nuevo especial que recoge y documenta la labor realizada por las numerosas sociedades microterritoriales creadas por los emigrantes en Cuba y que buscaban fomentar el progreso y mejorar las condiciones de vida en sus localidades natales.
Tal y como explica el CCG, «la solidaridad y la empatía de los emigrantes gallegos frente a las adversidades que encontraban sus compatriotas en los países de acogida fomentaron la puesta en marcha de asociaciones étnicas de diversa tipología». Además de la fundación de centros asistenciales y benéficos, a partir del último tercio del siglo XIX los grupos de vecinos asentados en América solicitaron el apoyo económico a través de la prensa de la colectividad para contribuir al desarrollo de sus localidades de origen.
Se fomentaba, así, la unión de la emigración originaria de un determinado lugar, parroquia, municipio o comarca, para enviar remesas con las que cubrir necesidades puntuales o mejorar algunos aspectos de la vida cotidiana de sus paisanos.
La primera sociedad de ámbito local constituida cómo tal se fundó en La Habana en 1904 bajo el nombre de Alianza Aresana de Instrucción y, a partir de su ejemplo, empezó a crearse una densa red de asociaciones microterritoriales orientadas a mejorar la situación de los gallegos en Galicia. «Para eso, se dedicaron a construir y mantener centros de enseñanza, promover mejoras en la atención sanitaria o en las redes de comunicación y saneamiento, sin olvidar el apoyo al agrarismo y a la lucha anticaciquil», apunta el especial.
La creación de una escuela de instrucción elemental en la localidad de Ares fue uno de los propósitos de Alianza Aresana de Instrucción. El balance semestral de la junta directiva, en el que se proporcionan algunos detalles relativos a la creación del centro escolar, forma parte de los documentos que se incluyen en este especial.
Asimismo, apuntan desde el CCG, la creación y mantenimiento de centros de enseñanza fue también una prioridad para otras sociedades étnicas, como la Sociedad de Instrucción Unión Barcalesa; la Sociedad de Instrucción y Beneficencia Hijos del Ayuntamiento de Cerdido, o la Sociedad de Instrucción Progreso de Coles. El especial incorpora diferentes fotografías que muestran a los miembros de las directivas o de los socios vinculados la estas agrupaciones.
La protección de los asociados que estuviesen en riesgo social ante una enfermedad o que necesitaran ser repatriados a Galicia fue también una cuestión a la que atendieron algunas sociedades. Fue el caso, por ejemplo, de la Sociedad Unión de Baleira o de Hijos del Distrito de Sarria, Sociedad de Beneficencia y Protección Mutua. Mientras, la Sociedad de Instrucción, Beneficencia y Recreo Hijos del Partido de Lalín, siguiendo los pasos de su homóloga antecesora en Argentina, optó por ayudar no sólo a sus socios emigrados, sino también a los vecinos de la parroquia que estuvieran enfermos, para lo cual financió la construcción de un hospital-asilo en Lalín.
La entrega número 27 de ‘Historias de ida e volta’ se complementa con otros documentos que ilustran el movimiento asociativo, como el recibo que el Centro Gallego de La Habana emitía por el cobro del alquiler de sus instalaciones o el carné que acreditaba la pertenencia a una asociación. Asimismo, también se incluyen imágenes que muestran como eran tanto las asambleas generales como las juntas de camaradería de los socios y socias de estas entidades.