El Instituto Galego de Física de Altas Enerxías (Igfae) y la Colaboración Virgo han anunciado la primera detección de ondas gravitacionales del tercer periodo de observación (O3).
Según ha informado el Igfae, el origen de este evento, denominado GW190425, está en la fusión de un sistema binario de estrellas de neutrones con una masa total de alrededor 3,4 masas solares. Los resultados han sido presentados en el congreso de la Sociedad Astronómica Americana (AAS, de sus siglas en inglés) en Honolulu, Hawaii.
El 25 de abril de 2019 la red de detectores de ondas gravitacionales formada por los dos detectores Advanced LIGO, en EEUU, y el detector europeo Advanced Virgo, en Italia, observaron una señal, etiquetada como GW190425.
Esta es la segunda observación de una onda gravitacional consistente con la fusión de un sistema binario de estrellas de neutrones (BNS, por sus siglas en inglés) tras la señal GW170817. GW190425 fue detectada a las 08:18:05 UTC (tiempo coordinado universal); aproximadamente 40 minutos después, la Colaboración Científica LIGO y la Colaboración Virgo enviaron una alerta para poner en marcha las observaciones de seguimiento por parte de otros telescopios.
«Hemos detectado un segundo evento consistente con un BNS y esto es una confirmación importante para GW170817, el evento que dio inicio a la astronomía de multi-mensajeros hace dos años. La masa total es mayor que la de cualquier BNS conocido, lo que tiene implicaciones astrofísicas interesantes sobre la formación de este sistema», ha señalado Jo van den Brand, portavoz de la Colaboración Virgo y profesor en la Universidad de Maastricht, Nikhef y la VU University Amsterdam en los Países Bajos.
«Lo que es sorprendente es que la masa combinada de este sistema binario es mucho mayor que la esperada», ha añadido Ben Farr, un miembro del equipo de LIGO de la Universidad de Oregon, en EEUU.
A 500 MILLONES DE AÑOS-LUZ DE LA TIERRA
Según Igfae, se estima que la fuente de GW190425 está a una distancia de 500 millones de años-luz de la Tierra y está localizada en el cielo en un área unas 200 veces mayor que la proporcionada para el sistema binario observado por LIGO y Virgo en 2017, la famosa GW170817.
Esto se debe a que la señal GW190425 fue detectada únicamente con una relación señal-ruido elevada por LIGO-Livingston. En ese instante, el detector LIGO-Hanford estaba temporalmente no operativo, mientras que la señal reconstruida en Virgo era débil, debido a la diferencia en sensibilidad con respecto a LIGO-Livingston, y también por la probable dirección de origen de la señal, una región del cielo en la que Virgo tiene menos sensibilidad en el momento de recepción de la señal.
Esta menor precisión en la localización en el cielo hace muy complicado buscar contrapartidas (señales electromagnéticas, neutrinos o partículas cargadas). De hecho, a diferencia de GW170817, no se ha encontrado ninguna contrapartida hasta la fecha. Sin embargo, los datos de Virgo se han utilizado posteriormente para mejorar la caracterización del sistema astrofísico.
«Este es nuestro primer evento publicado con una detección por un único observatorio», señala Anamaria Effler de Caltech, una científica que trabaja en el observatorio LIGO-Livingston, «aunque Virgo hizo una contribución muy valiosa, ya que hemos usado sus datos para determinar mejor la dirección de procedencia de la señal».
«A pesar de las diferencias en la relación señal-ruido de los diferentes interferómetros, causadas por las diferencias conocidas de sensibilidad en distancia y en las distintas direcciones, la detección conjunta pone de manifiesto una vez más la importancia de la red internacional», comenta Stavros Katsanevas, director del Observatorio Europeo Gravitatorio (EGO, de sus siglas en inglés) que alberga el detector Advanced Virgo en Italia, cerca de Pisa.