«Una educación a dos velocidades, con todas las letras». Así resume el presidente de la Confederación Galega de ANPAs de Centros Públicos (Confapa), Rogelio Carballo, la docencia en el actual contexto de crisis sanitario, un panorama ante el cual madres y padres asumen que el curso «finalizó el jueves 12 de marzo».
Las aulas gallegas cerraron definitivamente el lunes 16 y desde entonces los estudiantes de todos los niveles reciben la educación desde casa. De acuerdo con datos de la Consellería de Educación, Universidade e Formación Profesional a 4 de abril –último día lectivo antes de Semana Santa–, recursos como la aplicación ‘abalarMóbil’ o las aulas virtuales triplican el número de visitas diarias con respecto a las circunstancias normales.
Sin embargo, una encuesta de Confapa con unos 6.200 participantes advertía de que casi un tercio de las familias gallegas con hijos escolarizados carece de acceso a redes apropiadas para poder continuar el curso de forma telemática. «Pero seguramente este porcentaje sea mucho mayor porque la encuesta era digital. Si no tienes Internet, no puedes hacerla», matiza el presidente de Confapa, Rogelio Carballo, en una conversación con Europa Press.
Además, «siete de cada diez» niños de Primaria «no tienen ordenador propio», por lo que tienen que compartirlo con los padres con el hándicap de que algunos emplearán los equipos para teletrabajar.
Otro de los asuntos que «más preocupa» es «la desigualdad de oportunidades» de los alumnos que no pueden acceder a estos recursos y «se quedan atrás». «Y el Consejo Escolar del Estado plantea exactamente eso: a los que puedan dar clase, les vamos a dar contenidos y a evaluar y, a los que no, no se les puede perjudicar y no se les da nuevos temas», lamenta.
Asimismo, Carballo constata la «disparidad de medios» empleados por el profesorado para enviar material y contenido. No obstante, mayoritariamente optan por el correo electrónico, aunque los menores de 14 años «no tienen capacidad legal» para tener su propia cuenta; o por el tablón digital del centro. «Los que emplean herramientas bidireccionales –videollamadas o blogs– son una minoría», añade.
LAS «BARRERAS» DE LA TELEDOCENCIA
Por su parte, el presidente de la Confederación ANPAS Galegas, Fernando Lacaci, acota el término «teledocencia» únicamente para aquellos alumnos y profesores que superan «barreras» tales como la conectividad, el acceso a medios tecnológicos o cualquier otra dificultad. «Y ni siquiera el primer paso, la conectividad, está conseguida», asevera.
Por ello, ocurre que «quien está dando la clase no sabe cómo darla y quien la está recibiendo no sabe cómo recibirla o no puede». «Lo que tenemos ahora muy mayoritariamente se parece más a los cinco últimos minutos de clase, en los que se mandan deberes, y a los cinco primeros, en los que se repasa lo del día anterior», dice, por lo que cree que «eso no es aprender», sino «un refuerzo o un recuerdo».
El presidente de ANPAS Galegas admite que aunque ahora «todos parecen ser expertos en coronavirus», era imposible hacer «una previsión» en cuanto a la incidencia de la pandemia. «Gurús a posteriori hay muchos, pero esto es algo tan nuevo como que empezase a llover billetes de 5 euros», bromea.
En este mismo punto coincide Rogelio Carballo, de Confapa: «Esta situación cogió a la Administración, al profesorado y a toda la comunidad educativa totalmente desprevenidos». Eso sí, lamenta que «no hubo ninguna intencionalidad de introducir una previsibilidad» y potenciar las herramientas disponibles.
Por su parte, Lacaci avisa de que el confinamiento «pone a la luz lo feble de la modernización de la enseñanza pública gallega», si bien «eso no quiere decir que una administración modernizada tuviese todas las respuestas».
En vista de que ambos tienen claro que de ninguna manera es viable una educación «que se desprenda totalmente del presencialismo», optan por dar el curso por terminado el 12 de marzo.
Por un lado, Carballo ve conveniente «asumir que este curso tiene las limitaciones que tiene» y «darlo por cerrado en términos evaluativos». «Desde luego, lo contrario es vulnerar el derecho a la educación de una gran cantidad de alumnos», denuncia.
Fernando Lacaci, por su parte, sostiene que continuar «es dejar fuera» a entre el 10% y el 30% –estima– de los niños. Por ello, y como «fingir que esto se soluciona con teledocencia es un ejercicio enorme de desigualdad y de discriminación», también aboga por dar el curso por liquidado y estudiar «una solución administrativa» específica para cada etapa educativa.
AYUDAS DE LA ADMINISTRACIÓN
La Xunta adquirió en pleno confinamiento un total de 1.000 ordenadores portátiles con conexión a Internet gratuita –en colaboración con R, Vodafone y Orange– que ya ha prestado casi en su totalidad a alumnos de Secundaria, Bachillerato o FP que cuenten con pocos recursos.
En concreto, cada centro recibe tres equipos con conectividad cuyo equipo directivo reparte atendiendo a la situación socioeconómica de las familias y priorizando los niveles de final de etapa –4º de ESO, 2º de Bachiller y 2º de FP–.
Carballo (Confapa) ve esta solución «mejor que nada», pero señala que para el uso de un portátil se requieren unas competencias digitales «extensas y exhaustivas». «Igual que el teletrabajo. Nadie teletrabaja si antes las empresas no adoptaron los protocolos adecuados».
Mientras, Lacaci de ANPAS Galegas critica no solo que los 1.000 ordenadores «no llegan a nada», sino también que no haya para Primaria y que fuesen repartidos por las direcciones de los centros, que «no saben quién los necesitan» porque es la Administración la que tiene «los datos» de cada una. «La oferta es escasa, mal estructurada y mal repartida», resume.
A esta iniciativa de la Xunta se suman otras que parten desde ayuntamientos de toda Galicia, como el servicio de impresión y reparto de fotocopias ya puesto en marcha en Ribadavia, Valdoviño y Ferrol, entre muchos otros municipios, así como la búsqueda de portátiles emprendida por Allariz.
PROPUESTAS DESDE LA DOCENCIA
En el lado de la docencia, queda patente que no todos tienen la suerte de María Reinero, una profesora de 2º de Primaria que trabaja en un colegio de Barreiros (Lugo) y cuya tutoría consta de siete niños, «todos ellos con Internet en casa», según explica a Europa Press.
Ella trabaja a través de un blog propio que el curso pasado «lo usaba de complemento», por lo que sus alumnos «ya sabían trabajar con él». Ahora, con el confinamiento, esta plataforma ha pasado a ser su «método» particular para ejercer la docencia desde casa y en colaboración con los padres.
A través de este recurso, Reinero propone actividades, tanto lúdicas como de refuerzo de contenidos, que los niños hacen «a su ritmo» e incluso algunas manualidades y dibujos que pueden subir, comentar y compartir con el resto de la clase.
«El blog busca también mantener ese sentido de comunidad que hay en el aula. Que se saluden, que vean los dibujos de los compañeros… Pues un poco mantener esa interacción», subraya.
Pero esta profesora reconoce que es un caso de excepción y que no todos sus compañeros del centro de Barreiros pueden hacer lo que ella, ya que no todos los alumnos tienen acceso a Internet y supone una limitación bajo la premisa de «no dejar a nadie atrás». Y por otro lado están los demás docentes, ya que algunos de sus compañeros «se jubilan este año y es normal que no se decidan a hacer este tipo de cosas», como un blog.
En cuanto a la Xunta, aunque coincide con muchos de sus colegas en que la ayuda y formación recibida son «escasas», admite que el confinamiento por el coronavirus dejó «poco margen de maniobra para todos», también para la Administración.