La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra ha condenado en conformidad a dos años de prisión, tres años de libertad vigilada y dos de inhabilitación profesional a un médico del Hospital Montecelo que abusó sexualmente de tres pacientes.
El juicio estaba señalado para este martes, pero no llegó a celebrarse la vista oral porque las partes alcanzaron un acuerdo por el que este médico, que trabajaba en el servicio de Reanimación del Complexo Hospitalario Universitario de Pontevedra, ha reconocido estos tres casos de abusos sexuales. La Fiscalía pedía inicialmente 13 años de condena.
El fiscal jefe de la provincia de Pontevedra, Juan Carlos Aladro, ha tenido en cuenta las atenuantes de dilaciones indebidas y la reparación del daño ya que antes del juicio abonó las indemnizaciones que se solicitaban para las tres víctimas, unos 12.000 euros.
Además de las penas antes citadas el facultativo tendrá que abonar dos multas de 5.400 euros y tres años de prohibición de comunicación hacia sus víctimas. Este acuerdo adoptado en los despachos evitó al médico tener que comparecer en audiencia pública preservando así su identidad.
Fuentes conocedoras del caso han informado que esta sentencia supondrá que este médico no volverá a ejercer en la sanidad pública ya que tiene 63 años de edad y cuando acabe de cumplir la sentencia estará jubilado.
Este caso fue iniciado por el Sergas tras poner en conocimiento de la Fiscalía las explicaciones dadas por una de las víctimas al solicitar un cambio de médico.
CASOS
Uno de los casos que relata el escrito de acusación del Ministerio Público y que ha reconocido como cierto el acusado, sucedió con una de sus pacientes que fue derivada desde el servicio de traumatología por presentar artrosis cervical y epicondilitis del codo derecho y, «luego de preguntarle por su estado civil», le examinó el codo y las cervicales y seguidamente, «movido por la intención de satisfacer sus deseos sexuales y aprovechando la facilidad que le ofrecía la relación médico-paciente, le indicó que se acostase en la camilla, le subió el vestido, le apartó el tanga y le introdujo dos dedos en el interior de la vagina sin utilizar guantes de exploración».
Otro de los casos recogidos por la Fiscalía y admitidos por el procesado tuvo lugar en septiembre de ese año cuando el acusado atendió en la consulta del Hospital Provincial de Pontevedra a una mujer que padecía sensación de cansancio en las piernas como consecuencia del tratamiento que seguía.
El médico ahora condenado le indicó entonces que se desnudara y, cuando procedió a examinarle las piernas, «movido por la intención de satisfacer sus deseos sexuales» hizo tocamientos en los labios vaginales y el clítoris «motivando que la mujer se sintiese incómoda y se levantara nerviosa de la camilla ante lo cual, el procesado le indicó que se vistiese».
El tercer caso conocido se produjo en enero de 2015 cuando acudió a la consulta del procesado derivada por el servicio de Traumatología una mujer con dolor en el pie y en los trapecios. El acusado le pidió que se quitara la camiseta y le manoseó los pechos.