En los últimos cinco años ha aumentado un 25 por ciento el número de espacios cardioprotegidos, según han informado desde B+Safe, tras recordar que en Cataluña y Andalucía, el desfibrilador debe estar obligatoriamente presente en espacios con capacidad superior a 5.000 personas. Galicia se encuentra entre las comunidades mejor cardioprotegidas.
Además, en el País Vasco la ley señala que los establecimientos con aforo superior a 700 personas deben disponer de desfibrilador; en Canarias esta obligación se extiende a teatros municipales, auditorios y salas de congresos con aforo superior a 1.000 personas; en Asturias, los establecimientos, locales e instalaciones en las que se desarrollen espectáculos públicos y actividades recreativas, con aforo autorizado superior a 750 personas, deben estar cardioprotegidos con desfibriladores; y en Madrid, afecta a los establecimientos públicos con un aforo igual o superior a 2.000 personas.
Por su parte, en la Comunidad Valenciana es obligatorio que los espacios públicos con un aforo igual o superior a 1.000 personas deben estar equipado con uno de estos equipos.
Al mismo tiempo, según un estudio reciente, Madrid es la Comunidad Autónoma mejor cardioprotegida, con un desfibrilador cada 770 ciudadanos, seguida de Extremadura (1 cada 1.102), País Vasco (1 cada 1.259), Navarra (1 cada 1.343), Cantabria (1 cada 1.937), Galicia (1 cada 2.066), Baleares (1 cada 2.301), Murcia (1 cada 2.414), Aragón (1 cada 2.669), Valencia (1 cada 2.842), Castilla y León (1 cada 3.050), Cataluña (1 cada 3.180), Castilla La Mancha (1 cada 3.752), Melilla (1 cada 3.818), Canarias (1 cada 4.200), Andalucía (1 cada 4.400), Asturias (1 cada 4.878), Ceuta (1 cada 5.250) y La Rioja (1 cada 10.400).
«La apuesta por la cardioprotección debe ir acompañada de la disponibilidad de personal formado en RCP y SVB y en el uso de estos equipos, para mejorar su capacidad de respuesta ante un accidente cardiaco», ha dicho el CEO de B+Safe, Nuño Azcona.
Y es que, los primeros minutos tras una parada cardiorrespiratoria son claves para quien la sufre, ya que si se encuentra cerca una persona que pueda practicar una reanimación cardiopulmonar (RCP), sus posibilidades de supervivencia se multiplican. Por el contrario, cada minuto que pasa sin que se comiencen a practicar las técnicas de RCP, las posibilidades de sobrevivir sin secuelas disminuyen un 10 por ciento.
La cadena de supervivencia comienza comprobando si la persona está inconsciente y no respira. El siguiente paso es llamar al servicio de emergencias (112) indicando lo que ocurre y el lugar exacto en donde nos encontramos, y a continuación, se debe iniciar la RCP y aplicar el desfibrilador, hasta la llegada de los servicios de emergencia.