Intercalar en los paisajes forestales diferentes especies y plantaciones es una de las medidas «clave» para la prevención frente a incendios, así como interrumpir la continuidad creando zonas sin vegetación que retarden la «propagación y potencia del fuego» y ayuden, así, a combatirlo.
Así lo ha trasladado Celia Gouveia, investigadora de la Unidad de Observación de la Tierra del Instituto Português do Mar e da Atmosfera (IPMA) y profesora en la Universidad de Lisboa, una de las ponentes en el Encuentro Internacional sobre ‘Derecho y riesgos meteorológicos extremos generados por el cambio climático’ este jueves en la Facultad de Derecho de la Universidad de Vigo, en Ourense.
Gouveia será la encargada de dar voz este jueves a partir de las 16.30 horas a la conferencia sobre ‘Sequía, olas de calor e incendios: Peligros compuestos y en cascada y sus repercusiones en la vegetación’.
Consultada por Europa Press, esta experta ha recalcado que «tras eventos de fuegos consecutivos» que «no dan tiempo a la vegetación a recuperarse», la vegetación natural «que había antes desaparecerá» y «disminuirá su resiliencia». «Con grandes incendios, se pone en riesgo la recuperación y resiliencia de la vegetación de forma natural, incluso en el caso de la vegetación mediterránea, que está más adaptada a estos eventos», ha añadido.
Asimismo, Gouveia ha subrayado que la combinación de una sequía prolongada con olas de calor y con incendios tiene un impacto directo en el secuestro de carbono y en el propio ciclo del carbono que desarrolla la vegetación.
Por ello, ha explicado, las nuevas medidas que buscan «mitigar los efectos de los incendios en el ecosistema» se relacionan directamente con la «alteración del paisaje», es decir, la intercalación de «especies forestales» con «otras menos susceptibles» de generar fuegos, para evitar, así, que estos incendios «se propaguen con esa velocidad».
«El clima no se puede cambiar, y si se consigue no será a corto plazo, así que la solución es crear un paisaje que interrumpa la continuidad de especies y plantaciones, y crear zonas sin vegetación, para evitar que los fuegos se conviertan en incendios de 4ª generación», ha destacado.
«MEGAINCENDIOS» POR SITUACIONES CLIMÁTICAS «EXTREMAS»
Además, Gouveia ha insistido en que la ola de incendios que ha asolado la Península Ibérica durante el pasado agosto parte de una primavera «bastante húmeda», reforzada por «varios años en los que no ha habido tantos incendios», que ha facilitado el desarrollo de «mucha vegetación», así como su «acumulación».
Esa vegetación se ha secado durante el verano con la aparición de «olas de calor extremas y sucesivas», pasando a convertirse en «mucho combustible» que estaba disponible y «en condiciones idóneas» de generar «incendios muy complicados».
«Se habla, entonces, de megaincendios que, cuando alcanzan una determinada potencia y liberan una determinada energía se vuelven muy difíciles de combatir», ha añadido.
SITUACIÓN A FUTURO
En esta línea, Gouveia ha lamentado una realidad que pasa por «un momento de incerteza» sobre «lo que será el futuro climático» y ha recalcado que el planeta vive «una clara situación de calentamiento climático» con «temperaturas que aumentan» y «sequías grandes y prolongadas» durante los últimos años; una realidad que «está afectando a toda Europa».
«Zonas que no solían arder, arden ahora, y originan inmensos fuegos, por ejemplo, en Macedonia, Grecia, Montenegro o Bosnia, así como focos en Alemania, Bulgaria o Noruega», ha explicado.
Asimismo, esta experta ha subrayado que, independientemente de que el origen de estos incendios sea «natural, por negligencia o criminal», todo parte de «condiciones meteorológicas muy extremas» que dificultan la aparición de «ventanas de oportunidad» para que medios de extinción sean capaces de controlar incendios que «tienden a adoptar formas descontroladas durante varios días».
COORDINACIÓN Y COMUNICACIÓN
A renglón seguido, Celia Gouveia ha lamentado que «es difícil», en algunas ocasiones, «hacer llegar el mensaje de la ciencia» a «quien toma las decisiones». Ha incidido en que estas decisiones «no se toman solo en función de consejos científicos», sino que «hay muchas otras consideraciones» más allá de la «posición científica».
«Uno de los grandes desafíos actuales es pasar el mensaje científico a quien hace las leyes, para que tenga en cuenta esa parte», ha reclamado.
Gouveia ha subrayado que es necesaria una «coordinación enorme» entre diferentes partes que «normalmente no trabajan juntas» y que, «a veces», independientemente de la «óptima comunicación» entre estas, «situaciones tan extremas» generan «dificultades igualmente».
«Si conseguimos que esta clase de eventos no sucedan en continuo todos los años ya será algo positivo, pero en la fase en la que estamos es muy difícil que esto se evite», ha lamentado.
GOBIERNOS QUE «NO CUMPLEN» LA LEGISLACIÓN DE PREVENCIÓN DE FUEGOS
En esta línea, también María Concepción Gimeno, doctora y profesora de Derecho Público en la Universidad de León, ha recalcado que, tras la ola de incendios que asoló el país y la provincia de Ourense, el «problema ha sido político, no jurídico».
Gimeno, consultada por Europa Press, ha lamentado que la realidad de los incendios radica de «gobiernos que no han tomado las políticas y medidas necesarias» y que «no han cumplido con la legislación existente para prevenir fuegos». «Si se aplicara la legislación sobre incendios, entonces si se podrían exigir muchas responsabilidades», ha manifestado.
Asimismo, Gimeno ha subrayado la importancia del «derecho como una herramienta para abordar las consecuencias del cambio climático» y ha incidido en que el principal «problema de las normas jurídicas» que regulan los eventos climatológicos extremos es que «son reactivas», es decir, «primero sucede la catástrofe» y «luego se crea la norma».