Los agentes que participaron en la primera asistencia tras el asesinato de la niña Desirée Leal describen la habitación en la que se produjo el crimen como una «escena violenta» y en la que había «demasiada sangre» para cuadrar con la versión dada por la familia.
Durante la tercera sesión de este juicio, que acoge la Audiencia Provincial de Lugo, han declarado como testigos hasta siete agentes que participaron en distintas diligencias relacionadas con los primeros momentos del caso: los que se personaron en el domicilio para hablar con la familia y los que acudieron posteriormente al hospital a entrevistarse con la madre de la niña.
Todos ellos han coincidido en señalar que vieron de forma evidente manchas de sangre en la cara y las manos de la menor, en el suelo de la habitación, en un zapato y en un calcetín, y que les pareció «demasiada sangre» para cuadrar con la hipótesis inicialmente lanzada por la madre, que Desirée podría haberse intoxicado bebiendo de una botella con pastillas tranquilizantes que ella había preparado para sí misma.
De hecho, los agentes han explicado que se dio traslado a la Policía Judicial tras confirmar la muerte de la niña, de siete años, porque «ninguna versión era compatible con ese escenario».
Del mismo modo, han asegurado que la madre estaba aparentemente lúcida y relativamente «tranquila» tras el suceso, pero que, al preguntarle por lo que había pasado, mostró una «actitud defensiva y no colaboradora».
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