Santiago celebra este sábado su día grande, el del Apóstol, de una forma atípica, marcada por las medidas de prevención contra la COVID-19 y una menor presencia de vecinos y visitantes en las calles del casco antiguo. En los accesos a varias de las plazas más concurridas de la ciudad se mezclaban personas que querían acercarse a los reyes y peregrinos decepcionados por no poder entrar al Obradoiro debido a las medidas de seguridad desplegadas por la presencia de don Felipe y doña Letizia.
Un paseo por las calles de la zona vieja mostraba esta mañana una ciudad más vacía de lo habitual en esta época festiva, con terrazas que empezaban a recibir a los primeros clientes y un ritmo pausado fuera de las vías principales.
Los reyes estuvieron presentes en la Ofrenda al Apóstol Santiago, que tuvo lugar a las 11,00 horas en la iglesia de San Martiño Pinario. En la callejuela que da entrada a la plaza de San Miguel dos Agros, desde donde se accede a este templo, se agolpaban hacia las 10,30 horas decenas de personas para tratar de ver a los reyes.
Unas vayas y varios agentes de la Policía Nacional les impedían aproximarse más, lo que provocó protestas. «Mi hija de siete años dice que quiere ver a la reina y desde aquí no la va a ver», se quejó una mujer.
Los presentes, algunos de ellos con banderas de España, gritaron en varias ocasiones «¡Viva España! ¡Viva el rey!» o «Queremos pasar». También acordaron entre ellos pedir que se moviese una furgoneta de la TVG que tapaba parcialmente la visión de la iglesia y recibieron con aplausos el gesto del trabajador que recolocó el vehículo.
En las inmediaciones de la plaza de Praterías, una mujer que se había desplazado desde Vigo a Santiago con el objetivo de mostrar su «apoyo» a los reyes buscaba un punto desde el que ver pasar a don Felipe y doña Letizia. El mismo agente que le comunicó que no podía continuar hacia el Obradoiro desde ese punto informó a continuación a un grupo de tres peregrinos procedentes de Huelva de que no podrían disfrutar todavía de la vista de la fachada principal de la catedral.
Como otros turistas, desconocían que los reyes iban a estar en la Ofrenda y que la ciudad establecería controles y restricciones. «Acabamos de llegar, estamos cansados y no nos podemos tumbar en el Obradoiro», protestó uno de ellos, que destacó que muchos de los que hacen el Camino calculan las fechas para llegar el día del Apóstol.
PEREGRINOS DE ESPAÑA Y DE OTROS PAÍSES
Cerca de allí, otro grupo que, como los anteriores, acababa de finalizar el Camino Primitivo, mostró su descontento por el cierre de varios espacios en el casco antiguo debido a la visita de los reyes. Álex, procedente de Bilbao, indicó que le parece «mal» que se haga «todo esto por una sola persona».
Con la relajación de las restricciones para viajar, Santiago recibe ya viajeros de diferentes partes de España y del extranjero. Indiferentes a la visita real, dos peregrinos daneses descansaban en una escalera, a la espera de poder visitar el interior de la catedral.
De las plazas que rodean la catedral compostelana únicamente Praterías y A Quintana admitían visitantes esta mañana. En esta última, de hecho, decenas de personas asistieron a un espectáculo de los tradicionales cabezudos, que este año, debido a las precauciones contra la COVID-19, no recorren las calles, sino que se pueden ver sobre el escenario.
Los agentes desplegados en la zona vieja preveían que las restricciones se levantarían en hacia el mediodía, cuando terminasen los actos de la Ofrenda al Apóstol. Cerca del Obradoiro, un grupo de miembros del sindicato de enfermería Satse paseaban para hacer tiempo antes de poder visitar las zonas más cercanas a la catedral y San Martiño Pinario.
Estos peregrinos, procedentes de Jaén, ya conocían las limitaciones con las que se encontrarían, que atribuyeron en parte a la crisis sanitaria, y se mostraron comprensivos. «A nosotros nos ha tocado de cerca el bicho», comentó uno de ellos.