Las medidas de prevención de los contagios de COVID-19 provocarán este verano que los albergues de peregrinos del Camino de Santiago experimenten una «importante reducción» de su capacidad, algo que, en los meses que tradicionalmente registran un mayor número de usuarios, puede derivar en desajustes que la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago anima a tener en cuenta para, en la medida de lo posible, evitarlos.
Estas asociaciones, según han trasladado a Europa Press, barajaban, dentro de la desescalada del estado de alarma, la posibilidad de ir reactivando progresivamente los albergues y servicios «de menos a más», con una primera fase en la que el turismo nacional permitiese testar el funcionamiento de los nuevos protocolos antes de que la llegada tambien de turistas internacionales incrementase significativamente el volumen de peregrinos.
Las asociaciones de amigos del Camino consideran que todo el sector está deseoso de que peregrinos, tanto nacionales como internacionales, vuelvan a la ruta. Sin embargo, la «hoja de ruta» que inicialmente preveían barajaba arrancar la temporada con turismo nacional, algo que permitiría abrir los albergues a «un número manejable de peregrinos» y comprobar el cumplimiento de los protocolos antes de que los visitantes internacionales incrementasen el flujo.
En este sentido, desde la federación recuerdan que los protocolos contra el COVID-19 implican una «importante reducción de camas» en los albergues, así como que algunos, por cuestiones económicas o incluso de salud de sus responsables, «no van a poder abrir». A mayores, en muchos casos se pide la ejecución de ciertas reformas a las que, con la inminente reactivación de la movilidad, «no siempre se podrá hacer frente» a tiempo.
La situación, han recordado, se hace especialmente difícil en los últimos 100 kilómetros de Camino, donde habitualmente se produce un «tapón» que ya en otros veranos, con todas las camas operativas, ha generado «desajustes».
Tal y como recuerda la federación, el binomio peregrinos-camas, especialmente en temporada alta, puede ocasionar problemas en algunas poblaciones si no está «sincronizado», ante lo que han invitado a las autoridades a pensar y actuar «anticipadamente», con «prudencia» y «coordinación», ante la «posibilidad de que el flujo de peregrinos pueda llegar a rebasar la capacidad del alojamiento disponible» con las nuevas medidas, teniendo en cuenta que a partir del 1 de julio podrían llegar gran cantidad de viajeros.