Las pruebas de ADN realizadas por la Guardia Civil han confirmado que el cadáver de un varón hallado en un pozo de O Porriño (Pontevedra) en febrero de 2021 es de un ciudadano de Viana do Castelo (Portugal) que había desaparecido hace más de tres años.
Así, según han confirmado fuentes de la Benemérita a Europa Press, la identificación del cuerpo ha sido posible gracias a la difusión de un retrato robot, que fue visto por la madre del fallecido, reconociendo que podría tratarse de su hijo, que llevaba desaparecido más de tres años.
De esta manera, se le practicaron las pruebas de ADN necesarias para cotejar con las muestras del cadáver, mostrando un resultado positivo. Esto confirmó que se trataba de un hombre natural de Viana do Castelo que residía y trabajaba en O Porriño. La Guardia Civil ha indicado que el hombre llevaba desaparecido más de tres años.
Todo ello después de que la jueza de instrucción número 3 de O porriño (Pontevedra) acordase a principios del mes de marzo la publicación de un retrato elaborado con técnicas de aproximación facial de antropología forense para intentar identificar el cadáver.
La Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) elaboró ese retrato con una técnica que permite aproximarse a los rasgos de la persona fallecida, sin ser una reproducción exactamente fiel a la realidad, a partir de la estructura ósea de la cara.
CUERPO ENCONTRADO EN 2021
El cuerpo fue encontrado por un empleado de una empresa de limpieza, que iba a realizar unos trabajos en una nave, en febrero del año pasado. El cadáver estaba muy deteriorado y, junto al cuerpo, que tenía señales de violencia, se encontraron también las llaves de un vehículo antiguo marca Renault y una llave convencional, así como monedas acuñadas en Portugal.
Los métodos de estudio genético no permitieron la identificación del hombre, por lo que se recurrió a esas técnicas de antropología forense. Los expertos concluyeron que el fallecimiento se produjo entre 2017 y 2020, y que el cuerpo pertenecía a un hombre de entre 30 y 40 años de edad, de 1,75 metros aproximadamente de estatura, y de complexión fuerte.
Con la difusión de este retrato aproximado, el juzgado pretendía ayudar a la identificación de esta persona de la que, según las pesquisas de la Guardia Civil de Pontevedra, se sospechaba que era ciudadano portugués, tanto por la proximidad de la zona del hallazgo a la frontera, como por las monedas encontradas en su poder. Finalmente, así se confirmó.