Agentes de la Policía Local de Vigo han desalojado una fiesta que se celebraba, con 9 personas, en un domicilio de la ciudad, y ha denunciado a todas ellas por incumplir las restricciones implantadas para controlar la pandemia de COVID. Asimismo, la pareja inquilina de la vivienda fue denuncia por desobediencia y falta de consideración a los agentes.
Según ha informado la Policía Local, los hechos ocurrieron en la noche del pasado viernes, cuando varios vecinos alertaron al 092 de que se estaba celebrando una fiesta en un piso de la calle Irmandiños, con un nivel de ruido tan alto que impedía el descanso del resto de moradores del inmueble.
Una patrulla se desplazó al lugar y comprobó, al llegar al rellano del piso, que se escuchaba música a alto volumen, así como personas hablando y cantando.
Al llamar a la puerta, un varón (G.Q.A., de 32 años de edad y natural de Oviedo) abrió parcialmente, sin dejar a los agentes entrar ni ver el interior de la vivienda. Los policías le informaron de que estaba molestando a los vecinos y, cuando le preguntaron si había alguien más en el domicilio y si podían entrar a comprobarlo, el hombre respondió con una negativa en ambos casos.
Tras ordenarle que bajara el volumen para dejar de molestar a los vecinos, los agentes se marcharon. Sin embargo, tuvieron que volver una hora después, porque los vecinos volvieron a avisar de que seguía habiendo ruidos procedentes de la misma vivienda.
En esta segunda ocasión, cuando los agentes llamaron a la puerta nadie abrió. No obstante, estando allí los policías, se presentó un repartidor de comida a domicilio, que se dirigía a dejar un pedido a esa vivienda, y que también tuvo que marcharse porque nadie le abrió la puerta.
VEHÍCULO MAL ESTACIONADO
Los agentes salieron del edificio y, cuando se disponían a marcharse, se percataron de que había un vehículo en las proximidades mal estacionado, por lo que procedieron a tramitar la multa y llamaron a la grúa.
Fue precisamente cuando apareció el servicio municipal de retirada de coches cuando los agentes observaron a varias personas asomando por el balcón y las ventanas de la vivienda donde se estaba celebrando la fiesta.
Cuando la grúa se disponía a enganchar el coche mal aparcado apareció apresuradamente su propietario, que salió del edificio donde habían estado los agentes.
En el lugar también se presentó el inquilino del piso, que ya había sido identificado en la primera visita de la Policía, acompañado por su pareja. Ambos comenzaron a censurar a los agentes por denunciar el coche mal aparcado, acercándose a los funcionarios sin respetar la distancia de seguridad.
Cuando fue requerida para que se identificase, la mujer se negó, comenzó a increpar a los agentes y, solo al advertirle de que sería trasladada a Comisaría, accedió a dar sus datos. Se trata de M. B. C., natural de Madrid y 29 años de edad, que comenzó a dirigir amenazas a los policías, asegurando que era médico (aunque sin acreditarlo) y que tenía «vínculos de familiaridad con las altas esferas».
Finalmente, el resto de personas que se encontraban en la fiesta en ese piso acabaron saliendo del edificio, un total de cuatro varones y tres mujeres (además de la pareja inquilina), a los que se identificó y propuso para sanción por incumplir las restricciones sanitarias.
Los dos inquilinos del piso, además de ser denunciados por este motivo (participar en una reunión de más de 4 personas no convivientes y no respetar el toque de queda horario), fueron denunciados por desobediencia y falta de respeto a los agentes.