El confinamiento ha provocado un descenso en la demanda de los productos del bosque que comercializa la Comunidad de Montes de Couso, en Gondomar. También ha paralizado las actividades escolares de su homóloga de Teis, en Vigo, así como las jornadas de voluntariado para erradicar especies invasoras. La de Areas, en Tui, no ha llegado a convocar la asamblea que tenía que haber celebrado en marzo. Son algunas de las consecuencias de la epidemia de coronavirus en estas entidades que, a nivel gallego, suman 2.800 comunidades.

«La situación que estamos viviendo, por desgracia, se va a repetir más años y nos condiciona mucho», ha señalado el presidente de la Comunidad de Couso, Xosé Antón Araúxo. «Con el confinamiento apenas vendemos y las ventas online no las tenemos muy desarrolladas», ha explicado, en declaraciones a Europa Press.

Reconocida el pasado año por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el registro de Áreas Conservadas por Comunidades Locales con proyectos como el cultivo y venta de setas shiitake, mermeladas de frambuesas y arándanos –esta última con el etiquetado paralizado también por la alarma sanitaria.-, la nueva iniciativa a la que aspiran, a partir de este otoño, consiste en comercializar su primera cosecha de castañas.

«Queremos involucrar a los comuneros y que reciban una parte de los beneficios», ha precisado Araúxo, por lo que están concretando la fórmula a través de su asesoría jurídica. Actualmente cuentan con cinco hectáreas de castaños adultos para la obtención de fruto, a las que se sumarán otras ocho que en los próximos años estarán en condiciones de producir «a tope». A estas se añaden cuatro hectáreas más de aprovechamiento maderero, en su línea de apostar «por la producción de maderas nobles como alternativa al eucalipto».

ACCESO CON CARNÉ

Los únicos que tendrán acceso a los castañares serán los comuneros a través de un carné acreditativo de la Comunidad de Couso. «A aquellos que no lo tengan se les invitará a irse del monte», ha advertido Araúxo, y será su propia «brigada de vigilantes», formada por comuneros voluntarios, la que avise a las autoridades en caso de negativa.

Aunque no han hecho ninguna estimación sobre la cantidad, el presidente de Couso ya cuenta con una cooperativa para la recogida de la producción en fresco, sin descartar «hacer algún derivado de la castaña, como harinas». La de este otoño será «una experiencia piloto, a ver cómo funciona», ha precisado.

«Teníamos el monte en muy malas condiciones y lo estamos recuperando a pasos agigantados», ha asegurado Araúxo. No solo calcula que en Couso está «el castañar más grande del Val Miñor» con 15 hectáreas –que aspiran a convertir en 20–, sino también la mayor extensión de robleda de la comarca, con «nueve hectáreas continuas». «Lo que ingresamos del monte va prácticamente todo para el monte», ha insistido el presidente de esta comunidad, entre cuyos próximos proyectos figura la creación de una nueva ruta señalizada de senderismo, para la cual buscan financiación.

REFERENTE AUTÓCTONO

Ser un «referente de monte autóctono» es también el «principal objetivo» de la Comunidad de Montes de Teis que, como la de Couso, obtuvo un año antes la misma distinción de la ONU. Como su homóloga de Gondomar, esta comunidad viguesa creada en 1998 se encontró el monte «en muy mal estado e invadido de acacia negra», ha explicado su presidente, Eduardo García, y sometida a una gran presión urbanística por la presencia de numerosas infraestructuras en el monte de A Madroa: el zoológico, los campos de fútbol del Celta, del Candeán y del San Paio, una estación de bombeo y cuatro líneas eléctricas, entre otras obras.

Además de afectar a la unidad didáctica con la que estaban trabajando con escolares en torno a la recuperación de la senda botánica del Regato dos Banquetes, la crisis sanitaria ha paralizado los trabajos de eliminación de acacia negra iniciados en septiembre de 2018 y que estaban dando «un resultado espectacular». El parón en la actividad académica también ha suspendido un proyecto con la Universidad de Vigo «sobre el valor científico» de la lucha contra esa especie invasora.

Sin embargo, Eduardo García ha calificado el confinamiento de «beneficioso» para el monte al «dejar de tener tanta carga urbanística» por su situación periurbana. «La naturaleza había renacido, todo estaba menos pisado y había menos daños»; una situación que ha cambiado desde la autorización de las salidas.

DENUNCIAS

«La gente está saliendo en bicicletas y motos, a pasear o a juntarse para beber y se están incumpliendo las normas», ha criticado García, lo que ya ha motivado la presentación de varias denuncias ante la Guardia Civil, el Seprona, la Policía Nacional y Medio Rural por la presencia de basura y los desperfectos registrados en las franjas de seguridad contra incendios: «Cogen troncos y palos, hacen circuitos para sus vehículos y no los reponen en su sitio», ha denunciado García sobre esta «terrible falta de civismo», lo que obliga a la Comunidad a recolocar la madera para evitar caídas.

Además de responsabilizar a la Xunta por el «descontrol» sobre prácticas deportivas a las que la Comunidad de Teis ha culpado de cometer «barbaridades» en los montes, Eduardo García también ha acusado a la Administración autonómica de ser «lesiva» con los intereses de los comuneros: «Cualquier persona que vaya a conducir, pescar, embarcar en una chalana o mariscar, necesita una licencia pero, cualquiera que vaya al monte puede recoger castañas, setas o cerezas sin dar explicaciones».

El presidente de Teis ha apelado al «apoyo de la Administración» para habilitar «carnés de recolección» pero «tenía que haber voluntad y ahora mismo no la hay», ha lamentado. «Los comuneros no somos policías, sino vecinos que gestionamos tierras, democráticamente y lo mejor posible, generando un proyecto altruista para aportar a las próximas generaciones», ha añadido.

AREAS EN TUI

El vocal de la Comunidad de Montes de Areas, Manuel Pereira, también se ha mostrado partidario de dotar a los comuneros de un «carné de asociado colaborador» para acceder a sus plantaciones de frondosas con micorrizas durante la temporada micológica. A diferencia de Couso, esta entidad tudense no tiene vocación comercial, aunque sus productos cuentan con la certificación ambiental Forest Stewardship Council (FSC).

«Entendemos el monte como un equilibrio de la parte forestal, la medioambiental y la social», ha señalado, argumentando que «los recursos económicos son necesarios» para mantener las tres vertientes. «Buscamos un monte que no solo produzca madera y que ecológicamente sea sostenible», ha destacado Pereira.

Precisamente, las facetas ecológica y social han resultado trastocadas por la emergencia sanitaria, en tanto de las dos plantaciones que tenían previstas en abril con la colaboración de escolares de Tui, una se ha aplazado hasta que se retomen las clases y la otra se ha realizado sin la presencia de los niños.

Al igual que sus homólogos de Teis, que tan solo suman 49 comuneros, en Areas también tenían que haber celebrado su asamblea el pasado mes de marzo: «Esperaremos a que se levante el estado de alarma y a ver en qué condiciones se puede celebrar», sobre los requisitos para reunir a los 218 integrantes de esta entidad.

La directiva de Areas, que gestiona el alquiler de dos naves y un pabellón en su territorio, ha decidido «perdonar» la renta de estos dos meses a sus inquilinos. «No repartimos dividendos y apoyamos a la gente que está con nosotros», ha justificado Manuel Pereira sobre esta situación que «nos enseña que no todo es dinero».