InicioSOCIEDAD¿Qué haces para huir de las masculinidades tóxicas?

¿Qué haces para huir de las masculinidades tóxicas?

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– X me dijo que no puedo vestir de rosa porque es de niñas, a que no es verdad? -No, eso es una chorrada. -Claro, porque los niños y las niñas no somos como plantas. -…? -Las plantas tienen que vestirse todas de verde, y los niños y las niñas podemos elegir.

Martiño, 3 años

Martiño anda libre de perjuicios, pero ya desde bien pequeño advierte un entorno social y cultural que le está poniendo los límites: los niños no visten de rosa, los niños no se pintan las uñas, los niños no expresan sensibilidad, los niños no lloran… El sistema binario y patriarcal que aún flutúa por encima los aprieta también a ellos.

Con esta significativa conversación entre el niño Martiño mas otra persona, Jorge García Marín da paso a 130 páginas de un libro que giran alrededor de cómo deconstruírse para construir masculinidades disidentes, libres de ataduras, justas y seguras. Se trata de ‘Papá, por que non pintas as unllas de cores?’ que acaba de presentarse este lunes, 13 de enero, en la librería Lila de Lilith de Compostela, arropado por la Colección Feminismos de la editorial Galaxia.

Los discursos en torno a las nuevas masculinidades andan cogiendo fuerza nos últimos tiempos, también empujados por un movimiento feminista que obliga, por necesidad y por justicia, a ponerse las gafas violetas. El estudio de las masculinidades, entonces, recibe gran atención en el ámbito académico y también en el social. De hecho, no hay mucho que vienen surgiendo en las ciudades gallegas lo que se conoce como «grupos de hombres», que son iniciativas de unos cuantos que deciden juntarse para repensarse, replantearse y apoyarse en la lucha hacia una sociedad más justa. Muy ligado surgen conceptos relacionados con la crianza: paternidades alternativas, responsables… Una nueva manera de relacionarse con el entorno y unos nuevos modelos para aprenderles a las futuras generaciones.

«HABLAR DE HOMBRE ES HABLAR DE PODER»

«Cuando hablamos de masculinidades hablamos de poder, hablar de hombre es hablar de poder», indica Jorge García. No tanto como abstracción, sino como generadores de discursos que se instauran y legitiman en la sociedad. En este sentido, las masculinidades, dice el escritor, «vivimos muy bien» dentro de esta estructura patriarcal de la que tanto cuesta huir. «Somos los grandes favorecidos de este juego de poder», reconoce.

En esta constante generación de discursos tienen mucho que ver los cuentos que leemos, los videojuegos a los que jugamos y las películas que vemos. Todas ellos están inculcando, a veces de manera sutil y otras de manera mucho más explícita, patrones de conducta diferenciados en función del género. De ahí que nuestras relaciones vengan «viciadas» por una «condición androcéntrica»: «Los hombres diseñamos el mundo de una forma única, monolítica», cuenta García. Ellos aprendieron a ser los protagonistas, los héroes, los fuertes, a través del modelo que se impuso.

Pero frente a li asentado e incuestionado, llega el feminismo que «desenmascara». «El que nos aporta es esa capacidad de entender que nuestro papel social puede ser diferente, que no tenemos por qué vivir en un papel prefijado de antemano desde una óptica masculina». Esas relaciones rígidas no tienen por qué ser tal. «Hay otras formas de vida». Por eso, Jorge García hace una invitación a los hombres a repensarse. Se dirige a aquellos que comienzan a entender que «el sistema patriarcal es una camisa de fuerza que nos limita también a nosotros como hombres». Los apela, entonces, para que asuman la responsabilidad que les toca. «Los hombres estamos en un período de desubicación forzado por el feminismo», cuenta. Pero no es tarea del feminismo esa reubicación. «Tenemos que leer, analizar nuestro entorno, y cambiar radicalmente las reglas de juego. Y lo tenemos que hacer nosotros y lo tenemos que hacer con los niños de las próximas generaciones», sentencia.

PRECISAMOS REFERENTES PARA LOS NIÑOS

Una pregunta recurrente surge en el entorno de Jorge García: «Lo tenemos muy claro con las niñas, sabemos que las tenemos que empoderar, pero, ¿qué hacemos con ellos?«. No tiene fácil respuesta, «el reto es ese». «Se trata de ayudar a repensar, a reconstruir». En el encuentro en el que se presentó el libro, el escritor trajo cada uña pintada de un color diferente. De primeras puede parecer un gesto banal, mas García asegura que cuando lo formula la adolescentes, se nota rápidamente que es un «símbolo» cargado «de un preconcepto». «Si es difícil romper un límite tan pequeño como este, imaginaos lo que será romper toda una subjetividad que está basada en ese mismo modelo».

En el camino a seguir brota la necesidad de ofrecer modelos divergentes, alternativos. Esto es, referentes para los niños, comenzando por los propios padres. «No vale de nada decir que soy feminista si después dejo que los eduque Disney», reivindica. Desde el minuto uno que nacemos hace falta trabajar en la «disidencia», en la edificación de un modelo de socialización justo. «Es un combate muy bonito!».

‘OS MICROMACHINHOS’

De este mismo combate surgen los ‘Micromachinhos’ y otros muchos grupos de hombres que se reconstruyen desde la colectividad. Fue precisamente la librería Lila de Lilith quien vio nacer esta iniciativa. Allá por el 2012 un grupo de gente próxima a la Candidatura do Povo acudió a un taller sobre nuevas masculinidades organizado en el espacio feminista compostelano. Justo entonces echó a andar ‘Micromachinhos’. Se trata de unos diez hombres, contando por lo alto, que comenzaron organizando reuniones mensuales. «En ellas realizamos trabajos grupais, internos, donde rige la confidencialidad, para hablar de cómo estamos, aprender a expresar nuestras emociones, y escucharnos activamente», relata uno de los integrantes del grupo, Óscar Senra.

A veces escogen temas concretos para reflexionar. «No de una manera profunda, porque los hombres tendemos a intelectualizar… Así que aquí intentamos centrarnos en la repercusión emocional«. La idea, dice, es transformar, crecer de forma conectiva. Con ese mismo fin también organizan actividades puntuales: quemas de corbatas en el día contra la Violencia de Género o juntas de padres en la celebración del ‘día das paternidades desobedientes’. Aparte, también organizan talleres, a veces internos y a veces abiertos a otros hombres.

En general este tipo de iniciativas tienden a ser de grupos pequeños para cuidar la confianza adquirida. José Expósito es otro de los hombres que participa de ‘Micromachinhos’. Piensa que aún hay mucho que trabajar en el tema de los afectos. «Nos despegan de ellos cuando son tan necesarios para los cuidados». Considera que sigue habiendo un modelo fuerte: «Cualquier masculinidade que proponga otra forma de relación más afectiva será vista desde la masculinidade dominante como símbolo de debilidad». Con todo, cada vez este modelo, que influye también en los papeles de la paternidad, está «más cuestionado, más isolado».

‘LA PATERNIDAD DESOBEDIENTE’

Es una de las piezas claves. «Se construye por oposición a la paternidad que recibiste», explica Senra. Él es padre de una niña de año y medio y reconoce que es un proceso de aprendizaje constante. Hay que partir, dice, de la implicación absoluta en el cuidado y en la educación de la crianza. Implica esto salir del papel de «apoyo a la madre» o «ayuda a la madre». La nueva paternidad se construye desde la formación. «Normalmente siempre son las madres las que leen los libros para prepararse. Los hombres, por el contrario, se dejan llevar por la intuición», relata. «Y la intuición está construida en base a nuestra educación, que a su vez, está construida sobre una cultura no justa».

Por lo tanto, hace falta un «cambio de paradigma» radical. «Hay que ir aprendiendo por el camino», cuenta Óscar. Evitar también la paternidad invasiva: «saber cuál es tu lugar, lo que implica no estar en ciertos momentos en ciertos espacios». Es tarea compleja, más aún cuando no se tiene tradición de conversar de estos temas tan «vitales» entre los hombres, habla Expósito. Los hay que son reaccionarios a los discursos de las nuevas masculinidades, los hay confusos, y los hay que «ponen lo mejor de sí» en la lucha por la igualdad. Si hubiera voluntad mayoritaria, Expósito lo tiene claro: «los hombres podrían acelerar los cambios».

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