Vecinos de la aldea de Casaio, en Carballeda de Valdeorras (Ourense), permanecen desde el lunes organizados frente al incendio que afecta a las montañas de Trevinca tras cruzar la frontera gallega con Zamora desde Porto, en la comarca de Sanabria, donde se originó el fuego el jueves 14 de agosto.
Pasada ya una semana, vigilan la zona del río San Xil, a la que, de llegar, el fuego podría cruzar a la aldea tras escalar una ladera. «Llevamos todo el día mirando que no lo pase», señala a Europa Press uno de los vecinos de Casaio, Pedro Domínguez.
El fuego que se dirige hacia Casaio cogió «mucha fuerza» en la tarde del sábado. «Por la tarde se desmadró. El frente que venía hacia Casaio, en el Pico Maluro –en la zona que divide los ayuntamientos de A Veiga y Carballeda–, de nuestro lado cogió mucha fuerza por la tarde y abrió un frente muy grande», relata.
Esto generó «preocupación» en la aldea, que ha ido escalando a lo largo de la semana. «Se sentía mucha gente más alla de las 00.00 horas en la plaza hablando. La gente está nerviosa», describe.
En este momento, el incendio avanza hacia el río San Xil, hasta donde se han desplazado algunos vecinos. «Estuvieron intentando hacer algo, pero por tierra es un poco complicado», apunta Domínguez. Allí hay, además, dos helicópteros descargando. «La situación es que no pase el río San Xil hacia Casaio porque sino iría ladera hacia arriba, cogería mucha fuerza y se acercaría a la aldea», teme.
«Llevamos todo el día mirando que no pase el río», explica Domínguez. Esta vigilancia ha llevado a que haya «gente preparada» en unas pistas en dirección a la aldea». Domínguez apunta la presencia «bastantes medios», como una bulldozer, una brigada aerotransportada y una brigada de tierra, así como el apoyo de alrededor de 30 y 40 vecinos.
TEIXADAL DE CASAIO
Una de las preocupaciones durante toda la semana ha sido la posible afectación al Teixadal de Casaio, bosque de tejos centenarios y alguno milenario. Finalmente, el fuego entró en él y, aunque no ha dañado los tejos y el perjuicio no ha sido «extremo», la gran biodiversidad del monte sí ha padecido: entre ella, árboles y líquenes calcinados.
La jornada del sábado fue la última en la que vecinos y voluntarios acudieron al Teixadal. Domínguez explica que hasta él se desplazaron un grupo de ocho personas, entre las que había también vecinos de A Veiga, organizadas para cubrir la mayor parte del bosque. «Fuimos extinguiendo todo lo posible. Quedó bastante saneado», asegura.
Ahora, el frente «tan grande» originado el sábado se convierte en la prioridad principal del pueblo. «La zona del Teixadal quedó bastante tranquila y saneada», traslada Domínguez.