La pesca de arrastre genera un consumo de combustible y emite un volumen de emisiones de CO2 que podría ser equivalente a la producción de proteína animal en tierra, según afirma la ONG de conservación marina Oceana, en un informe presentado este miércoles en Bruselas, en el que pide reducir hasta eliminar gradualmente las artes de pesca que generan un mayor impacto ambiental y climático.
El trabajo ‘Una vía para la descarbonización del sector pesquero de la UE en 2050’ concluye que en la UE las artes de pesca activas que entran más en contacto con el fondo, como la pesca de arrastre de fondo son las que más combustible consumen por kilo de pescado desembarcado.
Así, el documento afirma que la elevada dependencia de fuel se debe en gran medida a las enormes cantidades de combustible y motores potentes que requiere para arrastrar sus redes por el fondo del mar. Además, indica que estas artes liberan al agua grandes cantidades de carbono que está almacenado en el lecho marino, «posiblemente entre 10 y 15 veces la cantidad emitida por el combustible quemado durante la actividad de pesca».
Asimismo, el trabajo expone que aunque la proteína de pescado está considerada como una fuente de alimentos con bajas emisiones de carbono, las técnicas más intensivas en consumo de combustible y con menor eficiencia energética, como la pesca de arrastre de fondo, podrían generar emisiones comparables a las de la producción de proteína animal en tierra.
Por ello, la ONG considera que la Unión Europea debe acelerar la transición hacia un sector pesquero resiliente y con bajas emisiones de CO2 y propone una serie de soluciones para reducir las emisiones de las flotas.
El estudio, que se ha publicado este miércoles en el contexto de la próxima aprobación de la Estrategia de la Comisión Europea para acelerar la transición energética en el sector, plantea varias vías posibles para llegar a los objetivos de la UE de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del sector pesquero en un 30 por ciento en 2030 y lograr la neutralidad climática en 2050.
En la presentación, la asesora de Oceana Alexandra Cousteau, ha defendido que «todos» los sectores incluida la industria pesquera tienen la responsabilidad de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
«El informe de Oceana muestra cómo determinadas soluciones técnicas y estrategias de gestión permitirían a la flota pesquera contribuir a alcanzar los objetivos medioambientales de la UE y los plazos para mitigar el cambio climático. Lograrlo es ahora una cuestión de voluntad», ha defendido.
En concreto, la ONG considera que la sustitución gradual de las pesquerías más destructivas y con mayor consumo energético por técnicas de pesca más pasivas ofrece «múltiples ventajas» para el medio ambiente, la economía y la sociedad.
Entre ellas, aboga por una reducción significativa de las emisiones de GEI mediante un menor consumo de combustible, el incremento de los beneficios al capturar pescado de mayor valor con menores costes operativos, y la protección de los hábitats marinos que almacenan gases responsables del cambio climático.
Así, la directora de Políticas y Comunicación de Oceana Europa, Vera Coelho, ha reclamado a la UE que compagine las prioridades medioambientales y económicas en gestión pesquera y deje de considerar que ambas son antagónicas. A su juicio, los políticos deben empezar por eliminar la fuerte dependencia de la industria pesquera de los combustibles fósiles y facilitar su transición hacia alternativas bajas en carbono, lo que también le beneficiará económicamente.
«La inacción climática tiene mayor coste ambiental y económico que la transición a un futuro de cero emisiones netas de carbono», ha advertido.
En concreto, el trabajo señala que las mayores necesidades energéticas de la pesca se relacionan con la propulsión del buque, el arrastre de los aparejos de pesca y la fabricación de hielo para conservar las capturas.
En ese sentido, Oceana propone, entre otras medidas, aplicar las tecnologías existentes, como la mejora de la hidrodinámica de los buques y las artes de pesca; optimizar las rutas y la velocidad de la navegación; incentivar el uso de artes de pesca de baja intensidad de uso de combustible para sustituir las que consumen más energía, y la prohibición total de las pesquerías destructivas en las zonas donde se sabe que existen hábitats de carbono azul.
INFORME «ABSURDO E IMPRECISO»
Tras conocer el informe, la Confederación Española de Pesca (Cepesca) ha calificado el documento de «absurdo e impreciso» y considera que demuestra el «profundo desconocimiento» de la complejidad de la actividad desde el punto de vista social y económico.
En este contexto, Cepesca alerta de las consecuencias en los consumidores de una «progresiva radicalización medioambientalista» de «este tipo de grupos» que están presentes en las instituciones europeas y cuyo «único objetivo» es la «erradicación» de la actividad pesquera europea.
De hecho, alerta de que debilitar de manera progresiva la capacidad y potencial pesquero de Europa tendrá como consecuencia que el pescado se convertirá en «un alimento de lujo para grupos privilegiados de población» que estará en manos de países terceros, sobre todo asiáticos, el abastecimiento de esta proteína para el resto de la población. Precisamente, alerta de que estas pesquerías no están controladas sino al margen de «cualquier tipo de regulación, tanto medioambiental como social».
Por ello, lamenta que el informe, lejos de defender el reto de la descarbonización de la flota pesquera, hace un planteamiento «simplista» y generaliza la realidad de esta actividad sin tener en cuenta el trabajo y los logros del sector en materia de sostenibilidad.
Asimismo, critica que el documento demoniza artes de pesca como el arrastre de fondo y «vende las bondades de las áreas marinas protegidas».
En este contexto, el secretario general de Cepesca y presidente de la patronal pesquera europea Europêche, Javier Garat, confía en el «poco peso que planteamientos como el expuesto» por Oceana han de tener en el proyecto europeo.
Al mismo tiempo, defiende que el sector ha reducido «ostensiblemente», a la mitad, sus emisiones de CO2 desde 1990, según los datos comunicados por la UE, y que la flota ha disminuido una media del 59 por ciento la potencia de los motores en comparación con ese mismo año, ha implantado tecnologías de eficiencia energética y ha rebajado también el número de buques operativos.
Entre las medidas de mejora implantadas en los últimos años, ha citado la Plataforma para la Promoción de los Ecocombustibles de la que forma parte con otras organizaciones sectoriales y empresariales para promover el biodiesel, un combustible renovable, limpio y de origen natural, usado ya en vehículos terrestres, marinos y aéreos.
Dicho ecocombustible reduce considerablemente las emisiones, puesto que el CO2 que se capta en el proceso industrial de generación se compensa con el que se produce en la combustión, con lo que sus emisiones netas son nulas.
En este contexto, Cepesca pide a la Comisión Europea que cree un grupo de expertos para asesorar sobre las alternativas disponibles e identificar las óptimas para cada arte, caladero y segmento de flota. El sector critica que las actuales limitaciones de capacidad de los buques que fija la Política Pesquera Común (PPC) obstaculizan este objetivo y son contradictorias con la estrategia de la UE para abordar esta transición energética.