El interventor de Renfe que mantuvo una conversación telefónica de 100 segundos con el maquinista, Francisco José Garzón, justo antes del descarrilamiento del tren Alvia en julio de 2013, Antonio Martín Marugán, ha afirmado que realizó esa llamada en ese momento porque iba «relajado» y no tenía «nada que hacer».
Además, ha defendido que estaba entre sus funciones buscar el «confort» de los viajeros y que de ahí la llamada al maquinista –para comentar cómo sería la llegada a la estación de Pontedeume, donde se bajaría una familia– y ha añadido que era el maquinista quien podía decidir si responder o no.
Asimismo, ha subrayado que desconocía la existencia de la curva de A Grandeira y «la peligrosidad» de ese tramo, en el que había que reducir desde unos 200 a 80 kilómetros por hora.
(Habrá ampliación)