A punto de acabar el mes de junio, muchos municipios y aldeas gallegas ya han celebrado –o se preparan para celebrar– fiestas parroquiales, romerías y otros festejos similares, gran parte de ellos con sus respectivas verbenas.
Si bien este era el transcurrir normal del verano en Galicia, la pandemia de la Covid-19 paralizó «por completo» durante dos años uno de los sectores que más se vincula con la Comunidad.
Empresarios y trabajadores de la verbena empiezan ahora a ver la luz al final del túnel y, aunque se muestran esperanzados, reconocen también estar reticentes por el contexto económico actual, provocado por la crisis del coronavirus y agravado por la guerra en Ucrania.
Con todo, coinciden en aplaudir la «brutal» respuesta del público gallego, sobre todo el más joven, y confirman que hay demanda. «La respuesta está siendo fantástica, hay más gente que nunca. Pero habrá que ver si esto se sostiene en el tiempo o si es el furor de haber estado encerrados tanto tiempo», comenta a Europa Press Nico Marrero, de la Asociación de Orquestas de Galicia.
Aunque prefiere ser positivo — «en comparación al año pasado, esto es fantástico, sobre todo lo que viene para julio, agosto y septiembre»–, Marrero alberga dudas de la salud real de la verbena gallega. «Los números son relativos. La cantidad de trabajo puede ser engañosa porque la realidad es que hay menos formaciones para las fechas que existen. Se han quedado orquestas por el camino, y no pocas», explica.
«FALTA SEGURIDAD EN UN SECTOR YA INESTABLE»
Coinciden las fuentes de este reportaje en apuntar que «lo que no hay es oferta», una situación en la que se mezcla la falta de personal, la subida de precios y los efectos de la pandemia.
Los trabajadores acusan la falta de seguridad en un sector ya de por sí inestable. Si antes se trabajaban cuatro o seis meses y se «estiraba» el dinero que se recaudaba durante la temporada para vivir el resto del año, «ahora lo que se consigue en cuatro o seis meses igual da para vivir ocho». «Y claro, la gente se plantea si esto le conviene o no», añade Marrero.
El secretario de la Asociación de Empresarios da Música da Verbena Galega (Asevega), Pablo Franco, discrepa en la falta de personal porque «siendo Galicia una potencia a nivel verbena, si no hay músicos aquí, vendrán de otros lugares». Sí asegura que hay «mucho trabajo y pocas orquestas».
«Más de la mitad de las orquestas que estaban en marcha antes de la pandemia no han podido sobrevivir. El problema es que todo el mundo quiere hacer la verbena el sábado, el 15 de agosto y el 25 de julio. Y así, hay mucha gente que se va a quedar sin orquesta», argumenta.
COSTES DIFÍCILES DE ASUMIR
A lo que todos apuntan es a una falta de empresarios –más que de músicos– y a las dificultades económicas que enfrentan ahora. «No tenemos empresarios con capacidad de invertir. Hay situaciones tan tristes como que mucha gente tiene su escenario para salir pero no tiene la capacidad financiera de poner al día la ITV o los seguros», lamenta Franco.
El portavoz de la Asociación de Músicos y Profesionales del Espectáculo de Galicia (Amproega), Carlos Ferrant, ha calificado la situación de «precaria». «Llevan dos años sin ganar un céntimo, con el material parado, deteriorándose. No todo el mundo está en situación de afrontar el reinicio de la actividad», comenta.
A esto hay que sumarle la idiosincrasia de la propia verbena gallega con, entre otras características, grandes infraestructuras que, además de costosas, «hay que montar, y es complicado sin personal».
Forman parte de estos montajes los tráilers o camiones que acogen los escenarios y que necesitan grandes cantidades de combustible. Vistos los precios de estos, explican, muchas han optado por reducir el número de tráilers –«las que tenían tres, igual uno o dos»–.
ADAPTACIÓN «PELIGROSA» AL CONTEXTO ACTUAL
«Hay que adaptar el negocio a la situación actual», asegura Nico Marrero. Una situación todavía más voluble que fomenta la aparición de nuevos fenómenos, «antes impensables en la verbena gallega» y que muchos ven con preocupación.
Explica que de un tiempo a esta parte están apareciendo lo que se conoce como orquestas de fin de semana; formaciones que, al limitar sus actuaciones al sábado y domingo –en ocasiones los viernes– permiten que sus integrantes puedan compaginar su actividad con otros empleos.
Con la excusa de este contexto, lamenta Ferrant, también empiezan a proliferar agrupaciones que reducen al máximo sus integrantes –donde priman las grabaciones–, con lo que resulta más barata su contratación. Esto, sin embargo, es un «fraude», opina el portavoz de Amproega.
«Una orquesta sin músicos no es una orquesta; es cualquier cosa menos eso. Pero una con músicos, claro, tan barata no puede ser», apunta Ferrant, que critica que sea el propio sector el que fomenta este tipo de prácticas.
En esto ha influido la situación a la que se enfrentan ahora las comisiones de fiestas, grandes organizadoras y responsables de las verbenas. «Muchas se han quedado atrás, principalmente por motivos económicos», comenta Nico. Coincide Amproega señalando que «no hay el dinero que había antes; la situación es complicada».
LAS AYUDAS DE LA XUNTA, «BIENVENIDAS PERO INSUFICIENTES»
Las tres asociaciones consultadas por Europa Press han reprobado la gestión autonómica del sector durante la pandemia. «El sector siempre ha estado muy abandonado, autogestionándose de una forma regular», concede Amproega. Y en esta situación, «la pandemia, que nadie se esperaba, afectó brutalmente».
«Nos cerraron completamente. No teníamos aforos, como otros sectores. Estuvimos dos años y medio totalmente en blanco porque, cuando se declaró el estado de alarma, estábamos además en esos meses del año a los que nos referimos como malos», ha explicado Nico, que asevera que el de la verbena «ha sido el sector más castigado».
El responsable de Amproega va un poco más allá, asegurando que se les ha dejado morir, «sin más». «Un sector con tanta relevancia cultural y económica. ¡Imagínate Galicia sin fiestas!», interpela.
Si bien es cierto que la Xunta de Galicia aprobó durante la pandemia líneas de ayuda para el sector de las verbenas, todos deslizan o aseguran que no han sido suficientes, «aunque siempre sean bienvenidas».
Franco comenta que estas subvenciones funcionaron como «una UVI», ya que fueron planteadas para «empresas que estaban bien y era viable que pudiesen sobrevivir a la pandemia». «A esas compañías se las mantuvo con respiración asistida toda la pandemia y son las que ahora están funcionando», comenta.
Matiza además que toda aquella empresa que tuviese una deuda con Hacienda, con la Seguridad Social o con la Atriga no podía optar a las ayudas, por lo que fueron «excepcionalmente limitadas».
En esta línea también se ha expresado Ferrant, aunque de forma más contundente. Afirma que las ayudas fueron «más bien míseras», con unas condiciones de acceso «que las hacían prácticamente inviables».
Según los registros de Amproega, de las más de 5.000 personas que viven del espectáculo, «unas 200 escasas pudieron acceder a las subvenciones, lo que es miserable», insiste Ferrant.
Así, y pese al optimismo que les inyecta el fervor con el que el público ha acogido las primeras verbenas de la temporada, inciden en lo complicado del futuro. «Frenar es muy sencillo. Aprietas un botón y lo paralizas todo, pero activarlo es mucho más laborioso. Si se gestiona como se está gestionando ahora, esto no va por buen camino. A este paso no habrá ni la mitad de lo poco que queda», concluye Ferrant.