Lo dos hombres acusados de matar a otro varón para hacerse con la herencia recibida de su madre han negado ser autores del crimen y han ofrecido versiones diferentes de lo acontecido durante la primera jornada del juicio, que ha arrancado este lunes en la Audiencia Provincial de Ourense.
Los varones, que se enfrentan a peticiones de la Fiscalía de 22 y 23 años de cárcel, respectivamente, por los delitos de asesinato y delito continuado de estafa, se han sentado en el banquillo durante la primera sesión del juicio –que se celebra con jurado popular– por unos hechos que se remontan al fin de semana del 11 de agosto de 2018.
Ambos acusados han coincidido durante su declaración en proclamar su inocencia sobre la muerte del hombre, con quien entablaron una relación de amistad durante su paso por el centro penitenciario de Pereiro de Aguiar y que, según Fiscalía, murió a manos de los procesados porque éstos querían quedarse con los 20.000 euros que había heredado de su madre.
El segundo fin de semana de agosto del año 2018, el fallecido no regresó a la prisión tras un permiso de salida, algo que la Guardia Civil determinó que no fue una fuga sino un crimen.
La supuesta víctima cumplía condena en la cárcel ourensana por asesinar a su esposa e hijos en Gran Canaria en el año 1996, mientras que los encausados cumplían distintas condenas por estafa y por robo con fuerza, según ellos mismos han explicado durante su declaración.
Uno de ellos regentaba una granja en el Ayuntamiento de Maside a la que la víctima acudía en sus permisos de salida para trabajar y para tener un domicilio que le permitiese salir de la cárcel.
La Guardia Civil sitúa en esta granja el crimen que, según el Ministerio Público, se produjo en la mañana del 11 de agosto, cuando los acusados golpearon a la víctima con un objeto contundente en la cabeza hasta ocasionarle la muerte por un traumatismo craneoencefálico.
Posteriormente, trasladaron el cuerpo hasta otra finca propiedad de la familia de uno de ellos, donde ocultaron el cadáver envuelto en bolsas de plástico y enterrándolo en una mina de agua.
Tras esto, los encausados se apropiaron de dos tarjetas de débito y cuatro tarjetas prepago, todas propiedad de la víctima, mediante las que efectuaron retiradas de dinero, entre el 11 y el 24 de agosto de este mismo año, en cajeros de distintas zonas de la provincia ourensana y de Portugal.
Además, según recoge Fiscalía, también utilizaron la plataforma ‘Hal Cash’ para seguir apropiándose del dinero de la herencia. En total, la cantidad supuestamente sustraída se elevó hasta los 22.490 euros.
El 20 de diciembre de 2018 el cuerpo de la víctima fue hallado en la finca donde había sido enterrado por los encausados, una vez que uno de ellos facilitó de manera voluntaria su ubicación a los agentes encargados de la investigación del caso.
VERSIONES CONTRAPUESTAS
Así las cosas, los dos acusados han declarado este lunes que no fueron los responsables de la muerte de su compañero en la prisión. «Yo de eso no sé nada», han esgrimido los dos.
Es lo único en lo que han concordado porque en el resto sus versiones difieren. El primero de los acusados, el que indicó dónde se encontraba el cadáver, sí ha admitido que retiró el dinero con las tarjetas del fallecido, pero ha negado haber cometido «jamás ningún delito de sangre».
Se ha acogido a su derecho a declarar únicamente a preguntas de su abogado, a quien ha respondido que no sabe qué pasó, ni quién mató a la víctima porque su relación con él «era buena, le dejaba dinero, le compraba tabaco y le pagaba gasoil», ha sostenido.
Además, asegura que fue coaccionado para declarar en las fases previas. «Me presionaron, me dijeron ‘ayúdanos y te echaremos una mano’; hasta que declaré no pararon. Lo primero que me dijeron fue que él me inculpaba a mí», ha dicho.
Así, ha afirmado haber retirado dinero de las tarjetas pero solo porque se lo pidió el otro encausado, quien además ha asegurado fue quien le dijo dónde se encontraba el cadáver.
SEGUNDO ACUSADO
Ambos puntos los ha negado el otro acusado, quien sí ha respondido a las preguntas de todas las partes. «No tuve nada que ver con la desaparición de Fernando», ha manifestado el segundo de los procesados, que ha defendido que no sabía dónde estaba enterrado el fallecido porque «cuando no regresó a prisión pensé que se había escapado».
También difiere en cuanto a la retirada de dinero. Para el primer acusado la primera se produjo el propio 11 de agosto, cuando los dos se desplazaron a Vigo, en dos coches diferentes.
Para este acusado, en ese viaje iban los tres (acusados y víctima) y los que sacaron el dinero de un cajero fueron el encausado y el fallecido, que se desplazaron en otro vehículo porque el fallecido iba a mirar un coche para adquirir.
«Yo no llevaba ninguna tarjeta, las tenía Fernando, yo no estaba cuándo sacaron dinero y para Ourense me volví solo, ellos se quedaron esperando a que le enseñaran el coche», ha esgrimido.
A pesar de que la fiscal expuso que hay posicionamientos telefónicos que lo ubican en zonas de varios cajeros en los que se retiraron las cantidades, el procesado ha replicado que cuestionando a la representante de Ministerio Público si existe alguna foto o alguna prueba sobre su implicación en el crimen. «Si me lo puede demostrar, demuéstrelo», ha sentenciado.
Así, ha querido explicar algunos de los posicionamientos de su móvil, en concreto uno en Lalín, que se debe a que tiene «una granja en la zona de Silleda». También ha ofrecido explicaciones sobre otro posicionamiento en Burgos, a donde se desplazó, según ha asegurado, para llevar a su primo.
También ha negado el de Portugal, ya que, sostiene, en el momento de lo sucedido tenía una pulsera telemática con la que se controlaba que entre las 23.00 y las 07.00 estuviese en el domicilio y no podía salir de España. «Si hubiese salido pitaría», ha aseverado.
Por úlitmo, ha sido preguntado por el Ministerio Fiscal por el ingreso en sus tarjetas, que coincidía con varias retiradas de dinero.
«Yo trabajaba y cobraba cada 45 días entre 10.000 y 13.000 euros por los pollos», ha relatado, para, a continuación, reiterar que «nunca tuvo» las tarjetas mientras que su compañero. «Cuando declaró en diciembre dio hasta los números PIN. Muy en mente los tiene que tener para recordarlos. Yo no sabría ni los míos», ha apostillado.