Una vecina de Viveiro (Lugo) de 90 años de edad, Dolores Barro, iniciará este sábado, día 22 de enero, la que será su tercera aventura por el Camino de Santiago. Esta maestra hará una etapa del Camino Primitivo al mes hasta conseguir su tercera compostelana.
«Vuelvo a hacerlo porque cada vez que he ido fue precioso, los paisajes, la gente que conoces, anécdotas…», relata esta vecina de Viveiro. Tiene 90 años, y aunque su familia le dice está «loca», ella se ve con fuerzas, energía y ganas de volver a vivir esta experiencia «tan maravillosa».
Todos los días, a las doce y media de la mañana, Dolores se toma el café de media mañana en el bar Bossanova, donde ya es una más de la familia. Y es que después de escucharla hablar, sus vecinos yamigos no pueden evitar aplaudir y darle la enhorabuena por su forma de vivir la vida. Pero Barro tiene un miedo: No llegar. «Y si fracaso?», se pregunta, aunque al tiempo se autoresponde: «Bueno llevamoscoche escoba», dice riendo.
Barro no está haciendo «nada especial» para esta caminata, como siempre, la misma rutina. Concienciándose de que el trayecto comenzará como algo social y terminará de una manera más espiritual. «Al comienzo vas con esas ganas de conocer gente nueva y de hablar de un tema, de otro y de otro, pero a medida que vas acercándote a la plaza del Obradoiro vas hablando menos con la gente y más contigo misma», detalla.
Hace más de 20 años que hizo por primera vez este camino «aunque para dar la fecha exacta tendría que mirar las fotografías que siempre hago anotaciones en ellas y seguro tienen la fecha». Ahora recorrerá elcamino primitivo en varias etapas, una al mes, que el tiempo «pasa para todos». Con más años, pero con las mismas ganas. Barro fija su objetivo en Compostela y recomienda a todo el mundo a vivir esta experiencia, al menos una vez en la vida.
ANÉCDOTAS PEREGRINAS
Son tantos los momentos vividos en el Camino de Santiago que Dolores no sabe qué anécdota elegir: «Entre que son muchas y que ya me voy olvidando…», bromea. Pero hay una que recuerda «como si fuese ayer».
Así, recuerda que «una vez» conoció a un hombre con el que habló «mucho durante las etapas del camino». «Hablas de tus cosas, él de las suyas, intercambias opiniones… Y un día me dijo: Estoy muy preocupado. Y le pregunté que por qué. Y él me dijo que era creyente, pero que no iba a misa nunca. Un pensamiento que lo estaba atormentando porque creía que el hecho de no acudir a misa podría hacer que le negasen la compostelana», recuerda.
Con todo, señala que ella misma lo alivió al explicarle que «si enseñaba todos los sellos necesarios, no importaba que fuese o no a misa».
Peregrinos que comienzan siendo desconocidos y terminan por ser amigos y confidentes «con los que quedas para tomarte un café o para llamarte por teléfono y charlar», «personas que quizás no vuelvas nuncamás a ver, pero sirven de apoyo en momentos cruciales del Camino son algunas de las cosas que hacen especial», para Dolores Barro, el Camino de Santiago.