La organización social Cáritas atendió en el año 2020 a un total de 16.744 personas en Santiago, de las cuales más de la mitad (el 54,73%) fueron mujeres. Además, el número de personas que percibieron ayuda durante los primeros del confinamiento ascendió casi un 43% respecto al año anterior.
Las cifras del pasado año, en el que la entidad vinculada la Iglesia gastó 7,1 millones de euros en el área de la capital gallega, fueron presentadas este miércoles por el director de Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela, José Anuncio Mouriño, que ha estado acompañado por el delegado diocesano, Jesús García Vázquez, coincidiendo con la celebración de la semana de la caridad por parte de la institución.
El director diocesano ha afirmado que, durante la crisis sanitaria, Cáritas ha seguido ofreciendo una respuesta «satisfactoria», a pesar de que han tenido que «redoblar» los esfuerzos para atender todas las demandas –las solicitudes de ayuda se «triplicaban»–.
Entre las principales actividades llevadas a cabo, destacan los teléfonos de atención 24 horas o un dispositivo de atención psicológica llevado a cabo por psicólogos de la entidad, entre otras.
Asimismo, Mouriño ha hecho referencia a situaciones que «sufrieron mayor impacto» durante la pandemia. La brecha digital «aumentó» y se «convirtió en un factor de aislamiento», una soledad que ha afectado, sobre todo, a personas mayores.
Además, las personas sin hogar han visto en la crisis de la covid-19 una «preocupación añadida», ya que ha dificultado o imposibilitado «el acceso a espacios de higiene». A mayores, ha declarado que la franja de edad ayudada «más importante» ha sido la gente comprendida entre los 35 y 49 años–un 28,55%–.
Por otra parte, las principales prioridades de Cáritas han sido el mantenimiento de apoyo a familias con las que ya trabajaban y «cuya situación se agravó»; así como acompañar a personas que en la crisis de 2008 habían acudido por primera vez a la institución y que, en un momento dado, pudieron prescindir de sus servicios pero que, por la situación actual, «tuvieron que volver a necesitar ayuda».
También han apuntado a la necesidad de adaptar la acción del voluntariado y las personas contratadas a «la nueva situación impuesta». Así, «un 36% del voluntariado de Cáritas ha cambiado su actividad principal», declara Mouriño.
En cuanto a datos sobre los grupos con los que han trabajado, las minorías representaron un total de 6.585 actuaciones relacionadas con las necesidades básicas y fundamentales. Las acciones familiares, incluyendo la infancia y juventud, fue desarrollada sobre 1.434 personas, mientras que los mayores y dependientes atendidos fueron 621 y las personas sin hogar 1.329.
Los gastos en Atención Primaria se han incrementado un 14% con respecto al 2019; en los mayores, un 12%; para Formación y Empleo, un 8%; en cuanto a programa específicos de mujer, un 4%; para las personas sin hogar, un 10%.
SECTORES PREOCUPANTES EN SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD
El director de Cáritas en Compostela ha resaltado que el grupo de personas que ha tenido que volver a acudir a sus servicios durante la pandemia es «la imagen más representativa de esta crisis», casos «más crueles» a los que les dan «una importancia especial». Además, ha asegurado que «no miente» al decir que, aproximadamente, un 20 o 30% de las personas han tenido que volver a recurrir a Cáritas.
También ha recordado la «vergüenza» que mucha gente sufre por tener que pedirles ayuda. En este sentido, asegura que gastan «mucho en formación» para que la gente «no tenga que bajar la cabeza».
Además de este sector de la población, Mouriño ha hecho referencia a «las personas sin papeles», dado que algunos están «sobreexplotados» y el no tener documentación tiene como consecuencia que no puedan «recibir ninguna ayuda».
Por otra parte, el director también ha apuntado a la atención al as víctimas de la trata de personas y las dificultad que ha supuesto la crisis sanitaria para contactar con estas mujeres.
Anteriormente, gracias a su Programa Vagalume, que ofrece atención integral a mujeres en contextos de prostitución, sabían «donde estaban» las personas víctimas de trata. Sin embargo, tras el comienzo de la pandemia, «la prostitución se hace oculta» en pisos o lugares clandestinos, por lo que «poder acompañar a estas mujeres es muy complicado».
LA «RESACA» DE LA CRISIS DE 2008
Mouriño ha mencionado la crisis del 2008 a modo de contextualización ya que «ha dejado profundas cicatrices». En esta línea, asegura que, según un estudio de la fundación Foessa, fundada por Cáritas, «aún no se ha superado la crisis económica del 2008».
De esta manera, afirma que «en 2020, aún había resaca de la anterior crisis». Bajo su punto de vista, la crisis sanitaria «va para largo» y confiesa que los primeros meses de pandemia fueron «momentos convulsos» para los que no estaban «preparados».
Actualmente, cuentan con «medios y protocolos de protección instaurados» con el fin de ayudar «a los últimos y olvidados». «Logramos que ninguno de los casos de los que tuvimos conciencia se quedara sin comer», concluye Mouriño.