La pandemia de covid-19 ha paralizado, y en los mejores casos, solo alterado, la vida de muchas personas. También lo ha hecho con las embarazadas que, en una de las experiencias más importantes de su vida, han visto como consultas, pruebas y otras citas médicas eran suspendidas, aplazadas y para muchas, en el caso de la educación maternal, canceladas.
«Las embarazadas, pese a ser un grupo especialmente vulnerable, han sido las grandes olvidadas de esta crisis sanitaria, se han sentido solas», ha afirmado María Porto, responsable del grupo de Facebook ‘Embarazadas Galicia’, «una comunidad creada para que estas mujeres tengan un sitio en el que desahogarse y compartir experiencias».
Esta incertidumbre se ha extendido a todos los aspectos que conlleva un embarazo, desde la atención en consulta y todo lo relacionado a la presencia de acompañantes en las ecografías, hasta en lo que respecta a la educación maternal, tanto preparto como postparto, que suelen impartir las matronas.
La figura de la matrona es vital durante todo el embarazo. Complementan el trabajo de ginecología realizando su propio seguimiento durante la gestación. También están presentes en el momento del parto, donde controlan el proceso de dilatación. Más allá de la ayuda más «física», la matrona «es un apoyo esencial para la madre a nivel psicológico y emocional, aspectos que también se encargan de vigilar».
EDUCACIÓN MATERNAL PARALIZADA
«La pandemia paralizó todo lo relacionado con la educación maternal presencial en algunas áreas y, aunque muchas matronas han intentado seguir ofreciendo esta formación telemáticamente, no es lo mismo», señala la presidenta de la Asociación Galega de Matronas, Isabel Abel.
Muchas gestantes han destacado también la «soledad» a la que se enfrentaron en este sentido. «Se pierde el contacto directo, y no sólo con la matrona, también con otras embarazadas. Esa parte social, en unos momentos tan sensibles, es vital: compartir experiencias, dudas, etc», explica la responsable de Embarazadas Galicia.
Más allá de las clases, vigilar la evolución tanto de las madres como de los bebés tras el parto, es otra de las tareas de las que se ocupan las matronas que se ha visto afectada por la crisis sanitaria.
Las gestantes que vivieron su embarazo en la «época dura» –durante el 2020– han sentido también el «abandono» en este sentido. «No supe nada de la matrona», reconoce una de las gestantes que dio a luz en 2020 en el Hospital do Salnés. «Tuve una sola consulta postparto. Tuve que llamar yo, ella no se puso en contacto, y pedir cita», indica otra que tuvo a su bebé a principios de este 2021 en el Clínico de Santiago.
Aquellas que están viviendo la experiencia este año coinciden en que la situación ha mejorado, pero destacan que las matronas «están sobrepasadas». «Las consultas durante el embarazo también se redujeron, en teoría, porque «estaba todo bien y no hacía falta», pero bueno, es mi segundo embarazo y sé que las cosas no son así», señala una de las gestantes que sí ha podido volver a las clases presenciales de educación maternal.
ALTERNATIVAS A MARCHAS FORZADAS
«La atención en el postparto tiene que ser presencial, es indispensable. Aunque ciertos aspectos, como resultados, se comenten por teléfono, hay cosas como la lactancia o la evolución emocional de la madre, que no se pueden evaluar así», destaca Isabel Abel.
Las propias matronas se han visto superadas por la situación y han intentado, algunas con sus propios medios, estar al lado de las gestantes. «En atención primaria hemos intentado acompañar a las mujeres en la medida de lo posible, intentando mantener las clases de educación maternal presenciales, aunque fuesen en grupos reducidos y en salas que hubo que acondicionar a propósito», indica una matrona del centro de salud de Fontiñas.
«Lo hemos intentado incluso individualmente, aunque se perdiese esa parte más social, y algunas compañeras incluso telemáticamente, pero no ha sido fácil», critica la enfermera.
Durante la pandemia, Internet se convirtió en el salvavidas de muchas personas y el único medio de trabajo viable en muchos sectores, también para matronas y embarazadas. «Cuando empezó a desaparecer la educación maternal presencial, la Administración no nos dio tampoco la opción de hacerlo digitalmente. Así que decidimos utilizar nuestros propios medios, pero hay profesionales que no están familiarizadas con todo esto», explica la matrona.
«Tras mucho insistir», explica la enfermera del área de Santiago, el Sergas comenzó a enviar cámaras. «En Ferrol, por ejemplo, ya las utilizan, pero en Santiago aún están empezando a llegar. Lo que aún no tenemos es un entorno seguro para hacer las conexiones», denuncia.
CLASES ONLINE EN VERÍN
El colectivo de matronas del Hospital de Verín se ha enfrentado a una situación similar. Ante la supresión «abrupta» de la actividad presencial en marzo de 2020, comenzó a impartir las clases por videoconferencia en abril de ese mismo año a embarazadas de toda Galicia.
«Aunque teníamos un teléfono activo las 24 horas, vimos que no era suficiente y, fuera de nuestro horario laboral, en nuestras casas, con nuestros propios medios, empezamos a ofrecer la formación relativa a los cuidados antes y después del parto, lactancia, salud mental perinatal y en caso de duelo, entre otros aspectos», explica Begoña Pérez, participante en la iniciativa, que reconoce además que, hasta que el Sergas les facilitó medios técnicos, utilizaban sus propias cámaras y pagaban su propia cuenta en la plataforma Zoom.
En sus clases telemáticas, las matronas de Verín atienden, de media, a unas 30 o 35 mujeres por sesión, aunque en momentos puntuales llegaron a contar con 70 ‘alumnas’. «Desde que empezamos, hemos asistido a más de 700 mujeres, y seguimos sumando», indica Begoña Pérez.
Las clases siguen activas, ahora por duplicado: las imparten presencialmente y en directo mediante una plataforma facilitada por el Servizo Galego de Saúde, que también ha habilitado la biblioteca del hospital ourensano para los grupos presenciales. «Hemos tenido que adaptarnos, pero esto es un parche. La presencialidad es esencial en estos casos. Las embarazadas necesitan el contacto directo entre ellas y con la matrona, es una cuestión de empatía», insiste Begoña.
Gestantes y matronas han coincidido en la «temporalidad» de estas soluciones y han reclamado «una mejor planificación» y, sobre todo, «más personal». «Las matronas estaban hasta arriba», señala una de las gestantes consultadas por Europa Press.
«Aunque ha sido, y está siendo, una etapa complicada, profesionalmente es muy satisfactorio ver lo agradecidas que están las gestantes. Se han sentido solas y hemos intentado aportar nuestro granito de arena», reconoce la matrona del Hospital de Verín, que destaca además que «de no ser por el movimiento iniciado por las propias mujeres, y apoyado por muchos profesionales, los derechos de las gestantes, y de sus bebés, seguirían siendo vulnerados».