«Toda ayuda es poca, pero la gente es muy solidaria y ha respondido a nuestra llamada de forma bestial. Empresas y particulares han superado las expectativas». Así lo resume la presidenta del Banco de Alimentos Rías Altas, Conchi Rey, quien hace «un buen balance» de una campaña que, pese a las restricciones de la pandemia, permitirá que la comida, «turrón de chocolate incluido», no falte a las familias más necesitadas.
Y es que, aunque las entidades sociales suelen tener una mayor visibilidad pública debido a que trabajan directamente con las familias y colectivos más necesitados, los bancos de alimentos, entendidos como organizaciones que recogen y aprovechan los excedentes alimentarios para favorecer su distribución entre los hogares más pobres, han ido ganando conocimiento impulsados por las distintas crisis.
Precisamente, Rey es la presidenta de un banco de alimentos, miembro de la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal), que hace unas semanas, a principios de noviembre, lanzó un grito de SOS ante la falta de ‘stock’ en un contexto marcado por la covid-19, que ha recrudecido las necesidades y que ha elevado en una docena el número de entidades con las que trabaja Rías Altas –en las zonas de A Coruña, Ferrol y Santiago–, hasta superar las 180.
Ahora, abrumada por la respuesta, ha trasladado a Europa Press que la campaña ha tenido unos resultados excelentes. «Los particulares, las empresas y la Administración se han volcado, todos son conscientes de que estamos en una época muy mala y con visos de seguir empeorando», ha esgrimido, antes de añadir: «Hemos explotado mucho a la gente, solo podemos dar las gracias».
Todo ello, pese a que la crisis sanitaria ha supuesto impedimentos también en el ámbito de la recogida de alimentos. Por ejemplo, no han podido realizarse las habituales ‘operaciones Kilo’, mediante las que empresas, colegios, supermercados o centros comerciales se convierten en intermediarios para recoger comida y otros productos básicos de primera necesidad, como pueden ser los pañales, para las familias con hijos pequeños.
Esto ha provocado que algunos bancos hayan recaudado menos alimentos como arroz, pasta o productos navideños, muy habituales en las cestas de las ‘operaciones Kilo’ de los supermercados en esta época del año. Así lo ha explicado a Europa Press, por su parte, el presidente de la Federación Galega de Bancos de Alimentos (Fegaban), José Pita.
LAS ALTERNATIVAS
Frente a ello, bancos de alimentos como el de Rías Altas han apostado por otras vías alternativas como los aportes económicos y campañas como ‘Dona en caja’ para recaudar fondos que posteriormente se destinan a comprar los alimentos necesarios. Y al margen de que siempre se pueden llevar a las sedes de los propios bancos, se han aumentado los puntos de recogida.
Por ejemplo, Pita alude a la iniciativa de la Asociación Área Empresarial do Tambre, que impulsó una campaña de recogida de alimentos para el banco compostelano con varios puntos de recogida en la zona del parque empresarial. Una campaña abierta a empresarios, trabajadores y a cualquier otro ciudadano que quiera colaborar.
«Nosotros preferimos la comida al dinero», explica el presidente de Fegaban, que tiene asociados, al margen del banco de Santiago a bancos de Lugo, Ourense y Rías Baixas. Pero si la aportación que se hace es económica también es bien recibida y se puede destinar para alimentos que faltan u otros productos necesarios. Por ejemplo, Pita ha indicado que han hecho un pedido de más de un millar de mascarillas lavables.
CONTRIBUCIONES DE EMPRESAS E INGENIO PARA DISTRIBUIR
Al igual que Conchi Rey, el presidente de Fegaban incide en el protagonismo de las empresas y las cantidades que donan de productos alimentarios. Desde grandes cantidades de uvas hasta centenares de pollos o miles de conservas. Cada empresa en función de los productos con los que trabaja porque «hay mucha gente involucrada y solidaria».
El objetivo es que en los hogares más desfavorecidos se puedan cubrir las necesidades básicas y hacer frente al incremento de solicitudes que constatan todas las entidades sociales a raíz de la pandemia, al margen de sortear las propias dificultades que acarrean las medidas de protección sanitaria en cuestiones como la distribución.
Los bancos de alimentos tienen rodado el mecanismo y suelen trabajar a través de las entidades, que son las que controlan que familias «evaluadas» puedan acceder a los recursos y productos alimentarios o de primera necesidad.
Pero siempre está el temor a que las restricciones dificulten la distribución. Sin embargo, tirando de «ingenio» se han logrado sortear incluso las dificultades más duras.
«El momento más difícil fue el cierre completo por la pandemia, pero vimos que Protección Civil iba a felicitar los cumpleaños y pensamos, ¿por qué no recurrimos a Protección Civil? Pues lo hicimos, iba una persona para descargar y preparar los pedidos que después ellos llevaban a las familias evaluadas», rememora Pita, quien confía en que esta Navidad se pueda continuar con los canales normales de distribución.