La diputada del BNG Cristina Fernández Davila ha presentado una batería de iniciativas para instar a la Xunta a que se implique «activamente» en la búsqueda de una solución que permita salvar la unidad productiva de Madera Fiber Technologies, antigua filial de Faurecia en O Porriño (Pontevedra) actualmente concurso de acreedores, y mantener los cerca de cien puestos de trabajo.
En concreto, pedirá a la Consellería de Economía, Industria e Innovación que se reúna con la representación de los trabajadores «tanto como sea necesario» para conocer la situación de la planta y que busque inversores que puedan estar interesados en la firma, conservando el empleo.
Fernández Davila ha criticado la «descapitalización» de la empresa por parte del comprador de la filial de Faurecia y el paso de «unas manos a otras» hasta llegar a la situación actual, en concurso de acreedores.
«Y mientras sucedían estos hechos, Faurecia seguía implicada con los proveedores y todo el material, equipos informáticos y soporte técnico empleado seguían siendo de la empresa», ha recordado la diputada en un comunicado, insistiendo en pedir la implicación de las diferentes administraciones para dar «viabilidad» a la compañía.
HECHOS
La situación, según explicaron los trabajadores, viene dada después de que en julio de 2021 Faurecia comunicó a los empleados la venta de la unidad productiva al grupo Callista Private Equity, tratándose de un fondo buitre alemán.
En enero de 2022 esta compañía tomó el control de la planta de O Porriño tras el pago de un euro, pese a que Faurecia además inyectó capital por valor de tres millones, según denuncian los empleados.
En ese momento, los responsables del comprador se reunieron con el comité informando de que traían un plan industrial para dar viabilidad a las instalaciones. «La realidad que pudimos comprobar fue que nunca tuvieron un plan industrial, ni invirtieron nada para tenerlo, sino todo lo contrario, se dedicaron a descapitalizar la planta, llegando incluso a vender los terrenos en julio de 2022 por un precio muy inferior al valor de mercado de 2,4 millones», criticó el presidente del comité de empresa, Leonardo Suárez.
«En febrero de este año el fondo buitre alemán, siguiendo su modus operanti habitual, abandona la antigua planta de Faurecia cediendo los activos por 3.600 euros a una empresa rumana gestionada por Rüdiger Wisser, personaje que se define a sí mismo como ‘el enterrador», añadió el presidente del comité.
Según él, el nuevo propietario dejó claro que pretendía buscar un nuevo comprador o cerrar la planta y el pasado jueves, 14 de septiembre, presentó el concurso de acreedores.