La situación meteorológica vivida en Galicia en las últimas semanas enciende las alarmas sobre las personas que viven en la calle. Mucha de esta gente es usuaria de albergues, servicios municipales de ayuda a las personas sin hogar e iniciativas de ONGs. Aun así, el sistema de protección para la gente sin hogar necesita desarrollar nuevas fórmulas que permitan una mejor atención la este colectivo.

La falta de vivienda es el problema más grave que afrontan estas personas. Algunas soluciones transitorias que no serían difíciles de llevar adelante, se ven frenadas por la falta de solidaridad de algunos sectores socioeconómicos. En paralelo, los perjuicios, casi que imposibles de eliminar, ayudan a que el problema se agrave más.

EL INVIERNO, UNA ÉPOCA DURA

La llegada del invierno es el momento del año en que los refugios o albergues para personas sin hogar están hasta el límite o casi. El mayor número de personas usuarias está en áreas urbanas, porque son las que ofrecen más oportunidades laborales. Por otra parte, la falta de recursos económicos suficientes no les permite el acceso, a veces, a algunos elementos necesarios como son mantas, ropa y comida caliente por lo menos una vez al día.

El problema es más agudo cuando se declaran olas de frío o épocas de temporal. Los servicios de acogida deben ampliar sus instalaciones por el mayor número de personas que acuden la estos refugios. Otra vía para poder dar cobijo a esta gente durante las épocas invernales más duras son los convenios entre ayuntamientos y, por ejemplo pensiones, donde los y las usuarias podrían pasar la noche por lo menos mientras dure la situación de riesgo por frío o mal tiempo.

Sin embargo, los diferentes protocolos de actuación por parte de los ayuntamientos, que son las administraciones con competencias en este terreno, pueden variar de un a otro. Es por eso que se está estudiando la unificación de criterios, sobre todo entre las grandes ciudades en Galicia, para poder ofrecer una respuesta conjunta para afrontar los momentos de inclemencias adversas.

QUIÉN Y CÓMO ACTÚA

Son varios los ayuntamientos que firmaron en su día convenios de colaboración con diferentes ONGs para atender a la gente sin hogar, incluyendo situaciones de emergencia por mal tiempo. Lo habitual es que existan equipos formados entre la administración local, Portección Civil, las ONGs, el 112 y otras instituciones. “La iniciativa en grandes ciudades tendría que ser pública, en Santiago la Concellería de Servicios Sociais mantiene reuniones con Protección Civil, ONG y otros organismos” dice Íñigo Arranz de Cáritas Diocesana de Santiago. “A veces las cuestiones son difíciles de resolver porque cuando un lugar que podría ser utilizado para guardar por las noches gente sin hogar, el titular diera espacio dice que lo necesita vacío por si tiene alguna emergencia”.

Los convenios entre ayuntamientos, Xunta y organizaciones no son todo lo suficientes que podrían ser. “Los recursos pueden ser mejorables, aún con los convenios firmados entre las administraciones y organizaciones, pero la situación ha mejorado en cuanto a atención a las personas vulnerables” dice Javier Varela, coordinador de Cruz Roja en Galicia. “Durante los últimos años hemos salido con equipos municipales por diferentes ciudades todos los días”. La mayoría de elementos con los que se atiende a la gente en este tipo de situaciones es llevando ropa, sacos de dormir, comida y bebida caliente.

“En Cáritas normalmente hay parroquias que abren espacios para la gente sin hogar” dice Íñigo Arranz, “mas el procedimiento es que las secciones interparroquiales llamen a la dirección y desde ahí nos comunicamos con las autoridades para avisar que estamos actuando”. También hay ayuntamientos que toman la iniciativa directamente como es el caso de A Coruña, mientras que otros cómo Vilagarcía y Santiago buscan la creación de convenios con la Cruz Roja y Protección Civil.

Los albergues, muchas veces llevados por órdenes religiosas, tienen un número limitado de plazas. Además de eso, como en el caso de Santiago, las personas usuarias pueden pernoctar durante diez noches. Acabado ese período, no podrían acceder durante 30 días. En caso de que se declare una ola de frío o de calor, la persona usuaria puede acogerse a esa declaración para poder permanecer en el albergue hasta que finalice la situación de emergencia. El problema es que solo hay 25 plazas disponibles.

LA PERSONA USUARIA

Las ideas preconcebidas sobre las personas sin hogar perviven en el seno de una sociedad que aún siente los efectos de la crisis económica. Una buena parte de estas personas no consiguen encontrar un trabajo que les permita vivir con dignidad. Otras rompieron lazos con la familia o directamente no tienen familia diversas cuestiones, entre ellas pueden estar las diferentes adicciones o incluso problemas de salud mental.

“Todas las peroas que viven en la calle pasaron por situaciones de violencia” dice Javier Varela. “Esa gente no está ahí porque quiere, hay una situación vital detrás que los empujó a acabar en la calle”. La mayoría de estas personas como señalan desde la Orden Franciscana que lleva el Albergue de Santiago “pierden habilidades sociales por lo extremo de su situación y eso se traduce en mayor dificultad para encontrar trabajo, por ejemplo”.

La suma de complejos, ideas preconcebidas, miedos e incluso la “aporofobia”, está muchas veces detrás de comportamientos que impiden soluciones, por lo menos momentaneas, al problema de la gente que vive en la calle. “En Santiago se intentó por parte del Ayuntamiento conveniar con pensiones para que estas personas pudieran dormir un tiempo bajo techo, pero no hubo respuesta positiva” señala Arranz.

La única solución posible para evitar situaciones dramáticas entre las personas que viven en la calle, sobre todo en época invernal, es abrir viviendas. La presión del turismo para alquilar durante el verano, o la restauración y reconversión en hoteles etc., impide en muchos casos dar una salida digna a las personas sin techo.