La socialización del Apalpador como personaje navideño vinculado a los regalos para niños, recuperó a una figura de la que solo quedaba registro en la parte oriental de Galicia. Depués de una serie de trabajos de investigación, esta figura mítica va cogiendo cuerpo poco a poco frente a las sobredimensionadas figuras de los Reyes Magos y Papá Noel, vinculadas unos a la religión y el otro a la Navidad más comercial. Es por eso que algunas voces desde el mundo de la educación, la antropología y la cultura, consideran al personaje del Apalpador como una opción que se aparta de las otras dos, creando un nuevo espacio para la imaginación de los más pequeños.
ENCUENTRO CON EL APALPADOR
La Asociación cultural Gentalha del Pichel recogió una conversación con José Lôpez, antropólogo gallego que dio con el personaje del Apalpador en una visita al Courel, de donde era su pareja. Después de escuchar en una casa a una mujer llamada Amadora del Gallego que “hay que preparar las cosas para el Apalpador” Lôpez comenzó a recopilar cantigas sobre este ser que vivía en las devesas, contrastando y recopilando la memoria oral que aún quedaba sobre este personaje.
Luego de la publicación de un artículo de Lôpez en el Portal Galego da Lingua sobre sus pesquisas en el Courel, la Gentalha del Pichel comenzó a popularizar el Apalpador. “De lo que fue una investigación antropológica a lo que es hoy en día, lo que considero más importante es ese momento en el que se planifica la acción de socializar el Apalpador” dice el autor Sechu Sende.
Además de buscar un diseño que pudiera ser aceptado por la sociedad gallega contemporánea y también dirigido a los niños y niñas, la vuelta del Apalpador tenía que tener “una serie de valores frente a los personajes más convencionales navideños como son los Reyes Magos o Papá Noel”. Primeramente, hubo que explicar los orígenes haciendo ver que estaba vinculado al mundo rural, sobre todo lo que estaba ligado a la parte oriental de Galicia. Los lugares donde pervivían las tradiciones ligadas a esta figura incluían O Cebreiro, Lóuzara, Monforte y O Courel sobre todo.
Con todo, y como explica Sende, el Apalpador no tendría que ser “identificado con presentes del mercado capitalista, sinó con presentes hechos a mano o del comercio local de cercanías”. Por otra parte, la socialización del Apalpador también trajo el hecho de no ser una figura religiosa. Así de esta forma, se le quitaría la carga religiosa que sí tienen los Reyes Magos.
ORÍGENES
La figura de un hombre que baja de las devesas, de cuerpo grande y que hacía carbón además de llevar una rodaja de leña a la vez que él, fue recogido por varias tradiciones. El doctor en Arqueología y História Antigua y Decano del Instituto Gallego de Estudios Celtas, André Pena Granha, dice que el Apalpador tenía en común con el Olentzero vasco el hecho de tener 365 ojos, 366 se es año bisiesto, uno por cada día del año. “
«La figura se comparte entre vascos y gallegos, ¿por qué?, bien porque antes de la llegada de los vascos, existían otros pueblos que hablaban lenguas celtas”. A esto, Pena Granha añade que “esos pueblos eran bárdulos, caristios y autrigones, que tenían los mismas costumbres que los habitantes del noroeste penínsular”. El que quiere explicar Pena Granha es que los primitivos habitantes de esa zona transmitieron unos mitos antiguos entre los que estaba lo del Apalpador o Pandigueiro, como dicen en Terra de Trives y el Olentzero vasco.
“El Apalpador está en los mitos gallegos que ya recogía Antonio Reigosa, en su libro sobre los seres gallegos imaginarios” señala Sende. El investigador Xesús Taboada Chivite mencionaba el rito de apalpar las barrigas nos sus estudios antropológicos. También existe la teoría de que el Apalpador era una figura común en toda Galicia hasta que fue recuando cara las montañas orientales.
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
Personas vinculadas a la Gentalha del Pichel comenzaron a grabar la gente mayor en las zonas donde aún quedaba memoria del Apalpador. El objetivo era dar credibilidad a este ser mitológico. “Quería mostrarse qué era una presencia viva” dice Sechu Sende.
La recogida de testigos en vivo, grabarlas para demostrar que era un mito real, no inventado, sirvió también para recuperar cantigas sobre el personaje y conocer que el regalo de Navidad para los niños y niñas eran castañas, simplemente.
El que también se considera importante, es transmitir a las nuevas generaciones que la socieadade agraria celebraba la llegada del solsticio de invierno, tal y como se recuperan otras celebraciones que se como es el samaín, el solsticio de verano. “Tal vez lo más importante es que se hace sin apoyo institucional, desde abajo, desde un movimiento social, coincidimos con una serie de valores navideños que representa el Apalpador” declara Sende.
La polémica sobre esta figura navideña apareció cuando algunos sectores políticos y sociales, consideraron que era una copia del Olentzero vasco. También se apuntaron críticas desde el galleguismo, pues al no estar mencionado en los trabajos de la Xeración Nós, su existencia era dudosa. Las personas que trabajan sobre la figura del Apalpador, defienden su labor científica de investigación y consideran que aún queda mucho por recuperar.