La imagen que nos hemos formado sobre un consumidor de cocaína es un estereotipo. Ya no son únicamente profesionales liberales con abundantes ingresos los que consumen, eso quedó muy atrás. No hay un perfil “claro” de una persona adicta a la cocaína. Actualmente, la mayor parte de los y de las consumidoras del polvo blanco son personas que lo mezclan con alcohol, cannabis o drogas sintéticas.

El precio es relativamente barato para los estándares económicos actuales. Según la Encuesta Global sobre Drogas de 2016, los precios en España estaban entre los 50 y 60 euros, casi el mismo rango que países como Bélgica, Países Bajos y Portugal, entre otros. La cuestión es que esta droga presenta algunas características que la hacen diferente la otras sustancias adictivas. Entre los años setenta y ochenta del siglo XX, existía el dicho de “la heroína es la droga de los pobres y la cocaína la de los ricos”. Hoy en día las cosas han mudado mucho.

¿CÓMO ES LA PERSONA QUE CONSUME?

“El perfil es variable, puede ser una persona que consume de manera social, en solitario, para uso recreativo y también hay quien consume alcohol con cocaína y quien no” declara José Cancelo, director del Centro Asociación Ciudadana de Lucha Contra la Droga Alborada. “La imagen que se tenía del consumidor “puro” de cocaína era la de los años ochenta y noventa, los que llamaban yuppies”. Eran los años en que se ligaba esta droga al éxito, “la usaban de manera recreativa y esta gente no sufría ningún tipo de exclusión social”.

Otros expertos hablan de dos patrones de comportamiento para esta adicción. “Está el del antiguo heroinómano que abandonó esa adicción y pasó a la cocaína, relacionados con un ambiente de marginalidad y físicamente deteriorados” dice María Carou, psicóloga clínica de la Unidad Municipal Atención a Drogodependencias (UMAD) de Santiago. “El otro patrón sería lo de un consumidor de ambiente económico y social medio, medio-alto, un ambiente que tiene más normalizado el consumo”.

Las edades de inicio también son más tempranas dentro de un modelo “de escalada”. “Empiezan con el tabaco entre los 13 y 14 años, pasan a los porros uno o dos años después y de ahí al MDMA y la cocaína por primera vez a los 20 o 21 años” dice José Cancelo. Existe una edad en que se quiere dejar? “Hay un rango de edad que va de los 30 a los 40 años en que la persona cocainómana quiere recuperarse, entonces una edad para comenzar la recuperación estaría entre los 35 y 37 años” señala Maló Fraga, experta en adicciones del Instituto Castealo en Oleiros. “Las personas más nuevas, de los 18 a los 30 años, normalmente son politoxicómanos”. “

«CRAVING«

El término “craving” en inglés hace referencia al deseo de consumir cocaína, deseo mas no síndrome de abstinencia. “La cocaína crea una dependencia psicológica, mismo dependencia compulsiva, pueden aparecer momentos de ansiedad, agresividad o violencia” apunta José Cancelo. “Este momento de ansia tampoco les permite pensar en las consecuencias que está teniendo para ellos su adicción y tampoco en las consecuencias sociales”.

“Este tipo de adicción está muy conectada con el alcolismo” dice María Carou. “Las personas acuden antes a los centros por adicción a la cocaína que al alcohol, quizás porque este último tiene un recorrido más largo hasta que se dan cuenta de su dependencia”. Carou insiste en la asociación de otros patrones o elementos a la adicción cocainómana. “Pueden ser transtornos de salud mental, transtorno dual o concomitante, por ejemplo un transtorno psicótico o variación en los estados de ánimo”.

“E poco frecuente que un adicto a la cocaína pierda su trabajo, normalmente permite compatibilizar su consumo con la vida laboral” destaca Maló Fraga. “Su consumo afecta la profesionales de cualquier nivel, quien hace esto es para a lo mejor no quedar dormido en un turno de noche o soportar mejor la carga de trabajo” finaliza Fraga.

DEJAR LA COCAÍNA

La intención de abandonar el consumo de cocaína procede muchas veces del arrepentimiento de la persona que consume. “Existe un estado previo donde se busca con ansiedad el consumo y después de consumiresa persona se arrepiente de haberlo hecho” explica José Cancelo. La desintoxicación de un cocainómano es fácil porque no crea síndrome de abstinencia (mono). El problema está en el mencionado “craving”, el deseo de consumir que queda fijado en la mente del consumidor. “La cocaína no tiene un sustituto para su tratamiento, como es el caso de la heroína con la metadona”.

“Tenemos muy asumido el modelo que siguen los famosos de ir a una clínica, desintoxicarse y ya está. Eso es un error” sentencia María Carou. “Necesitas limpiarte físicamente, desintoxicarse es físico, pero deshabituarte es psicológico, el importante es cómo cambias tu vída después de abandonar el consumo”. Básicamente es retomar tu vida, tener el control psicológico sobre ella para no recaer. “Las adicciones están consideradas cómo crónicas”.

“El abandono de la cocaína a nivel físico puede producir ansiedad, esto puede controlarse mediante fármacos mediante lo seguemento de un psiquiatra, lo que sí, procuramos no darle una medicación psicoactiva” describe Maló Fraga. “Hay que mostrarle a la persona adicta cuáles son los puntos débiles, reforzarlos”.

EX-ADICTOS

Isabel actualmente vive en Galicia, no quiere decir dónde, pero sí accede a hablar. “Fue cuando estaba en el insituto, con las amigas, te van induciendo, te ven, vamos a tomar algo, fumamos un porro, y se les decía que no, me llamaban floja o tonta”. Así fue que a base de insistencia y “el no querer quedar mal delante de ellas, buscando la aprovación de los demás, comencé a consumir”.

Su adicción comenzó en su país, Colombia. “Vas haciendo contactos y así te vas enterando de quien vende, era como saber que en una tienda hay tal o cuál producto”. Luego casó y vino para España. Desde ese momento lleva 18 años sin consumir nada, “ni fumo, ni bebo”. “También coordino un grupo de personas con problemas de alcohol”.

Su proceso de desintoxicación y rehabilitación dice que lo inició ella misma, voluntariamente fue a un centro de tratamiento. “Necesitaba limpiarme porque estaba cansada de sufrir yo y ver sufrir mi familia, porque estaba ya hundida”. También el miedo a un futuro incierto, con posibilidades de acabar en la cadena o muerta, fue un detonante para dejar la cocaína. “Hay una diferencia entre lo consumo aquí y en mi país, en Colombia no ves tanta gente afectada por la heroína, es mucho más clandestino”.

Los inicios de Marco también fueron por querer “entrar” en un grupo con personas de su edad. “Creo que la inmensa mayoría empieza a consumir por inferioridad, ansia de conectar con la sociedad. Soledad. Es ese momento en la escuela que sales de la casa y encuentras los primeros amigos para salir a la calle”. Esos “amigos” también tuvieron una huella enorme cuando quiso empezar. “Que por que empecé? Porque me pegaban, rianse de mí y vine que los que fumaban eran respetados, de hecho cuanto más te drogas, más respetado eres en la calle”.

“Yo empecé a ser el rey de la fiesta gracias a las drogas” declara, y vuelve a afirmar “me seguí drogando por el respeto, la mayoría no sabe tratar a un chaval que está comenzando”. Después está el hecho de que cuando se es consciente de que se trata de “algo tan malo para la sociedad y los padres, el chaval se cierra más”. Sobre la familia afectada por el problema señala que “todo padre enloquece con esto, y el joven cuenta menos, sufre más”. Lo peor para Marco es que el adicto “no sabe qué hacer porque no le va a decir a nadie que tiene un problema”. Y finaliza “por desgracia, muchos nos hemos perdido la clase que habla sobre qué pasa después de esto”.