La madera o se pudre o se puede reciclar, mientras que los materiales sintéticos tardan incluso siglos en descomponerse. Esta simple idea sería suficiente para que las autoridades políticas y laborales pensaran en la construcción de cascos de madera para barcos de cara a la mejora medioambiental y laboral. Los profesionales de la construcción de barcos en madera creen que es necesario un cambio de perspectiva sobre su profesión, darle los apoyos necesarios para convertirse en un sector económicamente viable y ambientalmente sostenible.
La Asociación Galega de Carpinteiros de Ribeira, AGALCARI, celebró como un pequeño paso la declaración como Bien de Interés Cultural, BIC, su profesión y todo el patrimonio material e inmaterial que la rodea. El temor de este sector es que todo quede en la BIC y no haya inversiones en formación y reciclaje de cara a el relieve generacional de un sector que va mermando. Por eso reclaman la creación de una FP dual que permita renovar el sector, pues los profesionales actuales calculan que en cinco años empezará la pérdida irreversible de trabajadores en este ámbito.
Ramón Collazo es el actual presidente de AGALCARI y aclara sobre a BIC que “aún no se ha formado el órgano de gestión para regular esta declaración, pero lo que no queremos es vernos enterrados bajo una visión romántica de este trabajo”. La asociación entiende esta acción como una herramienta más para avanzar hacia una mejora tanto de las condiciones como de la consideración profesional del carpintero de ribeira. “No queremos que nos encierren en un apartado cultural o patrimonial”. El órgano de gestión, explica Collazo, estará compuesto por carpinteros, representantes de la administración y un representante de Portos de Galicia.
La labor para el órgano gestor será la aprobación de los diferentes modelos tipológicos de embarcación que hay en Galicia, regular los métodos de restauración para que se siga considerando embarcación tradicional aquella que ha sido restaurada. “Nosotros consideraremos que la carpintería de ribeira estará recuperada cuando volvamos a hacer barcos para la gente del mar” dice Collazo.
NORMATIVAS
“En los últimos años el poliéster compite con la carpintería de ribeira en el sector donde nos movíamos” dice Gerardo Triñanes, carpintero y antiguo presidente de AGALCARI. La creación de la asociación en 2007 buscaba darle una proyección productiva y comercial al sector frente a la irrupción de los materiales sintéticos. Además, los carpinteros tenían que adaptarse a un nuevo reglamento, pues el anterior venía de 1963. “Promovemos otro reglamento con las bases que ya teníamos, porque la madera tecnológicamente ha mejorado mucho, además que hay nuevos materiales que no estaban contemplados en el anterior reglamento”.
“Nos sentimos discriminados en cuanto a normativas porque están enfocadas a nuevos materiales, es cómo ser la hermana pobre de la construcción naval cuando somos la primigenia” indica Ramón Collazo. “Muchas veces nos tense dicho que nuestra actividad tiene un alto cueste en mantenimiento, mas los barcos recén construidos desde hace veinte años demuestran que ya no es así” señala el presidente de AGALCARI.
Aun así, se consiguió un documento reglamentario para la carpintería de ribeira y la construcción de barcos en madera, apoyada por la Consellería de Industria. No obstante, “no acabamos de tener un documento que avale las prestaciones de construir en madera, además que somos capaces de adaptar cualquier nuevo material a la madera”.
Hablar de discriminación puede ser exagerado, pero los propios carpinteros apuntan que los barcos de madera tienen que varar cada año para su revisión, lo que añade costes para el propietario. Los barcos hechos con materiales sintéticos o metálicos, pueden esperar de dos años y medio hasta tres para varar y ser revisados.
HUELLA ECOLÓGICA
AGALCARI en 2007 había hecho un plano estratégico para el sector del barco de madera en base a la mejora de la calidad medioambiental, sobre todo dentro de las rías. “Contemplamos la formación de nuevos profesionales, la necesidad de la navegación en madera pensando en el ecosistema de las rías, si se pesca con poliéster la huella es más honda que si es de madera”, dice Triñanes. En ese sentido apuestan por el montaje de cascos de madera, sin perjuicio de otros materiales para piezas y partes concretas del barco.
“La huella de carbono que deja durante su período de vida un barco de fibra sintética o metal, es ochenta veces superior a la de un barco de madera” declara Ramón Collazo. “Cuando ambos barcos acaben su vida útil, con el de madera sabemos qué va a pasar, con los de poliéster nos limitamos a cortarlo y almacenarlo”. Esto último es lo que convence a Collazo para insistir en que es necesario un incentivo más profundo para su oficio, revitalizarlo y hacerlo competitivo. “Si se lo piensan bien, somos un ejemplo de economía circular, sostenible y capaz de fijar población en los lugares”.
“La huella de carbono para la construcción en metal o fibras tiene uno cueste más elevado, la madera no emite CO2, todo el contrario, los bosques son alcantarillas de esta materia” dice Paco Fra carpintero de ribera en San Cibrao, Cervo (Lugo). “La diferencia está en que en veinte años de vida de un barco en fibra o metal se emiten 120 toneladas de CO2, un barco de madera en el mismo tiempo emite 18 toneladas”.
FORMACIÓN
“Necesitamos de una formación reglada, incluso habría que comenzar por la FP desde las bases iniciales, que fuera dual y acabar en los talleres” destaca Ramón Collazo, convencido de una formación mucho más eficiente. “Estamos preocupados por el relieve generacional, cuando se nos ve preocupados es cierto, porque no es solo a quién dejarle la empresa sino todo cuanto aprendemos de nuestros padres”.
“Sí es necesaria la formación, pero ha de ser una formación que incentive la vocación, no crear escuelas donde la gente cobre y luego no continúe con el oficio” dice Paco Fra. “La formación para este tipo de oficios, en otros países, como Gran Bretaña, la persona que quiere aprender tiene que pagar para formarse”. El hecho de pagar por la formación garantizadora que la persona tiene vocación además de asegurar el relieve generacional.
El oficio de carpintero de ribeira es un oficio artesanal que “tiene unas claves culturales, con una jerga propia y técnicas constructivas que creemos se deben preservar” comenta Gerardo Triñanes. AGALCARI junto a Culturmar, trabajan en recuperar diferentes tipologías de embarcaciones. “Nos dimos cuenta que nuestro patrimonio era más grande que en otros países, así la Xunta los declaró BIC, pero lo que queríamos era tener un proyecto comercial e industrial”.
El temor de los profesionales de la carpintería de ribera consideran que su oficio es económicamente viable pensando en diferentes tipos de pesca o acuicultura. Por eso piden también invertir en investigación sobre la madera para adaptar el sector a las nuevas exigencias del comprado. Asimismo, insisten en la ventaja de la madera al dejar una huella de carbono menor que otro tipo de materiales. Junto a esto, se le suma el hecho de ser una industria que se puede insertar dentro del concepto de economía circular, asentando población y conservando patrimonio natural, material e inmaterial.