La familia de la joven de 37 años de edad embarazada fallecida este domingo en el hospital, junto a su bebé, tras practicársele una cesárea de emergencia asegura que la chica no tenía patologías crónicas previas, como se indica en el informe sanitario, y ha lamentado que no se le haya hecho la autopsia antes de incinerar el cuerpo.
Así lo han manifestado a Europa Press fuentes de la familia de la fallecida, que han estacado que «tuvo un embarazo estupendo», por lo que aseguran que «no saben muy bien lo que pasó».
Las mismas fuentes han relatado que la mujer fallecida, de nombre Estefanía, tenía un poco de fiebre, después de haberse hecho una ecografía tres días antes y constatar que todo seguía «bien». Su marido decidió llevarla al Hospital Materno Infantil en A Coruña por si «la niña Julia quería salir antes».
Sin embargo, el marido regresó al domicilio debido a que, por el protocolo del COVID-19, no pude haber acompañantes en el hospital, y la chica se quedó en el centro porque «le iban a hacer unas pruebas».
Posteriormente, avisaron al marido de que la situación se había complicado, que «la niña nació muerta y ella murió en quirófano», han matizado las mismas fuentes, que han indicado que si bien lograron reanimarla tras una primera RCP finalmente confirmaron su fallecimiento, que atribuyeron oficialmente en el informe del Sergas «al COVID-19», han puntualizado por parte de la familia.
«CÚMULO DE CIRCUNSTANCIAS»
Las mismas fuentes han manifestado que fue todo «un cúmulo de circunstancias» y sucedió «muy rápido», por lo que, tras lo ocurrido, no pudieron solicitar la autopsia porque el cuerpo había sido incinerado siguiendo el protocolo sanitario.
La familia, tres miembros como está permitido por el estado de alarma, despedirán a la fallecida en el cementerio, donde descansarán sus cenizas, han confirmado las mismas fuentes.