La situación de la covid-19 en Galicia registra una progresiva mejoría y la llegada del otoño esta semana estuvo marcada por un descenso de los principales indicadores y de la presión hospitalaria. Sin embargo, los centros educativos contaban este miércoles con más del doble de casos activos que la misma fecha del pasado ejercicio, a pesar de la vacunación a mayores de 12 años y el importante conocimiento de los protocolos de seguridad por parte de la comunidad escolar.
El balance facilitado por la Xunta, dos semanas después del inicio de las clases en infantil y primaria, apunta a un total de 364 casos activos, unos 203 más que la misma fecha del año 2020 cuando se registraron 161 contagios. Esta situación obligó a las autoridades sanitarias a cerrar al menos 17 aulas en las instalaciones educativas.
El caso más importante se da en el CEIP O Cantel de Foz, en Lugo, con una treintena de positivos y al menos cuatro aulas clausuradas. Los brotes en centros educativos llevaron al comité clínico que asesora a la Xunta a situar en nivel medio de restricciones a este municipio y al de O Barco de Valdeorras, en la provincia de Ourense.
Este contexto, no obstante, entra dentro de las previsiones que manejaban las autoridades sanitarias y la Consellería de Cultura, Educación e Universidade, dado que la vacunación todavía no ha alcanzado a los menores que cursan infantil y primaria. En todo caso y siempre desde la prudencia, Educación no teme una posible escalada en estas franjas de edad y ciñe los datos a una situación «absolutamente excepcional»
«Sabemos que se van a producir situaciones puntuales de positividad en centros educativos, especialmente vinculadas a menores de 12 años, pero es absolutamente excepcional», ha trasladado en declaraciones a Europa Press Manuel Vila, secretario xeral técnico de la Consellería.
LOS CENTROS, «CORTAFUEGOS» DEL VIRUS
Vila ha reiterado que la Xunta detectó «dos situaciones», una en Foz y otra en O Barco, pero en ambos casos producto de contagios externos y afecta a menores que viven en municipios afectados «en mayor o menor grado», lo que a su vez se refleja en los propios centros. En este sentido, ha destacado que las escuelas se mantienen como «lugares para atajar la pandemia» y «siguen formando parte de la solución», como un cortafuegos frente al avance del virus.
De hecho, el secretario xeral asegura que la incidencia «está bajando en general» y también en los centros, con una tendencia hacia la reducción. «Es muy claro. Las olas que afectaron a la sociedad tuvieron reflejo en los centros, es absolutamente coherente. El factor diferencial es que siempre tuvieron una afectación menor que en la sociedad», ha recordado, con un 3,7% de incidencia en el sistema educativo frente al 4,7% de la población gallega el pasado curso.
La Xunta está, en todo caso, a la espera de la decisión con respecto a la vacunación en la franja de menores de entre 5 y 12 años, y el propio conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, avanzó esta semana que el Sergas «está trabajando para tener todo preparado» para «iniciar», en cuanto sea posible, la inoculación de este colectivo. Todo ello después de que la farmacéutica Pfizer culminase su estudio internacional para este grupo de edad con resultado positivo, pendiente ahora de autorización de las agencias del medicamento.
LLAMADA A LA «PRUDENCIA»
Los centros, sin embargo, se encuentran «a la expectativa» y temen que los contagios «empiecen a repuntar en esas franjas de edad». Francisco Lires, de la Federación de Directores de Centros Públicos, ha llamado a mantener la prudencia en este primer trimestre del curso y mientras no avance la vacunación en menores, tras detectar cierta incidencia en los escolares de infantil y primaria.
«Está claro que la situación es mucho mejor, somos optimistas, pero tenemos que ser prudentes. Al no tener vacuna, también depende de la zona en la que se encuentre (el centro), del entorno… y es cierto que hay aulas confinadas», ha matizado, además de reconocer que los menores están «más controlados por las familias», lo que, junto a la experiencia del pasado curso, ayudará a frenar la transmisibilidad del virus.
Desde las dos principales confederaciones de ANPA de Galicia advierten, además, de las consecuencias del excesivo agrupamiento y concentración de alumnado que se está realizando en los centros, con el número de estudiantes por aula elevado al máximo legal, la reducción de los desdobles practicados por la covid el pasado año y su efecto en la dotación de efectivos.
«La caída demográfica está sirviendo para cerrar aulas, líneas y ajustar al máximo los grupos, hasta 35 alumnos», ha lamentado Rogelio Carballo, de Confapa-Galicia, para censurar que se apele «un problema importantísimo» como la natalidad mientras se resta herramientas de formación a los ciudadanos que tendrán que sostener el sistema en el futuro.
FALTA DE EFECTIVOS
Fernando Lacaci, de Anpas Galegas, ha criticado los problemas derivados de «agrupamientos excesivos» y de centros obligados a «compartir profesorado», sobre todo en el caso de docentes de apoyo y de orientación, como ha pasado con el Monte dos Postes y el CEIP Fontiñas, de Santiago, actualmente en campaña de movilizaciones para reclamar una mayor dotación de efectivos.
«Cada día se evidencia más que la atención a la diversidad no es el interés de esta Consellería», ha señalado, para considerar que es necesaria «una normativa muy desagregada que garantice la asistencia» en esta materia al alumnado con necesidades especiales.
También ha reiterado la falta de efectividad de los llamados ‘grupos burbuja’, que se rompen cuando el alumno sale del centro e interactúa con otros compañeros o conocidos. En este sentido, ha apostado por unos protocolos menos cerrados y que evolucionen en función del avance de la pandemia, del mismo modo que pasa en el resto de sectores de la sociedad.
Al respecto, Lires ha asegurado que los equipos directivos están «preparados» tras la experiencia del año pasado, pero ha recalcado que la pandemia debe dejar un aprendizaje a la sociedad.
«Una de las lecciones debe ser la reducción de alumnado por aula, porque se ve que donde menos distancia hay también hay más positivos, y eso implica un refuerzo de profesorado. Está claro que hay centros masificados, aulas más pequeñas…», ha zanjado.
ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES
Además de estas cuestiones, Confapa y Aulas Galegas han instado a la necesidad de abrir la mano con las actividades escolares, tras detectar la situación «desigual» de que hay centros donde «se hacen todos los esfuerzos» frente a otros que se niegan de momento a realizarlas.
Carballo ha advertido de que están registrando «muchísimas incidencias» en relación con negativas de centros y de inspectores a poder sacar adelante este tipo de acciones, y ha lamentado la «falta de sensibilidad» respecto a estas actividades que son «necesarias para la conciliación» de las familias.
«Estamos viviendo por segundo año consecutivo un cierre casi absoluto de los centros», ha insistido Fernando Lacaci, quien ha llamado a favorecer la «apertura social» de las instalaciones educativas para favorecer tanto al desarrollo vital del alumnado como para «facilitar la organización vital» de los padres.