Un grupo de investigación de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) liderado por el físico Jorge Mira trabaja para determinar las zonas más sensibles a la pandemia de acuerdo con su situación geográfica y sus vías de comunicación.
Según ha trasladado la universidad, el objetivo pasa por elaborar un mapa de riesgo de la COVID-19 en España a partir de las vías de comunicación. Además, el equipo colabora con investigadores portugueses para buscar el control óptimo de la pandemia de cara a prever la evolución de la pandemia en función de la adopción de determinadas medidas. Así, se busca poder anticiparse y facilitar la adopción de las medidas de prevención precisas en cada momento, por ejemplo en relación a la ocupación hospitalaria.
Precisamente, el proyecto centrado en la predicción de escenarios de afectación por coronavirus a corto y medio plazo recibe financiación mediante la línea de micromecenazgo centrada en la lucha contra la pandemia del programa Sumo Valor de la universidad, además de ser uno de los pocos beneficiarios a nivel autonómico del Fondo COVID-19 del Instituto de Salud Carlos III.
La predicción de la evolución de la COVID-19 se ha realizado de acuerdo con distintos métodos, entre ellos, modelos clásicos de ecuaciones diferenciales, una estrategia mediante la que este equipo se convirtió en uno de los primeros a nivel nacional en detectar el impacto de los supercontagiadores en la pandemia. Así, los investigadores comenzaron a trabajar en esta línea en enero de 2020 y vaticinaron el pico de la primera ola con un mes de antelación en Galicia, además de anticipar la ocupación de las UCI en el sistema sanitario.
MODIFICACIÓN DEL ESCENARIO
A este respecto, el profesor Mira ha detallado que, tras la primera ola de la pandemia, el escenario comenzó a cambiar «debido a que la población tomó medidas de prevención de modo irregular» y las normativas «fueron cambiando de manera diferente entre territorios». Como consecuencia, los métodos de predicción dejaron de resultar efectivos, por lo que los investigadores comenzaron a trabajar en estrategias alternativas.
De este modo, empezaron a analizar las respuestas de la ciudadanía ante a pandemia a través de manifestaciones realizadas en redes sociales para detectar cómo de proclive era la sociedad al cumplimiento de las normas.
Asimismo, observaron que algunos datos públicos ofrecidos en un primer momento no coincidían con la realidad, como el volumen de contagios y de fallecidos, por lo que adoptaron una tercera estrategia, el «modelado dinámico empírico», para conocer el avance de la pandemia sin emplear ecuaciones.