La Xunta ha adjudicado por 22,4 millones de euros el contrato correspondiente a las obras de construcción y a la futura gestión integral de la primera planta pública de clasificación de residuos textiles de Galicia, que se ubicará en el complejo medioambiental de Sogama en Cerceda (A Coruña).
La futura instalación ocupará unos 8.000 metros cuadrados y tendrá una capacidad inicial para 3.000 toneladas anuales, aunque podrá llegar a tratar 24.000 toneladas al año. En una primera fase, ha informado la Xunta, generará entre 16 y 30 empleos directos, que se cubrirán de forma preferente con personas con discapacidad y/o en riesgo de exclusión social.
La puesta en marcha de esta planta da respuesta a las exigencias contempladas en la ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que obliga a los ayuntamientos a recoger los residuos textiles de forma diferenciada desde el 1 de enero de este año, y a las empresas del sector a incorporar a sus productos un porcentaje de fibra textil reciclada.
Por otra parte, según ha recordado la Consellería de Medio Ambiente e Cambio Climático, la planta atenderá a una necesidad social, ya que el 90 % de los residuos textiles acaban en vertedero, y contribuye a los objetivos de descarbonización de Galicia.
Además, la propia edificación cumplirá criterios de sostenibilidad, como el uso de materiales reciclados, soluciones de ahorro energético, mejoras para ahorrar agua, y otras medidas.
Tras la adjudicación, la empresa deberá encargarse de redactar los proyectos, informes y estudios necesarios para obtener las licencias y autorizaciones, teniendo en cuenta que la planta debe estar terminada en el segundo trimestre de 2026.
Una vez recibidos los textiles, se realiza una preclasificación para separar las piezas que estén en buen estado y que pueden ser reutilizadas. El resto pasarán por un proceso de clasificación con uso de inteligencia artificial para segregarlos por colores y composición, y luego se separarán elementos como cremalleras o botones.
Los tejidos resultantes se prensarán y se enviarán a centros recicladores para transformarlos en fibras textil. Los que no se puedan reciclar, se valorizarán energéticamente.