La central térmica de Meirama, en el municipio Cerceda (A Coruña), cierra este martes, 30 de junio, después de 40 años de su conexión a la red eléctrica en 1980.
Esta térmica de Naturgy –de 580 megavatios– tiene que dejar de estar operativa al no cumplir con la normativa medioambiental europea de emisiones industriales, por lo que debe cerrar sus puertas e iniciar el desmantelamiento al igual que otras seis centrales en España este martes.
La puesta en marcha de esta central provocó en su día una revuelta vecinal que comenzó en 1977 contra el proceso de expropiación que Fenosa llevó a cabo para explotar la mina a cielo abierto de carbón que abastecería a la térmica de Meirama, con el conocido como cura de As Encrobas, Moncho Valcarce, como figura más emblemática de esa lucha.
Ahora, se espera que Naturgy lleve a cabo inversiones en el marco de un proceso de transición ecológica en la comarca. Al respecto, el Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente ha destacado este lunes que este cierre «abre nuevas oportunidades para la zona», mientras recuerda que en su última junta general de accionistas la eléctrica comprometió alternativas para el futuro de la planta.
Al respecto, la pasada semana el delegado del Gobierno, Javier Losada, trasladó al Ayuntamiento de Cerceda (A Coruña) el proceso de transición justa para Meirama.
FIN A LA CONTAMINACIÓN
Por su parte, la plataforma ‘Galiza, un futuro sen carbón’ celebra que la central «deja de contaminar» Galicia, tras emitir en 40 años «decenas de millones de toneladas de dióxido de carbono».
En un comunicado, apunta que la térmica emitió entre 2010 y 2019 el 8% de los gases de efecto invernadero de Galicia, la segunda instalación con mayores emisiones solo por detrás de la de As Pontes.
Con todo, llama a que empresa y administraciones velen por «garantizar la protección social y alternativas de empleo» para los 112 trabajadores afectados por el cierre, 77 de personal propio y 35 de contratas.
«La irresponsable tardanza de Naturgy en adoptar una decisión definitiva sobre el futuro de la central de Meirama, así como el negacionismo institucional de la urgente necesidad y de la inevitabilidad de su cierre, hicieron que la central de Meirama cese su actividad en el medio de grandes incertidumbres y temores sobre los efectos socioeconómicos que eso implicará en su área de incidencia», sostiene ‘Galiza, un futuro sen carbón’.