Embarazadas gallegas admiten «miedo» o cierta «tensión» ante un parto en el actual contexto de crisis sanitaria por el COVID-19, al tiempo que lamentan la «nula» o poca información que, según han asegurado la mayoría de las consultadas por Europa Press, han tenido en relación al coronavirus en su actual estado. Además, afirman llevar «bien» el confinamiento y reconocen que intentan evitar en parte la información para no acrecentar sus temores.
Este es el caso de Ana Recarey, con amenaza de parto prematuro y embarazo gemelar del que sale de cuentas el 4 de mayo. «La situación la afronto con nervios y miedo». «Me preocupa coger el virus y que me aislen, que no pueda ver a los bebés». Residente en A Coruña, explica que el confinamiento lo lleva «bien» ya que antes, por su embarazo de riesgo, le determinaron «reposo domiciliario». Con una niña pequeña, apostilla que con ella «se pasa mejor el tiempo», aunque sea «más difícil».
Con un ingreso hospitalario previo, señala que en ese momento las ginecólogas y enfermeras que la atendieron «no llevaban mascarillas, sí que usaban guantes». «Entiendo que es el procedimiento normal», aclara sobre la situación previa a la declaración del estado de alarma.
En el actual contexto, indica que procura estar informada, aunque lamenta la «escasa, por no decir nula de todo» información recibida sobre el coronavirus en las citas médicas que ha tenido. «La última cita con la tocóloga la tuve el 11 de marzo y con relación al virus lo único que me dijeron fue que evitase aglomeraciones de gente». Ese día no fue a su cita con mascarilla, ni se la dieron. Al volver para hacer un análisis, la llevó de casa.
Al vivir en la ciudad y cerca de un hospital, sostiene que está en ese sentido «tranquila». Como las demás embarazadas consultadas, afirma que no ha recurrido a ayuda psicológica. Tampoco lo ha hecho Zaida Prados, que vive en Mugardos (A Coruña) y que también afronta un segundo embarazo, con un hijo de tres años. El suyo no está considerado, como en el caso anterior, un embarazo de riesgo y hasta el 20 de junio no sale de cuentas.
VER NOTICIAS POSITIVAS
«Hay veces que me agobio un poco», reconoce en los casos en los que le toca hacer pruebas y a las que acude «con cierta tensión por lo que pueda pasar». «Sin embargo, hay momentos en que me noto tranquila, aunque la verdad es que estoy deseando que llegue junio y esto sea un mal sueño». Sobre el confinamiento, dice que «ayuda» en esta espera vivir en una casa con finca, en un lugar alejado de la ciudad y que su hijo pueda pasar más tiempo con sus padres.
En su caso, evita ver «todo el rato» la información por entender que le podría «perjudicar» y, de hacerlo, solo ve «la de verdad», precisa sobre fuentes oficiales. «Y ver las noticias positivas y no solo las negativas».
Por otra parte, manifiesta que «en principio» sí se considera informada por parte de los profesionales que le atienden, aunque cree que «ni ellos saben muy bien qué hacer en algunos casos». «Van sobre la marcha», sostiene. En cuanto a las medidas de protección cuando acude a una consulta, recuerda que cuando fue a poner una inyección «fue rápido» y la enfermera estaba «muy protegida».
PRIMER HIJO
«Lo estoy llevando como puedo esta etapa única en mi vida», resume, a su vez, Sandra López, de Chapela, en Redondela (Pontevedra), que espera su primer hijo para junio. «Si pienso en el momento del parto me entra mucho miedo» reconoce por el COVID-19, pero también por el desconocimiento al estar anuladas las clases preparto.
«No me siento segura pensando que en el hospital me estoy exponiendo a contraer el virus y a un posible contagio de mi hija o de mi marido», apunta. Pese a ello, indica que le tranquiliza saber que se asegure que no existe transmisión durante el embarazo.
Como las demás, sostiene que busca estar entretenida, informándose solo «un poco». «Ya no sabes qué hay de verdad en todo lo que te muestran». «Me siento totalmente olvidada y desprotegida por el sistema sanitario en general», apostilla. Al hilo de ello, afirma que le gustaría que le hubiesen ofrecido, por parte de su matrón o ginecólogo, «algún tipo de ayuda vía telefónica u online».
También lamenta que algunas consultas las anulen «sin más» y que no le faciliten «ningún medio de protección ni me informen de qué medidas tomar». A las que acude, lleva una mascarilla de papel que reutiliza y unos guantes que tira tras usarlos.
PROTEGERSE
Esperando su primer hijo, y de seis meses, Verónica Longueira, de Oleiros (A Coruña), manifiesta que le da miedo infectarse y que toma medidas de protección, aunque argumenta que le tranquiliza saber que no se transmite al feto.
«Y al tocarme el parto para julio, me imagino que estará la cosa más controlada «, apostilla en un caso en el que su confinamiento lo está pasando con ayuda de su pareja, que se encarga de hacer las compras. Verónica indica que procura estar informada, pero no mucho para no «agobiarse más» .
Mientras, afirma que no ha tenido «mucha comunicación» con los que supervisan su embarazo, aunque apostilla que no le hizo «falta». «Las citas que tenía en marzo las retrasé o directamente me las anularon», expone esta vecina de Oleiros que, como las demás, destaca el apoyo de la familia y de sus amigos. De cara a la próxima consulta, avanza que la tiene este mes y que acudirá con una mascarilla que ha adquirido ella misma.
PLANES QUE EL COVID-19 CAMBIÓ
A su vez, Aina Climent, una valenciana casada con un gallego y que reside en Meaño (Pontevedra), traslada que afronta bien este segundo trimestre de embarazo, del que saldrá de cuentas en julio. Apunta que lo afrontaba «planificando» el parto para lo que había solicitado tener un parto natural en el Hospital do Salnés, a escasos 25 mintuos de su casa, aunque no era el hospital que le tocaba por zona.
La aceptaron, pero la llegada del coronavirus, ha trastocado sus planes. Además, con la llegada de las primeras noticias sobre el coronavirus en España, ya alertó a sus padres que se quedasen en casa y ella hizo lo mismo, un confinamiento que le facilita el vivir en un entorno natural como es el valle del Salnés. «Decidimos, también, que yo solo saldré a las consultas médicas relacionadas con el embarazo y pedimos a un familiar mascarillas para protegernos al salir de casa».
Sin embargo, lamenta no poder dar a luz en el Hospital do Salnés, en el que le cancelaron el parto dada la saturación prevista de los centros sanitarios. «No iban a aceptar a mujeres que no fuesen estrictamente de la zona», señala sobre los argumentos dados.
Con «incertidumbre», espera la llegada del parto y cuestiona, como las demás, la «muy escasa información» recibida sobre el COVID-19, aunque manifiesta que su experiencia en el Hospital Provincial de Pontevedra, para las pruebas que ha hecho, fue «mejor de lo que pensaba».
«Me crucé apenas con tres o cuatro personas» y añade que durante la misma ella y su pareja optaron porque él se quedase fuera en el coche «por precaución» y que así lo harán en las próximas ecografías.