El coronavirus se expande por el mundo y junto a él viaja una onda de alarma social, de miedo y también de racismo, a veces incluso más invasora que la propia enfermedad. Los casos por coronavirus continúan aumentando en el Estado pero esto no redunda en un incremento del riesgo. Se trata de un virus con una baja letalidad y cuya recuperación es, en la mayor parte de los casos, sencilla. Las personas fallecidas hasta el momento sufrían patologías previas, de manera que esta ‘nueva gripe’ les supuso una complicación respeto de la enfermedad que ya venían padeciendo. Afecta, sobre todo, a personas con defensas bajas y salud precaria.
Las autoridades sanitarias piden prevención y cuidados, mas la realidad del virus en Galicia está lejos de la alarma social que se viene generando en torno a él. Con todo, en este mundo de redes y de constantes informaciones, predominan aquellos contenidos que alimentan una cierta ‘histeria colectiva’ frente a lo desconocido. Y el miedo que esto provoca impulsa las discriminaciones y el racismo. De hecho, la comunidad china en el Estado llegó a lanzar en las últimas semanas a campaña #nosoyunvirus para reivindicar que la enfermedad no entiende de razas ni nacionalidades.
Zhou y Chen son dos chavales chinos que estudian en Santiago de Compostela y que viven de manera especial el desarrollo de esta enfermedad. El primero de ellos no pudo visitar a su familia por Navidad. El segundo sí, mas tuvo que guardar cuarentena y superar muchas trabas para poder regresar a Galicia. «Aunque no tengamos el virus, es muy difícil entrar en España», lamentan. Aquí van sus dos relatos.
CONTACTO CON CHINA
Tanto Zhou como Chen mantienen su contacto con las familias en China para informarse del estado de las cosas. «Nosotros vivimos en un pueblo y me contaron que los policías bloquearon la entrada usando tierra», comienza Zhou. La situación sigue «inestable» en el país donde todo se originó. Para mercar alimentos, sus familiares tienen la oportunidad de salir de la casa sólo cada dos días, y sólo una persona de cada vez, mas las tiendas ya se están quedando sin existencias. Una realidad «triste» que se acentua por la ocultación de información por parte del gobierno. Y frente a este silencio de las autoridades, Internet se yergue cómo el canal prioritario en China para conocer cómo está la situación.
En estas Navidad, Zhou no viajó a su hogar. «Si hubiera ido, no podría regresar. Es muy difícil conseguirlo», comenta. «Quizás en mayo podamos ir, pero ahora es la cima, estamos en el peor momento». Chen, por el contrario, decidió visitar su familia en el mes de diciembre, cuando el virus comenzaba a extenderse por el país. No le fue nada fácil: «Me sentía muy incómodo, porque case todos los ciudadanos necesitábamos quedar en casa para evitar el contagio».
Volver aquí implicó cambios de rutas y mucha burocracia. «En las aduanas en China eran muy serios, tuve que firmar muchos documentos, sobre mi lugar de origen, sobre si había sido la Wuhan o Hubei, sobre si había contratado gente de allí… Si mentía tenía que asumir la responsabilidad jurídica», relata Chen. Ahora, cuenta, la situación en China comienza a mejorar y el coronavirus «se controla», mas Chen tiene el deber de guardar una cuarentena de 14 días en casa «para la seguridad pública en España», explica. Durante este tiempo, son otras personas las que le ayudan la mercar los alimentos y los productos básicos para el día a día.
CRECEN LAS DISCRIMINACIONES RACIALES
Los bulos y las informaciones alarmistas que hablan en términos de ‘crisis’ y ‘devastación’ incentivan el miedo, y el miedo, a su vez, estimula las discriminaciones hacia comunidad asiática. En estas últimas semanas muchas personas de nacionalidad china vienen sufriendo episodios xenófobos. Los restaurantes asiáticos y los bazares también observan que su clientela se reduce, como si la enfermedad tuviera una raza asignada.
En este sentido, Zhou relata dos casos de racismo que sufrió él mismo en Compostela y una compañera suya en Madrid. Uno de estos días, cuando caminaba por la calle, una chavala se le acercó y le chilló: «Chinito, vete, vete!». «Supongo que a ella le preocuparía que yo tuviera el Coronavirus», explica. Hechos como este se acentuaron desde que el Coronavirus comenzó a acaparar la agenda mediática. Esta enfermedad, reconoce Zhou, hace más difícil a integración. «Tengo una amiga que estudia en Madrid y que cada vez que se sube al metro nota que las personas quieren guardar una distancia con ella, no habría por que».
Concretamente en la aduana es donde más racismo sienten: «Aunque no tengamos el virus, resulta muy difícil entrar en España ahora mismo», lamenta Zhou.
CAMPAÑA #NOSOYUNVIRUS
Precisamente con el objetivo de reivindicar que las enfermedades no van asociadas a nacionalidades concretas y para luchar contra las discriminaciones raciales y la desinformación de la población, las redes echaron a andar una campaña que se está haciendo eco en todo el Estado. Lleva por nombre #nosoyunvirus y bajo esta etiqueta decenas de personas de origen asiático suben sus fotos y escriben sus reivindicaciones para concienciar la ciudadanía.