Durante la noche de fin de año del 2000 en la parroquia de Lanzá, en el municipio de Mesía (A Coruña), se vivió uno de los episodios más polémicos en la historia reciente de la autonomía gallega. La Xunta decidió enterrar centenares de bóvidos en una cantera abandonada de este ayuntamiento en plena crisis de las vacas locas, a pesar de la oposición vecinal. Esta cuestionada gestión desembocó días después en el cese del por entonces conselleiro de Agricultura, Cástor Gago, en el gobierno de Manuel Fraga.
En la actualidad, cuando se cumplen 20 años de aquella inhumación en Mesía, la Consellería de Medio Rural traslada a Europa Press que «la situación en la zona en la que se produjo el enterramiento es de total normalidad».
Aunque en su día diversas plataformas y entidades alertaron del riesgo de contaminación y filtraciones, con imágenes incluidas de cómo la sangre de las reses llegaba al río, el Gobierno gallego señala que las investigaciones e informes periciales reflejaron la «elevada impermeabilidad» del terreno, mientras el estudio realizado en la época «corroboraba la inexistencia de peligro para la salud humana y el medio natural».
En esta línea se manifiesta el actual alcalde de Mesía, Mariano Iglesias. «Que yo tenga constancia no hay ningún problema», explica en declaraciones a Europa Press sobre esta zona de Lanzá.
El lugar elegido por la Xunta fue una explotación minera abandonada. «Desde que fue este enterramiento creo que no tuvo ningún otro tipo de actividad de otra índole la parcela», apunta el regidor.
MÁS DE 300 CASOS EN GALICIA
El prion es el agente infeccioso que causó la epidemia de enfermedad de las vacas locas, también llamada encefalopatía espongiforme bovina (EEB). La ingesta de piensos de origen animal por parte de los bóvidos estaba detrás de esta transmisión.
Por su parte, la transmisión de la EEB a los humanos, como a través del consumo de alimentos derivados de vacas infectadas, produce la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob que se caracteriza por una progresiva e invariablemente letal descomposición de las células cerebrales.
Tras el primer caso –detectado en noviembre del 2000– en Carballedo (Lugo) de vacas locas en territorio español de una alerta sanitaria que tuvo su origen años antes en el Reino Unido, se sacrificaron miles de reses en Galicia. Al terminar ese año se produjo el enterramiento masivo de Masía.
Según la información facilitada por Medio Rural a Europa Press, con datos al cierre de 2019, en España se han realizado en los últimos 20 años un total de 6,4 millones de tests realizados en relación con la encefalopatía espongiforme bovina. En el Estado, se detectaron 798 focos con 819 casos.
En Galicia, aparecieron 315 focos con 324 casos, en una tendencia descendiente desde 2003. Actualmente, tanto la comunidad gallega como el Estado cuentan con un estatus de riesgo sanitario «insignificante».
UN CASO ATÍPICO EN 2019
Desde 2015 la única encefalopatía espongiforme bovina (EEB) registrada en Galicia fue un caso de EEB atípica aparecido en una res de casi 20 años que murió en una explotación de Ortigueira (A Coruña).
Medio Rural explica que «se realizó la correspondiente investigación epidemiológica», al tiempo que se tomaron las medidas oportunas establecidas en el programa de vigilancia, con el seguimiento de las reses restantes de la explotación. «No aparecieron más casos hasta el día de hoy», garantiza.
PROTOCOLOS VIGENTES
A partir del decreto del año 2000 que regulaba el programa de control de encefalopatías espongiformes en España, ha habido diferentes modificaciones de adaptación a la normativa comunitaria y a los nuevos conocimientos científicos.
El último cambio se adoptó en febrero de 2013, cuando la UE autorizó a determinados Estados a cesar la vigilancia activa de EEB en animales sanos sacrificados en matadero.
La evolución favorable de los marcadores epidemiológicos propició que España solicitase la Organización Mundial de Sanidad Animal el reconocimiento como país con estatus de riesgo insignificante frente a la encefalopatía espongiforme, lo que fue otorgado en mayo de 2016.
Actualmente, la vigilancia se hace en las vacas muertas de más de 48 meses de edad –salvo que sean de países a los que no se autorizó revisar el programa, en ese caso será a partir de 24 meses–.
En lo tocante a animales de consumo, ese control se hacen en diferentes supuestos: en el caso de que se sacrifiquen de urgencia, por nacimiento antes del 1 de enero de 2001, animales procedentes de países no autorizados a revisar el programa y en reses de más de 30 meses, entre otros.
Hoy en día, se analizan en España sobre 62.000 animales, de los que 19.000 están en Galicia, según datos de la Consellería de Medio Rural.
TRABAJO DEL LABORATORIO DE SANIDADE ANIMAL
El Laboratorio de Sanidade e Produción Animal de Galicia, localizado en Lugo, fue el centro de referencia que centralizó los análisis en la crisis de las vacas locas.
Actualmente participa en gran cantidad de programas sanitarios de diferentes especies como por ejemplo: brucelosis bovina, tuberculosis, encefalopatías transmisibles en rumiantes, peste porcina, lengua azul, entre muchos otros.
Este laboratorio está situado en Lugo, cuenta con 13 áreas diferentes. Además, tiene los laboratorios satélites de sanidad animal de Mabegondo (A Coruña) y Salcedo (Pontevedra).
En estos momentos, el Laboratorio de Sanidade e Produción Animal de Galicia cuenta con 72 trabajadores en Lugo –entre técnicos, auxiliares de laboratorio y personal administrativo–, a lo que se suman otras 15 personas de los laboratorios satélites de Mabegondo y Salcedo. El coste total ronda los 4,3 millones.